Capítulo 15.- Dime que sí.

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—Estoy lleno como una ballena —dijo Boris mirando al techo mientras estaba acostado en la cama nuevamente

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—Estoy lleno como una ballena —dijo Boris mirando al techo mientras estaba acostado en la cama nuevamente.

—Yo también, Pecas quiere ponerme obeso para que ruede por las escaleras —Kilian estaba en el suelo.

Sintió que le lanzaban un cojín en la cara.

—¡Para qué son glotones los dos! —Sonreía divertida desde el sillón de la sala.

—Ya son las ocho —Boris estaba viendo la hora en su celular—. Debo irme.

—No te he corrido, ¿sabías? —Mely se sentó para mirarlo a la cara—. Tienes que estar en reposo por lo menos un día más, para que sane bien tu pierna.

Boris se puso de pie con el mismo entusiasmo que siempre lo caracterizaba.

—Iré en un taxi o caminaré despacio, no te preocupes. El celular de Ciro está apagado, a lo mejor y lo perdió cuando estábamos escapando de los guardianes. De todas formas quedamos de acuerdo en vernos en el departamento de Kilian.

—Espera, voy contigo —su amigo se puso de pie.

—No es necesario. Primero me gustaría platicar con Ciro de lo ocurrido, y tú eres un imprudente, te enojas muy rápido y no dejas pensar en un plan. Prefiero que te quedes aquí —miró a Mely— si no te molesta, claro.

—No te preocupes, sí me molesta, pero ya que. Desafortunadamente me acostumbré a tener que soportarlo —ella se encogió de hombros.

—No te estaba preguntando Boris, te estaba informando que voy a ir contigo —su tono empezaba a ser molesto.

—Tú, dejas de quejarte y te quedas aquí conmigo —Mely lo señaló con el dedo.

—Pecas, no voy a...

—¡Que te quedas! —Ordenó— Ya dije, ahora cállate.

—Vale, hagan lo que quieran —Kilian rodó los ojos y se sentó de nuevo en el suelo—. Pero pobre de ti Boris, si no me avisas lo que haya pasado con Ciro.

—Ya sé, ya sé —bufó, luego se acercó a Mely y le dio un beso en la mejilla—. De nuevo, muchas gracias por todo, eres encantadora.

—¿No que ya te ibas? —Kilian parecía un poco celoso— ¿No se te hace tarde para irte?

Boris y Mely comenzaron a reír mientras caminaban a la puerta. El moreno se fue y ella cerró con llave, más que por seguridad, fue por costumbre. En un parpadeo, Kilian estaba a su espalda abrazándola por detrás y le susurró al oído.

—¿Por qué has cerrado con llave?

—Porque estoy cuidando de que no hagas idioteces —respondió bajando la voz.

—¿Qué te hace pensar que puedes detenerme? —Él la hizo girar entre sus brazos para encararla.

—Mi puño en tu cabeza dura tal vez lo haga.

Entre Amor y SangreWhere stories live. Discover now