다섯.

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Cuando Jimin puso el seguro de la puerta del baño, se echó a llorar. Estaba saturado de emociones, hechos, palabras y gestos. Tuvo que sostenerse del lavabo para no caer, sus piernas le jugaban una mala pasada temblando.

Se sentó en el piso, con la espalda en la pared y la cabeza en las rodillas, los ojos fuertemente cerrados y lágrimas empapando su cara. No tenía la capacidad de entender el porqué de Yoongi tratándolo tan bien, cuando él fue una basura con aquel rubio. Decidió alejarse de algo que le hacía bien, siendo totalmente egoísta y sin pensar en lo que podría causar. Se odio un tiempo por eso, y ahora lo estaba volviendo a hacer. Sentía que no tenía el derecho de que su ex lo estuviera "consintiendo" de alguna manera.

Quería vomitar, el café y la manzana de esa mañana. Si algo más permanecía en su estómago, iba a tener un ataque de pánico y eso no es recomendable estando en un lugar que no es su casa y menos sin su soledad, a la única que le confiaba sus verdaderos sentimientos y pensamientos.

-¿Jimin?¿Todo en orden? -los golpes contra la madera lo hicieron reaccionar. Lavó su cara con fuerza, dejando sus pocas mejillas rojas y tratando de planear alguna excusa. Cuando abrió la puerta, Yoongi estaba ahí. Lo miraba con cariño, como si nada malo hubiera pasado alguna vez entre ellos.

Como si estuvieran todavía juntos.

-Te oí sollozar, no voy a preguntarte por qué si no quieres, pero no llores más, ¿si? Verte sonreír es mucho más hermoso. -y los ojos de Jimin volvieron a empañarse, pero decidió que debía calmarse y actuar como un adulto.

-Gracias. -se quedaron los dos en su lugar y ninguno se movió. -¿Quieres que te ayude a poner la mesa? -preguntó el castaño inocente y cohibido. Yoongi asintió y cuando llegaron a la cocina le mostró dónde estaban los cubiertos y demás.

Jimin no podría resistirse y tenía que comer, sinceramente no sabia cuánto tiempo sería capaz de mantener el alimento en su estómago, el cuál se retuerce a los quince minutos una vez que ingiere algo. Acomodó los platos y las copas en su lugar. Se sentaría diagonalmente a Yoongi.

Vió un lindo florero con unas margaritas llegando a su final. Decidió ir al baño y tirar el agua vieja, reemplazándola con nueva. Y dejó el ramo en el centro de la mesa. Sonrió con melancolía, le gustaban las flores, representaban la vitalidad que a él le faltaba.

-Prepárate para comer la mejor pasta que hayas probado en tu vida. -y Jimin dejó de sonreír, aunque dio lugar una mueca para que no sea notorio el malestar. Yoongi llenó los dos platos, y recordó que faltaba la bebida. Mientras iba a buscarla, dejó a su ex con la respiración agitada y con la mente funcionando al 100% pensando cuántas calorías podría tener aquella comida. Cuando el rubio volvió, vertió el líquido blanco con una graduación alcohólica media y se puso cómodo.

Yoongi miró de reojo a Jimin, sabía la batalla mental que estaba teniendo, pero comenzó a hacer bromas, sobre que era un mal cocinero y lo único positivo que yacía sobre la mesa era la botella de vino. Observó el detalle de las flores que el castaño había agregado y le agradeció por eso. Entre charlas y risas, sonrió al ver que Jimin había comido tres cuartos del plato y se sintió más tranquilo.

Al haber terminado, Yoongi comenzó a lavar los platos -cosa que nunca hacía- mientras que el otro muchacho, los secaba. Fluía el sonido de la música que el dueño de la casa había colocado antes de salir a comprar lo necesario.

-¿Vemos una película o ya quieres irte? -Min esperaba escuchar la primer opción mientras que Park quería contestar la segunda.
Jimin asintió y se encaminaron a la sala.

-¿Qué películas tienes? Veo el DVD debajo de la tele. -el castaño sonrió, su ex seguía siendo anticuado. Pero le gustaba que mantuviera esa esencia propia. -No eres el típico que llora por Netflix, no lo necesitas.

gym meeting « yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora