El fin de la mafia

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Estuvieron hasta tarde en su despacho, revisando una y otra vez los archivos que Regina había dejado sobre su mesa, poniendo nombre a cada una de las situaciones descritas, analizando las residencias de cada uno de los integrantes de dichas bandas, organizando la operación a gran escala que se daría en pocos días para desarticular por completo la mafia de Boston.

Su propio jefe se quedó a su lado, admirado por la cantidad de pruebas que tenían sobre la mesa, sopesando si era un sueño o realmente tenían en sus manos la llave para encerrarlos de una vez por todas.

Quedaron que debían limpiar el nombre de Regina, su sacrificio y esa carpeta eran pruebas más que suficientes para eliminarla como delincuente, era una heroína y no debía quedar entre esas cuatro paredes, el mundo entero debía saber que esa operación tenía su nombre, que ella era la artífice, que gracias a ella Boston sería un poco más segura con Di'Angelo y Moretti fuera de circulación.

Tras varias horas encerrados en el despacho, el director del FBI ordenó a Diana y a Luci que se llevaran a Emma a casa, ya que esta presentaba graves síntomas de agotamiento físico y mental. La muerte de Regina la había dejado completamente destrozada y era evidente ya que su rostro había perdido el color, sus ojos estaban fríos y apagados, trabajaba por no pensar, por no llorar, por no volver a ese puente donde esa misma mañana Regina Mills había decidido saltar y quitarse de en medio, dando vía libre a su rubia para encarcelar a los asesinos que la empujaron a esa situación.

El camino a casa de Emma se hizo en silencio sepulcral, sus compañeras se empeñaron en acompañarla hasta el interior, ya que dudaban de la estabilidad mental de su jefa. Una vez atravesó la puerta se derrumbó en brazos de Diana que, al estar tras ella, pudo sujetarla mientras caía y mil lágrimas se escapaban huidizas por sus mejillas. Un grito gutural surgió del fondo de su alma, abrazada con fuerza por Diana y apoyada por Luci que, en esos momentos, no tenían palabras para definir el dolor que reflejaba el rostro de su jefa. Por todo su apartamento podía sentir la presencia de Regina, no habían pasado ni veinticuatro horas desde que se coló ahí solo para darle una sorpresa, desde que hicieron el amor como dos adolescentes, olvidando que existía un mundo y que en él eran enemigas, la presencia de su mirada oscura, su sonrisa traviesa, sus besos, la atravesaron como una espada desgarrándola por dentro. Regina ya no existía y una parte de ella se negaba a creerlo, como un fantasma volvería, se colaría todas las noches en sus sueños... Ella lo había perdido todo en la vida, no podía perder a Regina, era un golpe que no podría soportar.

Cansada de llorar, se quedó dormida en el sofá, custodiada por sus fieles ayudantes, rotas por dentro al ver el estado de su jefa, de su amiga, sin poder hacer nada, sin que acudieran las palabras de consuelo pues realmente la situación era desgarradora.

Entre las dos se las ingeniaron para meterla en la cama y marcharse sin hacer ruido, deseando que descansara y que al día siguiente pudiese ver las cosas con perspectiva, que no se dejase hundir por el dolor.

Una vez en la calle, Luci se sorprendió ya que Diana estaba completamente callada. La agente solía abrir la boca para decir cualquier tontería cada cinco minutos por lo que su mutismo repentino dejó a su compañera intrigada.

La paró cogiéndola suavemente del brazo, cuando estaban llegando al coche. Esta se giró a mirarla y en sus ojos pudo leer miedo y angustia.

-"Por qué tan callada diana ¿Se te han acabado los chistes de los simpsons?"

-No es eso...

-"¿Es por lo que ha pasado esta mañana en el puente?"

-Si no hubiésemos estado ahí con ella, se habría lanzado al vacío

-"Lo sé, pero estábamos para protegerla, no te tortures"

-No me torturo por eso

-"¿Entonces qué piensas?"

-Estaba pensando que si hubieses sido tú la que saltó, yo me habría ido detrás y ni un regimiento habría podido impedírmelo

Tenía todo un discurso preparado, sobre dolor, rabia, deseos y anhelos, sueños e ilusiones mas no pudo pronunciar palabra alguna ya que Luci rompió toda distancia que había entre ellas sellando sus labios con un beso. Un beso dulce y tierno, acelerado pro la adrenalina que aun corría por sus venas, Diana agarrándola por la cintura, devolviéndole el gesto con tanta ternura que se estremeció. Ambas se preguntaron al unísono por qué no habían dado el paso mucho antes, cuando sus sentimientos eran visibles a ojos de muchos pero no a los suyos propios.

Tras unos instantes se separaron y Diana acarició tiernamente la mejilla de Luci, uniendo sus frentes, estrechándose en un suave abrazo. Finalmente el silencio se rompió con una frase y una carcajada.

-¿Vienes a mi casa? Hoy es noche de tacos

La risa de Luci, cristalina, salvaje y llena de vida coloreó sus mejillas de un rojizo adorable.

-¿Por qué te ríes? ¿He dicho algo malo?

-"No, no cambies nunca Diana, eres magnífica así como eres"

Un nuevo beso, sonrisas tiernas y tímidas entre ambas en dirección al coche, preparándose para su "Cita" de comida mexicana y sueños por cumplir.

Los meses fueron pasando lentos, Emma se alegró al comprobar que sus compañeras por fin habían derribado sus barreras y se atrevían a amarse, a pesar de que sentía el pinchazo del dolor y la nostalgia a no tener con ella a su Regina.

Poco a poco uno a uno todos los dirigentes de la mafia italiana fueron arrestados, todos fueron llevados a juicio, con las pruebas que poseía el FBI todos recibieron una condena y Boston se vio libre de la mafia. Di'Angelo y Moretti aseguraban que Regina tenía suerte de estar muerta porque de lo contrario su venganza habría sido terrible, fueron encerrados mientras gritaban improperios contra una mujer que había dado su vida para que ese momento llegara a suceder, para quitar de en medio a dos grandes capos de la mafia, los más sanguinarios y peligrosos.

Desde el FBI se dedicaron a limpiar el nombre de Regina, le hicieron un funeral de estado en el que Emma, la persona que más la conocía, dijo unas emotivas palabras, proclamándola heroína, una mujer valiente y astuta que jamás pensó en sí misma sino en la felicidad de los demás. Tras esa ceremonia el alma de Emma parecía estar en paz, la tormenta poco a poco iba pasando y pensar en su morena no le dolía tanto como al principio.

Habían terminado con la mafia, su nombre era recordado como la agente federal más joven en desarticular dos de las bandas más problemáticas y peligrosas que llevaban cerca de treinta años llenando Boston de delincuencia, drogas y muerte.

Poco a poco todo fue volviendo a la normalidad, sus compañeras estaban cada vez mejor juntas y eso la alegraba bastante, poco a poco dejó de visitar diariamente el puente donde Regina había perdido la vida, poco a poco dejó de llorar.

Una mañana, con un café en sus manos entró en su oficina, dejando tirada la chaqueta en cualquier parte y preguntándose si Diana y Luci llegarían pronto ya que tenían algunos casos que archivar, cuando vio un sobre con su nombre sobre la mesa, un sobre sir remitente.

Extrañada lo abrió y su contenido aceleró su corazón, congeló su aliento y sus ojos se abrieron desorbitados. Era la fotografía de una playa y en el dorso se podía leer:

-¿Recuerdas dónde todo empezó? Hasta que la muerte nos separe: REGINA

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El peso de una promesaWhere stories live. Discover now