3.- Divertido Amor

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Era un día ajetreado en el Goh Rong.

Kim y Didi se movían corriendo de un lado a otro con platos de fideos en las manos, llevando y pidiendo ordenes de aquí para allá, apenas dando abasto con toda la clientela que había en el restaurante.

― ¡¿Qué nadie quiso cocinar hoy?! ― se quejó Didi en voz alta, recargándose en una mesa junto a su amiga quien servía un par de órdenes.

― Es que los fideos son realmente deliciosos ― contesto sonriente Kim.

― Pues sí, ¡pero aun así! Necesito un descanso ― replico la rubia.

― Puedes tomarlo si quieres, ¡yo me encargo de todo! ― aseguro Kim enérgicamente.

― ¿Estás loca? ¡Es demasiado trabajo para ti sola! Además ― agrego ― Tengo que terminar mis horas extras para pagar por los platos que rompí ayer, ¿recuerdas? ― explico Didi avergonzada por su torpeza, lo que causo que Kim soltara una risita. Su amiga era toda una princesa, pero tenía manos y pies de mantequilla. Cosa que ella encontraba divertida y adorable a la vez.

Justo en ese momento, Minho y Chong entraron al restaurante.

― No entiendo porque siempre tenemos que venir aquí ― se quejó Minho.

― No te quejes, este lugar es delicioso. Además, gracias a ti ¡comemos gratis! ― dijo animadamente Chong.

― Tu solo vienes para ver a Didi ― replico, entrecerrando los ojos y mirándolo de forma acusadora.

― Bueno, tiene que tener su dosis diaria de Chong, ¿no? ― contesto galante, causando que Minho rodara los ojos. Como si Didi le hiciera mucho caso…

Ambos se sentaron en la mesa más cercana a la cocina, como siempre.

Al mismo tiempo, Tobi ingreso al local. Se detuvo en la puerta y escaneo con la mirada el lugar hasta que encontró lo que buscaba. Sonrió por una milésima de segundo, para después volver a su expresión indiferente y ruda de siempre. Se sentó en la mesa más cercana a la entrada, decidido a esperar a que notara su presencia y fuera a atenderlo.

― Oye, oye, ¿ya viste quien llego? ― pregunto Didi con tono insinuador, codeando a su amiga.

― ¿Mmm? ― pregunto Kim, distraída.

― ¿Cómo que "Mmm"? ¡Pues tu príncipe azul! O debería decir, tu pirata. ¡Grrr!

― ¡¿Qué?! ― Kim giro su cabeza para toparse con la profunda mirada de Tobi, quien al hacer contacto visual con ella desde lejos sonrió de manera rápida antes de ocultar su cara con el largo menú, dejándola totalmente sonrojada.

― Y, ¿Qué estas esperando? No te quedes ahí parada como tonta, ¡Anda ve y atiéndelo! ― la insto su amiga, dándole empujoncitos por la espalda.

― Ahhh p-pero, es tu mesa ― replico nerviosa.

― ¿Y a quién le importa? ¡Cambiemos! Yo atenderé al par de bobos cerca de la cocina, ¡tú ve y alimenta a tu hombre! ― la presiono, causando que Kim se sonrojara aún más de lo que ya estaba.

Con pasos tímidos y vacilantes se acercó hasta la mesa donde estaba su chico, quien aún tenía su cara escondida tras el menú. Kim respiro hondo tratando de calmarse y controlarse, ¿Por qué tenía que ponerla tan nerviosa?

Se aclaró la garganta para hacerle saber que estaba ahí. Al escucharla Tobi bajo el menú, mirándola de esa manera que hacía que le temblaran las piernas.

― Hola ― saludo él.

― Hola ― respondió ella, regalándole una sonrisa ― ¿Puedo tomar tu orden?

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