VIII. Respuestas y estadía en un motel

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El de cabello azul arqueó una de sus cejas por aquello. Esa respuesta le parecía muy escasa, le faltaba mucha información. Pero por la mirada que le echaba el de ojos ocre, le decía que era mejor quedarse callado, aunque no le tenía miedo a aquel cachorro que se presentaba frente a él, sí que le daba muchísima rabia. Y de qué manera lo hacía.

Esos ojos le miraban con una determinación que le sacaba de quicio, le quería hacer empequeñecer, hacerle vulnerable. ¡Ja! ¡Una santísima mierda!

Un gruñido escapó de lo más profundo de su garganta, un paso al frente, para mostrar la diferencia de altura -aun no siendo excesiva- para la intimidación que siempre le era efectiva contra todo el mundo. Pero sabía que para ese niño no lo sería, le molestaba, aun con su imponente presencia, él se atrevía a retarle, le sacaba de quicio, quería golpearle hasta dejarle inconsciente.

― ¡Hey, chicos, venid! Queréis respuestas, ¿verdad? ―preguntó el hombre tras el menor, quien saltó asustado en su lugar. Tratando de golpear una y otra vez al rubio que le evadía con una facilidad sobrehumana―. Vamos, vamos Ichigo-kun, no me seas tan arisco, que llevábamos muchos años sin vernos.

― ¡Pues tampoco te echaba de menos! ¡Maldito psicópata! ―dijo él lanzando un golpe, y sus puños fueron detenidos por las manos del mayor quien le sonrió ampliamente y le robó un pico a Ichigo.

Este ante la repentina acción se quedó quieto unos segundos, el shock se mantuvo en su rostro y cuando despertó, su rostro explotó en un intenso carmesí como si no hubiese un mañana y gritar levemente cual gatito asustado para saltar y esconderse tras su compañero quien miró sorprendido su acción―. Awwws, que miedoso que eres Ichigo-kun, con lo que yo te que quiero~

Su tono burlón solo hizo que el menor se estremeciese tras la pantera, quien arqueó una ceja y sonrió maliciosamente.

―Pero que nena que es~ ―rio roncamente haciendo que el ceño del chico frunciese su ceño todavía con el sonrojo marcado en su rostro.

―Cierra el puto pico estúpido gato ―gruñó él frunciendo notoriamente su ceño para suspirar levemente―. Bien, vamos Urahara-san, nos tienes que decir algunas cosas.

―Todo lo que sea por mi antiguo aprendiz~ ―sentenció el hombre para hacerle un gesto y que le siguiesen. Los dos menores se miraron entre sí con odio, siendo que las chispas saltaban entre ellos de una manera nada sana.

El primero en seguir al rubio fue el veinteañero tras salir del escudo que era su compañero. Ichigo bufó cual animal furioso y se encaminó tras el dependiente. Fue ahí, cuando la mirada del gran gato fue a aquel intenso cabello naranja, bajando lentamente por ese fino, pero aun así fuerte cuello, sus hombros anchos, pero no de una manera excesiva, eran fuertes, atléticos, pero con un leve toque más frágil que los suyos, su espalda, pasando de ancha a sus estrechas caderas, y, por último, ese pomposo trasero del que se había percatado esa misma tarde. Mordió suavemente su labio inferior y gruñó. Estaba caliente. Parecía un puto adolescente calenturiento.

Pero no lo negaba, esa maldita fresa estaba muy buena, sobre todo con esa suave piel morena. Podía sacarle de quicio como el que más, pero ese cuerpo de finas pero notorias curvas podía más que su propia rabia.

"Quizás le de un bocado~" ―pensó burlón riendo levemente para seguir de cerca al menor. Quien se estremeció por un momento para llevar su mirada de reojo a la pantera quien solamente miraba al frente.

"¿Habrá sido mi imaginación?" ―se preguntó Ichigo negando con la cabeza para adentrarse más y más en el lugar. Hasta que llegaron a una puerta con sensor de reconocimiento dactilar, donde el rubio puso la mano y con un sonido de afirmación, la puerta se abrió lentamente. El hombre se quedó entre medias y les hizo un gesto para que pasasen con una ladina sonrisa.

Matched With an Idiot «GrimmIchi»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora