Desperté en la habitación de un hospital, no sé quién soy, ni que me ha pasado, hay unas personas que dicen ser mi familia pero yo no las recuerdo, en mis sueños hay dos versiones distintas de mi vida, en una soy una mujer feliz, estoy con el hombre...
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A pesar que mi habitación ya es habitable, seguiré ocupando la habitación de la planta baja, al menos hasta que me quiten la escayola.
Pero de momento ya que estoy arriba y gracias a Bryan que no tuve que hacer esfuerzo alguno para subir, decido quedarme a disfrutar de mi habitación y revolver todos los cajones, para conocer un poco más a la antigua Ayrin.
Nada más abrir el primer cajón, me encuentro con un álbum de fotos, es muy parecido al que está sobre la mesa, son del mismo color solo que este es más grande, dudo un poco en si debo ver o no su contenido, es como estar hurgando en las cosas de otra persona, "Son mis cosas, yo soy Ayrin" intento auto convencerme a mí misma.
Saco el álbum del cajón y aunque hay un par de pasos hasta la cama, el álbum es demasiado grande, para cargarlo junto con las muletas, así que decido dejar las muletas e ir dando saltitos, a la pata coja, hasta la cama, para poder cargar el álbum.
Me acomodo en la cama, cojo aire y abro el álbum, la primera es una foto familiar, mi madre tiene en brazos un bebe, que deduzco soy yo, Alexander rodea con uno de sus brazos a mi madre y con el otro carga a un niño de un par de años, sin duda es Bryan, quien intenta tocar al bebe.
Paso cada hoja, impregnándome de los detalles, todas las fotos, son fotos familiares, de celebraciones con el resto de la familia, están mis abuelos, tíos, primos. Se me escapa una gran sonrisa cuando veo una foto de mi abuelo en un jardín, rodeado de dos niños y dos niñas, somos Bryan, Matthew, Sheryl y yo, los niños llevan las pistolas de agua de mi recuerdo.
Siento unos toques en la puerta y se abre sin esperar mi respuesta, es Joshua entra sin decir nada y tras dar un giro sobre sus talones, asiente con la cabeza, también parece satisfecho con la decoración.
– ¿Te gusta?– Le pregunto.
– No está mal–. Responde mientras se sienta en mi cama y tira del álbum, se dibuja media sonrisa al ver la foto, sube su mirada hasta chocarla con la mía y cierra el álbum. – Vamos abajo, hace un buen día para desperdiciarlo entre recuerdos oxidados–. Se levanta de la cama y me acerca las muletas.
– Está bien, pero después de comer, tienes que ayudarme a buscar información en internet, tengo que encontrar a Susu y a Lía–. El me ve con cara de satisfacción. –Suéltalo–. Le digo, sé que está pensando en algo.
– Yo estuve casi toda la noche, buscando información–. Se lleva ambas manos a la cabeza, las desliza de adelante hacia atrás y cuando llega a la parte baja del cabello se rasca, parece un tanto frustrado. –Buscar médicos que se llamen Susu en Salamanca, no me dio ningún resultado, así que probé sacando un listado, con todos los hoteles que hay en Salamanca–. Saca un papel del bolsillo trasero.
