El Chico Que Vino Del Mar III

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Habían pasado casi dos meses, la boda entre Orlando y Sara era ese día.
Y Orlando estaba muy nervioso porque no le había dicho nada a Mariner.

Durante la madrugada, el pequeño tuvo una pesadilla. Era un sueño que reflejaba su realidad, y soñó que estaba por perder a Orlando para siempre.

Despertó muy asustado, y miró hacia un lado. Orlando aun dormía junto a el.

Entonces Mariner recordó la advertencia de la bruja del mar, "Tienes que lograr que un humano se enamore de ti, o si no, las consecuencias para ti, serán terribles".

Mariner se acurrucó entre los brazos de Orlando y se quedó dormido.

Cuando despertó, Orlando no estaba. Eso le asustó un poco, pero se levantó rápidamente, y fue a buscarlo a la cocina. Ahí estaba él.

—Pensé que habías salido.— Dijo Mariner.

—Necesito hablar contigo de algo muy importante. Es algo que he querido decirte desde hace mucho tiempo.— Mariner sintió su corazón latir demasiado fuerte, pensando en que sería lo que Orlando le diría.

—Bueno, esta bien.— Mariner estaba algo nervioso por ello.

—Quiero que vayamos a divertirnos hoy, todo el día, solo tu y yo.— Dijo Orlando.

—¡Yei!, si, quiero ir a divertirme contigo Orlando.
!Op!, tengo que darle de comer al conejo, ya vuelvo.— Mariner corrió a la sala para alimentar al animal.

Orlando se quedó pensando en tantas cosas. Principalmente en que ese día era su boda con Sara, y apenas se lo iba a decir a Mariner.
Un conflicto interno creció en el, pues amaba a Sara y a Mariner, y no quería alejarse de ninguno de ellos.
Los amaba de diferentes maneras, porque cada uno de ellos tenia algo que lo hacia muy feliz, pero ese día las cosas cambiarían para siempre.

—Ya estoy listo, ¿Y tu?.— Preguntó Mariner.

—Dale, ya va.

Orlando se apresuró y se cambió.

—¡Date prisa!, quiero ir a la feria.— Gritó Mariner.

—Ya va.— Orlando salió de su cuarto, por fin estaba listo.

Después de media hora, llegaron a la feria.
Mariner parecía un niño al ver las atracciones.

—Quiero subirme a la montaña rusa, vamos.— El pequeño tomó de la mano a Orlando y corrieron hasta la fila.

Una vez dentro de la montaña, ambos estaban nerviosos. Era la primera vez de ambos.

—Si me asusto, quiero que me abraces.— Dijo Mariner.

—Claro que si, así lo haré.

El juego comenzó a andar, y los chicos gritaban al sentir las pendientes y como subían y bajaban.

Aunque casi se desmayan, salieron vivos.

—¿Estas bien?.— Preguntó Orlando.

—Claro que si, no te preocupes.— Sonrió Mariner.

—Oye, tengo algo que decirte.

—Si, ¿Dime?.

—Sabes que cuando dos personas se aman. Bueno, cuando es así, es lógico que ambas personas quieran estar juntas, ¿Lo sabes no?.

—Sip.— Asintió Mariner. Por fin Orlando se le iba a declarar, y rompería una maldición con la que cargaba.

—Bien, pues, resulta que yo... Yo me casaré con una chica llamada Sara.

Prófugos Del Amor (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora