Capítulo 2

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(Samantha)

Luego de haber visto nuestras habitaciones nos llevaron a ver el rey. (Pequeña aclaración. Hay dos reyes 1. El que ellos ven como un Dios y 2. El que gobierna el pequeño pueblo.) El hombre, ya algo viejo, nos observó. Su mirada azulina estaba fijada en mi, ya le habían puesto al tanto de mi situación y eso me volvía nerviosa.

"Señorita Alvir." Me llamo el Rey. Yo me incliné como respeto. "Su presencia y situación es algo rara. Venga hasta aquí." Yo hice caso y camine hacia él. Me ofreció su mano, tímidamente la tome, aún sentía los nervios. Mi situación puede ser mi interpretada. "He escuchado de ti. La chica que el pueblo detesta por ser distinta. Una chica que se negó a casarse con uno de los hijos cuyos padres tienen una fortuna innombrable. La chica que quiso aprender a pelear y gusta de las espadas. Esa chica que todos llaman 'bicho', no? Esa eres tú cierto?" Yo asentí con dolor, mi fama es más grande de lo que creí. Hasta el Rey conoce de mi, pero no me avergüenzo de quien soy. "Eso es admirable." Lo mire sorprendida. ¿Que? "Encontrar a una chica que quiere seguir su camino y ser fiel a sus ideales es difícil encontrar. Las chicas de ahora solo buscan a un hombre con dinero para que las mantenga. Dime Señorita Alvir, te gusta ser quien eres aunque todos te lleven la contra?" El Rey me observó detenidamente, yo suspire nerviosa pero le mantuve la mirada.

"Si para ser feliz con quien soy debo tener a todos en contra, no me importaría en absoluto." Dije segura. El Rey sonrió y besó mi mano. Me sonroje. El rey me esta dando su respeto.

"Le doy bendiciones . Vaya espécimen como tú es difícil de encontrar. Podéis retirarse" Dijo mientras soltaba mi mano. Me giré y camine hacia el grupo. El soldado nos llevo hasta nuestras habitaciones. Las princesas duermen juntas, al igual que los guerreros. Y yo... Estoy sola, ya que soy chica y guerrera. Vaya estupidez. Suspire y me tire en la enorme cama, en la cual fácilmente caben diez personas. Era una habitación espaciosa, tenia un armario vacío y varias mesas en el centro. Una lámpara de cristal gigante cuelga del techo. Las paredes están cubiertas en papel negro y oro. Es bastante hermosa, aunque acostumbro estar en lugares así.

Iba a cerrar los ojos para poder dormir un rato, pero el ruido de alguien tocando la puerta hizo que saltara en mi lugar. Di permiso a la persona para entrar. La puerta se abre y Erick se asoma por ella. Erick camina hacia mi luego de haber cerrado la puerta. Se sienta a mi lado y sonríe.

"¿Qué? Ahora somos amigos?" Le pregunte alzando una ceja. El ríe y se encoge de hombros.

"No veo por que no lo seamos." Dijo mientras se acostaba en la cama con las manos detrás de su cabeza como soporte. "No me caes mal, tampoco te veo como una rara. De lo contrario me caes bien, aunque eres tonta." Luego de decir eso bostezo. Suspire y me tire a su lado de la misma manera.

"Gracias... Supongo?" Ambos reímos a mi respuesta. "Aún así, que te trae aquí?" Fije mi vista hacia el, es muy guapo.

"Dos de los chicos son unos idiotas y el otro solo ignora lo que dicen."

"Que dicen?" Pregunte. El pareció dudarlo y negó.

"No importa." hizo un gesto con su mano para olvidarlo. Sin rechistar hice caso y olvide el tema. Se formó un silencio entre ambos y empecé a cantar una canción para que el silencio no perdurara. "Sam, eres una tonta."

Me levanté para golpearlo mientras el reía, pronto me uní yo a su risa.

-El día siguiente-

Los Guerreros Del MilenioWhere stories live. Discover now