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Yurio depósito la bandeja encima de la pequeña mesa de noche y se sentó en el borde de la cama.

Yuuri estaba hecho un ovillo debajo de las mantas. El alfa sintió que se derretía por dentro al ver la dulzura de su rostro mientras dormía. Retiró un mechón que caía sobre su párpado y se admiró de lo diferente que lucía esa mañana: mucho más tranquilo, más relajado. Y tan hermoso.

Incapaz de resistir la tentación lo besó en la mejilla suavemente. Vio aparecer una sonrisa en sus labios, al tiempo que se daba vuelta. Animado por esa sonrisa, Yurio buscó sus labios, aprovechando su nueva posición degustó la dulzura de su boca, mientras lo veía parpadear.

-Despierta, cerdo. Es hora de comenzar el día-

-Buenos días- dijo el omega, medio dormido.

Estiró los brazos por encima de las mantas que se deslizaron dejando al descubierto parte de su pecho. Yurio no recordaba cuando se había quitado la ropa, pero al ver que estaba desnudo, sintió su deseo crecer. Retiró las mantas, la sábana había quedado atrapada alrededor de su cuerpo y resaltaba su figura. El alfa gimió, lo agarró por los hombros y lo besó con pasión introduciéndose en su boca. Había pretendido que fuera un beso tierno de buenos días, pero la visión del omega desnudo hizo que olvidé sus buenos propósitos. Y cuando además vio que el omega respondía con la misma intensidad ya no pudo refrenarse.

-Maldición, cerdo...-

Sus besos húmedos recorrieron su mejilla hasta llegar a su cuello, que degustó con deleite, lamiendo y mordisqueando a su antojo.

-Yura... Aahh-

Al verlo estremecerse y oírlo gemir su nombre, la pasión se duplicó. Mientras hacía a un lado la sábana, su labios descendieron por el pálido cuerpo del pelinegro hasta llegar a su erecto miembro, comenzó a lamerlo y besarlo.

-Aaahhh... n-no Yu-Yuri-

-Podría darme un festín contigo, cerdito-

Lo miró y se deleitó en la visión de sus labios hinchados por sus besos, en sus cabellos despeinados. Sus miradas se encontraron y enloqueció cuando al rozar su húmeda entrada con los dedos, el omega cerraba los ojos y gemía. 

Por mucho que se resistirá Yuuri ya le pertenecía y la forma en que reaccionaba a sus caricias lo demostraba.

Volvió a bajar la cabeza para chupar con deleite la exquisita erección. Sintió que el pelinegro sujetaba su cabeza con fuerza y lo apretaba apasionadamente contra su cuerpo.

-Aaahhh... Yuri... por favor...-

Yurio levantó la cabeza, complacido al ver la oscura mirada anhelante de su pareja.

-¿Por favor qué, cerdo?- preguntó en tono burlón, mientras continuaba masturbándolo -¿Me deseas, katsudon? Dímelo. Quiero oírte decirlo-

Se puso encima de él, haciendo que sus erecciones se rocen, a través de su pantalón, e introdujo un dedo en su interior.

-Nghh... Yura...-

-¿Esto es lo que quieres, cerdito? Que te haga el amor suavemente. Quiero entrar muy dentro de ti, llenarte con mi esencia-

Yuuri sentía las palabras del rubio colarse en su cerebro como si fuesen humo. Notaba cada centímetro de su cuerpo estremeciéndose con cada una de sus caricias. El omega en su interior se retorcía de placer cuando Yurio introdujo un segundo dedo y lo comenzó a mover.

-Yurio... Ngh-

-¿Qué sucede, cerdo? ¿No es suficiente? -el alfa movía las caderas y sujetó sus miembros juntos para acariciarlos al mismo tiempo -¿Quieres esto?-

Mi Dulce Regalo 《Yuri On Ice》 《Yuyuu》Where stories live. Discover now