Capítulo once

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¿Por qué decir adiós? ¿Porque no sólo irme y ya? Odiaba aun pensar en Michael y pensar en lo que él haria si yo hiciera lo que hiciera.

Comencé a quedarme dormido cuando la luz del sol comenzo a salir y sentí unos leves golpecitos en el hombro los cuales decidí ignorar.

Para cuando desperte eran casi las 8 de la mañana, tenía una enorme laguna mental y no sabía que hacia dormido en plena calle. Hice un recuento de todo lo que pasó anoche y lo único que pude recordar fue a Am y Calum yéndose juntos y yo caminando hacia la casa de Michael.

Pero habia un problema:

Esta no era la casa de Michael. En realidad no era una casa, mas bien un edificio como antiguo hecho de ladrillos. ¿Que hago aqui? Me pregunte mil veces hasta que con algo de esfuerzo logre levantarme.

Me giré y vi la placa.

Decidí entrar y hablar con la muchacha rubia ojiazul que estaba detras del mostrador colocando pegatinas en los sobres amarillos.

-No señorita Evans. No podemos posponer la cirugía... entiendo pero todo esto lleva un proceso... claro veré que puedo hacer. Hasta luego.- movió su vista hacia mi y me sonrió.- Buenos dias ¿Que puedo hacer por usted?

Abrí los ojos y gire para ver a mi al rededor. Las paredes eran de tablones de madera, como una cabaña. Había montones de revistas y un estante con algunos libros por si la espera era larga. Estaba adornado con algunas malas pinturas y plantas de plástico.

-¿disculpe?

Aun me sentía aturdido por el alcohol. Ella sonrió de nuevo preguntandome si tenia cita, negue con la cabeza y ella alegó que podia pasar ya que el doctor no tenia gente esperando aún.

Mire las blancas paredes, casi pulcras y me pregunte si esto era lo correcto. Trote con un nudo en mi garganta y la sensación de estar huyendo hasta llegar a la habitación que me habia sido señalada.

Empuje la puerta y me encontré al doctor sentado detrás de su escritorio. Antes de entrar di un rápido vistazo reparando en el faldero color beige con el nombre de Michael en una pegatina.

-pase, pase señor...

-Hemmings.

-Señor Hemmings, dígame ¿Que puedo hacer por usted?

-Quiero eso

-¿Eso?

-Si eso que le ha hecho a Michael.- señale con los ojos el documento amarillo.

-Una disculpa por el inconveniente señor Hemmings, me parece no debió enterarse de todo este proceso. Ahora digame ¿Qué desea olvidar?

Un nudo se me hizo en la garganta y me costó trabajo mencionar a Michael.

Pero ya estaba hecho. Me encontraba decidido y no iba a dar marcha atrás.

-Bien. - apuntó en su libreta.- lo programare para dentro de dos meses. En el transcurso necesitare que se deshaga de todo lo que le recuerde al Señor clifford. Y lo traiga aquí.

Asentí y nos dimos la mano. Salí aún sintiéndome mareado por todo lo que acababa de decidir. Respire Hondo y luego expulse todo en un gran suspiro. Tenía ganas de llorar, odiaba aun el efecto que Michael tenía en mi.

Baje las escaleras revisando mi celular y las, casi, 50 llamadas perdidas de mi madre hasta que choque con alguien. Ahora chocaba con alguien cada cinco segundos.

-disculpa, es que no te vi.

Reconocí la voz en ese mismo instante, Michael llevaba puesta ropa que le quedaba grande, bastante grande. Y no es que me encantara fijarme en lo que llevaba puesto pero el gorro color gris había captado mi atención por el simple hecho de que yo se lo había regalado.

forgettin you ✨ MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora