Prólogo

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El invierno llego antes de lo previsto. Su cuerpo, rendido ante el hambre y el cansancio, pedía a gritos que todo esto terminara. Tanto tiempo huyendo, para que acabara enterrado por la nieve.

Sus heridas ya no sanaban, su debilidad y estado crítico se notaban a kilómetros. Se limito a mirar caer los copos de nieve, que poco a poco iban cubriendo su pelaje azabache. Al menos ya no tendría que preocuparse por cualquier Alfa que intentara someterlo cuando estaba en su celo. ¡Dios! Ya ni siquiera tendría que preocuparse por su celo. Motivo de sufrimiento y la razón por la que ahora estaba moribundo bajo le pequeña ventisca de nieve. 

Su necesidad de aparearse con un Alfa había desaparecido y su aroma ya no era dulzón, sino que se había transformado en uno que despedía soledad, tristeza y, muy levemente, muerte. 

Su celo seguía presente, pero al estar moribundo y sin ningún Alfa cerca que lo estimulara, su mismo organismo ya no encontraba motivo para despedir el aroma dulzón característico de su celo. Dulce y excitante. Atrayente y enloquecedor. 

Intento pronunciar palabra alguna, pero solo salieron lamentables quejidos de su magullada garganta. Quejidos que nadie escuchaba de todas formas. 

"No quiero morir solo." 

Pensó instantes antes de escuchar pasos sobre la nieve. Sus orejas se pusieron rectas a modo de alerta, pero fue lo único que su débil y herido cuerpo pudo hacer. Heridas sangrantes y otras cuya sangre se había secado alrededor. 

Aquel recién llegado comenzó a olfatearlo, empezando por su cuello y acercándose poco a poco a su hocico, colocando su húmeda nariz sobre la suya, acto que se le hizo algo intimo al azabache. Aunque solo así pudo distinguir el aroma de Alfa que desprendía aquel lobo peliplateado. Sus ojos se movían, siguiendo de cerca al desconocido, impresionado y cautivado por el color de su pelaje.

"¿Acaso es un ángel?"

Fue lo último que pensó antes de quedar inconsciente. El peliplata miró atentamente al lobo azabache que ahora estaba inconsciente enfrente suyo, y por debajo del olor de la sangre, alcanzaba a distinguir el característico olor de un Omega. 

Pero había algo más. Algo que su desarrollado olfato no podía captar debido al olor de la sangre y de otros Alfa que alcanzaba a distinguir entre el pelaje del pobre Omega. Pero sea lo que fuera, alocaba sus instintos hasta un punto que se sentía mareado. 

Coloco a aquel Omega sobre su lomo, cuidando de no lastimarlo más de lo que ya estaba. Una vez se aseguro de que no se caería de su espalda, se encaminó hasta donde se encontraba su manada, deseando llegar a tiempo.

El trayecto fue algo difícil para el Alfa, no porque el azabache pesara, de hecho era todo lo contrario. Estaba demasiado delgado, incluso para un Omega. 

"¡Incluso para un lobo!" 

Gruño enojado, provocando un quejido del azabache. Solo lo enfureció aún más. Su corazón se acongojaba con mayor intensidad con cada quejido, y solo empeoro cuando empezó a sentir la sangre recorrer lentamente su pelaje.  

 "¡Viktor!"

 A lo lejos, un Alfa de pelaje meloso venía corriendo a gran velocidad, pero se detuvo en seco en cuanto vio a su amigo cubierto de sangre y con un Omega al borde de la muerte. 

 "Ve por ayuda." 

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Holaaaaa. Esta es mi primera historia inspirada en Omegaverse, así que espero que les guste :D Se aceptan comentarios, yo nomas digo xD

Nos estaremos viendo pronto (al menos eso espero xD)

AnaStar

Besos de Hielo - Omegaverse - ViktuuriWhere stories live. Discover now