│06. SILENCE.

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CAPÍTULO SEIS:

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CAPÍTULO SEIS:

Silencio.

Cuando la noche surcó el cielo, fue momento de comenzar el plan

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Cuando la noche surcó el cielo, fue momento de comenzar el plan. Habíamos dispuesto un terreno amplio y ocultó para los habitantes secuestrados, uno donde pudiéramos comprobar su salud sin tener que preocuparnos de los posibles ataques.

En aquel lugar se quedaron diez de los quince hombres que me acompañaron a la misión. Para este rescate necesitábamos total silenció, y los cinco que me acompañaban eran personas suficientes para poder introducirnos en la aldea, dirigirnos a la jaula y sacarlos sin dejar huella.

Froilán fue uno de los que me acompañaron, pues su técnica de sigilo superaba con creces a los demás, por ello él iba a ser el encargado de abrir las jaulas. No fue hasta que la luna estaba en el centro del cielo que nos pusimos de marcha, pues primero debíamos entender cómo eran sus rondas de vigilancia. Dos Atemes custodiaban las jaulas, mientras cinco de ellos rondaban por el campamento. Realmente, era una forma de defensa bastante sencilla y mediocre, pero supongo que habían puesto mucha esperanza en que no los encontrarían en el bosque.

Los primeros en marchar hacía el campamento fueron Esteban y Henry; iban a ser el cebo mientras que nosotros nos encargabamos de los secuestrados. Ambos eran soldados bastante bajos y delgados, pero eso no los hacía débiles, pues ellos podían adentrarse a cualquier sitio sin ser localizados. Eran nuestros mejores espías, y por ello podían cumplir con la tarea con mucha facilidad.

Cuando comenzamos a oír un pequeño alboroto en el campamento, y dos de los soldados Atemes que vigilaban los alrededores fueron a investigar, Philiph y Adam aprovecharon para infiltrarse. Agarraron a ambos enemigos, y después de darles un golpe para quitarles la conciencia, se vistieron con los uniformes del enemigos y se volvieŕon a unir con los otros tres Atemes, de esta forma podrían cubrirnos ante cualquier sospecha en la zona de las jaulas.

Los siguientes éramos Froilán y yo. Froilán encabezó la marcha, usando la oscuridad como camuflaje para adentrarnos al territorio hostil. En primera instancia, no hicimos nada más que observar a los soldados que custodiaban las jaulas, quienes reían y hablaban sin prestar mucha atención. Me contuve una burla, pues podía ver lo poco disciplinados que eran los soldados, pero no pude evitar recordar que eso les hacía crueles también.

Volviendo a Narnia│Peter PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora