Imbécil.

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El jodido dolor de cabeza todavía no se me iba, estaba matandome poco a poco y lo único que quería hacer era aseinar a Clarissa.

Y para colmo Steven me había mandado a que "ordenara" los archivos del 2010.

Ya siendo las nueve de la noche y dando por acabado mi trabajo. saqué unas pastillas que eran para el dolor de cabeza y las tomé,  caminé al lavabo y moje mi rostro.

Las luces fueron apagándose y eso llamó mi atención, salí del lavabo como pude, tanteando las paredes para no caer o tropezar. Una vez ya en lo que parecía ser la puerta de las escaleras, subí rápidamente hasta el piso 51. Di gracias por haberme encontrado en el piso 48. Solo eran tres pisos.

Una vez allí, levanté la llave que permitía que encenderán todas las luces de emergencia.

Tomé mi celular del escritorio e intenté llamar Clar, para avisarle lo que estaba ocurriendo.

—¿Señorita Blake? —Su voz me hizo sobresaltar causando que el celular se cayera de mis manos para irse al puto suelo.

—Me ha asustado, Señor. —Confesé una vez agachada en busca de mi celular.

—¿Qué hace aquí? —Preguntó desconcertado.

Sentí como una oleada de furia subía por todo mi cuerpo. 

¿Cómo qué, qué hacía acá? ¿Era gilipollas todo el tiempo o qué?

—Cumpliendo con el trabajo que me dejó, señor. —Dije destilando veneno en cada palabra. 

Recogí mi bolso, llaves y demás cosas que había dejado sobre el escritorio en el que trabajaba y di vuelta sobre mis talones.

Necesitaba irme. Estar tanto tiempo con el era tóxico en mi sistema corporal.

Más que nada me volvía idiota, babosa y algo lanzada.

Maldito hombre sensual tenia como jefe.

—Por si no le han dicho el ascensor no tiene suficiente energía como.para bajar 51 pisos.  —Lo escuché decir detrás mío. 

Desvíe mis pasos hacia la puerta que daba a las escaleras y antes de tirar para abrir lo escuché.

—¿Bajará 51 pisos? Lleva tacones, señorita Blake. No sea ridicula,  quédese aquí, hágame caso, yo no muerdo. —Habló entre dientes para después entrar a su despacho y azotar la puerta como si fuese un adolescente enojado.

¿Qué coño le ocurría a este hombre?

Si bien llevaba razon, bajar 51 pisos era algo complicado y digamos que con tacos y cansada, lo era más si fuese posible.

Exhalando por la nariz me tiré en uno de los sofá que adornaban la sal principal, tomé mi celular y comencé a jugar con algún juego tonto pero entretenedor que tenia descargado.

(+++)

Cuándo volvió la luz, fue notable. Ya qué las luces se volvieron más potente.

Caminé sin mirar atrás hasta las puertas de la ascensor y cuando estaba por presionar el botón algo dentro de mí hizo qué flaqueara.

—Mierda, Caroline. 

susurré golpeando la puerta de mi jefe.

—Entre —Permitió con voz ronca desde adentro.

—Ha vuelto la luz señor, me retiro, que tenga buenas noches.

(+++)

Tonta, tonta, tonta.

Pensaba recordando aquel suceso.

¿Qué pensaba? ¿Acaso habia pensado cuando me despedí con cara de babosa de él?

Obviamente que la respuesta es un NO.

El frio, el cansancio y mi estupidez no eran una buena combinación.

Mientras esperaba, mas bien rogaba porque llegase un taxi un auto sumamente elegante por lo que la luz me permitió observar, se detuvo a mi costado.

Coño.

Coño.

Coño.

—Señor...

—Suba al auto. —me interrumpió.

—No hace falta, allí viene un taxi.

—Ahora, Blake. —Ordenó apretando los puños. Al ver qué no me movía  tomó mi brazo izquierdo y me casi obligó entrar de copiloto al auto.

En menos de 10 minutos nos encontrábamos  estacionados frente a mi edificio. 

—¿Cómo sabe donde vivo?

—Sólo lo sé, ahora bajé del auto.

—Sólo quiero saber cómo es que sabe donde vivo, contésteme eso y me bajaré de su tonto auto.

—Confórmate con qué lo sé, Blake. —Se estiró para abrir mi puerta pero lo frené  tomando su brazo.

Nuestra miradas se cruzaron como lo habían hecho el día anterior solo que esta vez era con más intensidad y muchísima cercanía.

Sus ojos azules calaban mi alma, cuerpo y mente.

Parecían hipnotizante con aquella intensidad con la cual me observaba.

Sus labios rozaron los míos y por muy ligero que haya sido. Solo eso basto para que me lanzara a sus labios.

—Baja del auto.  —habló separándose de pronto con lo que parecia ser un gesto de repulsión

Parecía asqueado, arrepentido y por la manera en que lo vi limpiarse los labios, pude confirmarlo.

—Imbécil. —aguantando las ganas de llorar, salí de su auto.

Esa noche había sido la primera vez que lloraba hasta quedarme dormida  por Steven.
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©Derechos Reservados.

Séptimo capítulo.

Steven #1 [TERMINADA] Where stories live. Discover now