XXXI

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El camino de la perdición se extiende a través de tus ojos taciturnos.


De tu piel bendecida por la luna entre medio del juego de las estrellas que nacen de la oscuridad de tu cabello.


Se gira a través de tus labios dominante de todas las pasiones de cualquier alma descontrolada,


mientras dobla en la esquina de la seducción de tu voz.

Junio, 1921

—¿Desde cuándo escribes? —me preguntó atento aquel rubio que me acompañaba en mis tardes libres y en mis noches sin sentido.

Nuestra amistad se había fortalecido entre medio de palabras que solo yo encontraba un significado y que él intentaba transformar en puentes hacia mi corazón, sin embargo, erraba en cada uno de los cimientos que fabricaba.

Ya que a pesar de que los meses corrían al igual que las temporadas, la noche me seguía pidiendo por la única persona que me había cortado las alas y me había dejado condenada a la soledad absoluta y que aún así si me pidiera que nos perdiéramos en la calle de su seducción, seguiría cayendo infinitas veces porque estaba dispuesta a todo por su amor aunque supiese que el acto más cuerdo de realizar era separar nuestras distancias.

—Siempre tuve inspiración en cosas cotidianas, la verdad es que jamás pensé en darle algún tipo de significado, las palabras simplemente aparecían entre medio de mis pensamientos y yo las pinto del color amargo del amor —agregué en un suspiro sintiendo cómo Harry acariciaba mi cabello entre medio de la brisa de un verano que se estaba presentando en todas partes menos en mi cuerpo—. Supongo que no es la respuesta que esperabas ¿cierto?.

—Te equívocas, es exactamente lo que esperaba —sugirió entre risas—. ¿Sabes la razón por la que tus versos pegan tan fuerte? —preguntó enarcando la ceja a lo que negué ante ello—. Porque provienen de un corazón puro y un alma apasionada, muy pocos son los que logran transmitir a través de simples letras los sentimientos desafortunados que solo el corazón entiende —agregó antes de acariciar mi mejilla.

—Es que el invierno eterno está en mi corazón desde que la dueña de mis palabras se fue —refuté sintiendo como las lágrimas me aprisionaban—. Mi corazón le pertenece a un amor imposible que no se atreve a dejarme en paz —agregué buscando su pecho para secar todos esas lagunas que me atravesaban cada vez que Laia era parte de mis pensamientos—. No es un invento, Harry —sentencié sintiendo como mis palabras dolían más que nada—. Ella es real y tengo que pasar toda mi vida soñando con algo que jamás pasará sin poder sentir la fortuna de lo que significa amar sin pensar en nada más.

Ninguno de los dos dijo nada más, dejando que el cariño que habíamos creado en los últimos meses se viera florecido ante sus caricias en mi cabello y la fragilidad con la cuál mi mirada ni siquiera era capaz de verlo en los ojos.

—¿Cómo se llama? —me preguntó con sus ojos azules clavados en mis pupilas, a lo que suspiré ante ello sintiendo cómo dolía hasta pronunciar su nombre.

—Laia y es la única dueña de mi corazón.

MoonlightWhere stories live. Discover now