A - La promesa

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—¿Y por qué tienes esa flor en la cabeza, Luan?

Lana nos veía con incredulidad mientras nuestras manos se separaban con disimulo.

—Me estaba burlando de Linc. ¿No crees que me parezco a aquella chica... Cristina? —respondió Luan, siempre demostrando su talento a la hora de improvisar.

—¡No! Te ves un poco ridícula. Oye, Linc. ¿Ya dejaste de jugar? Lola y yo queremos ver la película de Blarney.

—Ahh... Sí. Terminé de jugar. Por eso me molestaba Luan, es una mala perdedora —respondí, y a continuación lancé una mirada dura a mi comediante favorita. Lana no dejaba de vernos con extrañeza.

—Ustedes son extraños hasta para pelearse. ¡Ya me voy!

Lana se alejó corriendo a saltitos. Luan y yo quedamos en silencio.

—¿Qué tanto habrá visto? —preguntó al fin mi hermana.

—No lo sé. Quizás no vio todo.

Un nuevo silencio nos envolvió.

Luan pronunció, sin dar la mirada: —Esto... Esto no está bien.

—¡No lo está! Pero... Hablémoslo.

—¿Hablar qué? No hay nada que podamos hacer.

Ella sonaba como si iba a romper a llorar. Me sentí asustado.

—Pero sí podemos terminarlo de buena manera. Por eso quiero que lo discutamos. Veámonos en otra parte. ¿Dónde te gustaría? ¿En el parque? ¿En la venta de gelato? Un lugar que te guste, que te haga feliz.

—Todo esto es mi culpa. Yo te metí en este problema.

—¡MÍRAME!

Nunca en mi vida me había dirigido a Luan, alguien tres años mayor que yo, con tanta autoridad. En ese momento sólo necesitaba que no llorara. Guardó silencio y me vio con asombro.

—Luan... No quiero que estés triste. Tú... Tú eres mi alegría. Sea como sea que acabe esta situación, no será sin que tu risa se oiga y me cautive. Como siempre, como ha sido toda mi vida. ¿Oíste? Es una promesa.

Una sonrisa se le fue dibujando con lentitud. Yo no exageraba: ver eso era un gran alivio. No tenía ni idea de cómo iba a terminar lo que habíamos iniciado, pero en ese momento ya tenía motivación suficiente para arreglarlo.

—Vaya, Linky... Tienes una magia especial para lograr lo que quieres con sólo palabras —fue lo que comentó ella.

Sonreí cuando una idea me llegó de repente.

—Así es. Por eso diré: Luan, Luan, Luan, Luan, Luan, Luan, Luan, Luan...

—¡Ya, para! ¿Por qué dices eso? —me interrumpió.

—Porque te quiero a ti, tontita. ¡Por eso!

Ambos estallamos de risa.

—¡Estás loco!

—¡Pero de remate! ¿No lo sabías?

Cuando dejamos de reír, ella se recostó en mi hombro.

—Los dos estamos locos —dijo tras un par de minutos.

—Mira qué barbaridad... —respondí, acariciando su cabello.

—Tienes razón. Salgamos y hablemos. Creo que quizás en Gus... No, mejor en Burpin' Burger.

—¿Cuándo? ¿Ahorita?

—¡Sí! ¿Por qué esperar? ¡Vamos!

Se puso de pie con rapidez y me ayudó a levantarme. Iba a quitarle la flor, pero lo hizo ella misma.

—No voy a tirar esta flor. Irá justo dentro de uno de mis libros. Volveré en menos de lo que dices "Estoy a dieta" ¡No te vayas!

—¡No me iré! ¡Estoy a dieta!

Esa hermosa chica se alejó a toda prisa y riendo escandalosamente. Esa chica es lo máximo.


Creo que te gustará saber los detalles de nuestra salida a Burpin' Burger.

No había mucha gente a esa hora de la tarde, así que no hicimos mucha cola. Esta vez quería probar algo nuevo, así que pedí mis papitas estilo twister, no francesas como es lo usual. Luan contó varios chistes mientras comíamos, pero nada más uno o dos me sacaron una verdadera carcajada.

En otras palabras, nada cambió. Fue una simple salida a comer. Imagino que ambos queríamos estar lejos de la casa, nada más. O quién sabe, quizás hasta queríamos tener una cita. Digo esto último porque buena parte de la salida estuvimos tomados de la mano: algo que no hacíamos desde que yo estaba pequeño, por motivos muy diferentes.

La verdadera plática fue después de la cita, con el cielo un poco nublado y el sol ya ocultándose. La poca gente que había en el parque mientras caminábamos ya iba regresando a sus casa.

A un par de cuadras de la casa, nos soltamos las manos y dejamos de platicar tanto.

—Creo que ya se nos acabó el paseo —comenté.

—Solo era una ida a comer. Fue delicioso, pero breve —respondió ella con una sonrisa sombría. Luego, la misma adquirió un toque juguetón: —Aunque nos hace falta postre.

Que ella dijera eso me hizo saltar el corazón.

—Emmm... No sé. Creo que mejor no —respondí sonrojado.

—¡Ja, ja, ja ja! Claro que no. Estaba bromeando. Quiero quedarme exactamente con ese sabor que tengo en este momento. No quiero perderlo.

—Me gustó mucho a mí también. En especial porque probé algo nuevo.

—¿Tu opinión?

—Me gustó. Se supone que me puede hacer daño... Pero de verdad me gustaría probarlo de nuevo alguna vez. No pronto. Pero algún día.

Luan vio hacia un lado, como si no quisiera que la viera sonrojada.

—Me quitaste las palabras de la boca, Linky.

—Me alegra saberlo.

Otro silencio.

—¡QUÉ RAYOS! —exclamó Luan con entusiasmo, frenando y tomándome por los hombros para darme el beso más salvaje del mundo. El susto se me pasó rápido, gracias a que mis manos acariciaban su espalda de arriba a a abajo. Sus muslos perfectos rozaron mis piernas, logrando que me empezaran a temblar. Yo veía estrellas de todos colores, cometas y constelaciones que formaban una palabra "LUAN".

Luan...

Ella se separó y con entusiasmo me tomó del brazo para llevarme tras un árbol.

—La cena no se acaba sin el postre. Lo tengo claro —dijo con una preciosa sonrisa.

De ese breve momento tras el árbol no te voy a dar detalles. Jamás.

Esto es en serioTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang