II. La decisión

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Un suspiro se escapó de entre mis labios, eran las tres de la mañana y todavía no conseguía dormirme. Mañana iba a parecer un completo zombi, razones suficientemente válidas para que mis amigos se burlasen aún más de mí.

Pero claro, ¿cómo demonios iban a dormir con tantos pensamientos rondando en mi cabeza?

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[...]

El silencio del salón había invadido todo el lugar. El tiempo había pasado, ya que no podía controlarlo, y ya había perdido la noción de cuanto rato llevaba sentado. Aunque, la verdad fuese dicha, no era como si me importase. Pues en aquella tranquilidad, la pregunta del viejo seguía resonando una y otra vez en mi mente. La pregunta no parecía ser tan fácil de responder como en un principio creía. Esa cuestión había conseguido que me quedase sentado y con la mente en blanco, tanto había sido el tiempo que había pasado en mi inconsciencia, que la hora de cenar arribó.

Cuando todos volvieron para cenar, se quedaron mirándome con un rostro lleno de preocupación al ver que no hacía ni decía nada. Sintiendo esas miradas, en completo silencio simplemente alcé mi vista para verle. Tras un suave suspiro, me levanté y caminé hasta pararme a su lado. Sonreí tenuemente y acaricié cariñosamente las cabezas de mis hermanas.
Al ver sus caras de duda observarme, una queda carcajada escapó de mis labios y así, me encaminé a mi habitación.

―Onii-chan, ¿no vas a cenar nada? ―. Me preguntó Yuzu todavía sorprendida por la caricia a su cabeza. Pero no me detuve, solo me dediqué a girar mi rostro en su dirección para mirarla de perfil con la misma sonrisa que llevaba en mi rostro instantes antes.

―No, no tengo hambre. Solamente voy a darme un baño y a descansar, hoy ha sido un día de muchas emociones... ―Después de aquella sentencia, subí las escaleras, pero cuando escuché hablar a mi familia, me quedé quieto un momento en las escaleras, y escucharlos hablar solo me hizo soltar una leve carcajada.

― ¿Qué le has hecho para que se ponga así viejo? ―, le dijo Karin con su tacto de siempre.

― ¿Ah?! ¿¡Por qué he tenido que hacer algo yo?! ¿Tan mal padre me creéis? ―, dijo y ellas respondieron con un «Sí» rotundo. Tan pronto como lo dijeron, pude imaginarme la cara de mi padre completamente desfigurada ante aquella información y como supuse, se fue corriendo para lamentarse frente al altar de mi madre, la cual había fallecido en un accidente de coche cuando yo solamente tenía cinco años.

Negué con la cabeza ante el pensamiento que había surcado mi mente, aquel recuerdo que a veces me perseguía en mis pesadillas. Sentí como mi cuerpo tembló por ello, por lo que lo eliminé de mi cabeza. Un suspiro volvió a escapar de mis labios, y cuando escuche a mi padre lamentándose y mis hermanas simplemente cenando, la sonrisa se volvió a dibujar en mi rostro ante el comportamiento de mi familia. Era agradable saber que no habían cambiado nada.

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[...]


La cálida agua de la regadera caía con gran velocidad sobre mi cuerpo. Sentía como aquellas gotas d transparente líquido descendían con rapidez por mi cuerpo, mis músculos se contraían con el paso de estas por la calidez y la sensación, físicamente, aunque solo fuese mientras me duchaba, conseguí relajarme.

Pero en mi mente continuaba aquella tormenta de pensamientos, por un lado - quizás la cosa en la que más pensaba-, se encontraban todo lo que tenía aquí en Karakura, si me marchaba... no podría hacer nada por nadie, no sería de utilidad, «¿Y si me voy y sucede algo que no puedo detener?, «¿Y si no soy lo suficientemente bueno?», «¿Y si me echan?», «¿Y si sucede algo por mi culpa?».

Matched With an Idiot «GrimmIchi»Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ