Capítulo 1: El inicio de la guerra

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Llegare tarde al colegio por segunda vez en la semana ¡Y apenas es martes!

Al diablo con Natalia, no es posible que estemos en el mismo colegio y no tenga la amabilidad de despertarme antes de salir de casa.

Hasta hace unos meses me importaba un cacahuate llegar tarde, pero después de la charla que Guillen tuvo conmigo hace un par de semanas, antes de mi nombramiento oficial como sargento del nuevo ciclo escolar, he intentado llegar temprano como parte de mis deberes estudiantiles, lo juro.

Esto de ser el nuevo sargento de la banda es como una caca de elefante en la cara ¿Mejorar mi comportamiento? ¡Puff! Soñar es gratis, y ni siquiera mis padres tienen esa clase de sueños.

Ni hablar del tráfico, pareciera que todo el mundo decide salir a las calles justo cuando Isa Green conduce apresurada. Popo de elefante para ustedes también. Conduzco como loca entre los coches, después de unos minutos suspiro al ver el campus del colegio a lo lejos, acelero. Entro al estacionamiento, conduzco directo a mi lugar, ahí está: libre, cercas de la entrada y solo para mí.

No soy la hija del director, ni familiar del dueño del CIF, eso sería completamente aburrido; soy Iza Green y eso puede mucho en este reclusorio estudiantil al que todos llaman COLIN, o CIF (Colegio Internacional de Florida) por sus siglas. Tomo mi bolso, bajo de mi deslumbrante Mustang GT rojo del año y entro al reclusorio.

Para cuando llego al casillero tecleo mi primer nota del día: pensar dos veces antes de usar tacones en el colegio. El trasero me luce espectacular pero es una tortura intentar correr con ellos, ni qué decir del jeans que se sobre ajusta a mis piernas. Si Katy me viera daría un grito que derrumbaría todo América, "Dios Santo Iza es una horrenda combinación, te ves tan vulgar" chúpate esta Catalina, me importa un carajo.

La copia amplificada de mi horario me salta en la cara apenas abro el casillero. Mierda. Mierda. Mierda. Maldigo internamente a todos los santos existentes, quien quiera que esté en el cielo conspira en mi contra. Química II con la Química Elsa, alias la osa mayor, la bruja más amargada del mundo. Nuestra relación fue algo así como a primera vista; ella me odio desde el primer instante y es muy bien correspondida.

Tomo mis libretas y una lapicera, retoco mis labios de rojo mientras reviso mi perfecto rostro en un diminuto espejo, y finalmente emprendo mi camino al laboratorio. Me doy mi tiempo, ahora lo que menos quiero es llegar a clase.

Reviso la hora en mi iPhone antes de abrir la puerta: 8:23 am. Estoy jodida. Entro al laboratorio y voy directo a mi banco al fondo, donde Clarisa me espera, hace una seña con su pulgar en su cuello al verme simulando que me lo rebanan. Lo sé, estoy frita, respondo mentalmente al gesto.

— ¿A que debemos el honor de su visita Green? — Su espeluznante voz me da la bienvenida.

— Tómelo como una inspección sorpresa — contesto cortante, tal vez hasta grosera.

— Le falto tela a su blusa — crítica mi vestimenta examinándome de arriba a abajo. Jodase maldita obesa.

— Creo que le sobra un tanto —devuelvo sarcástica mirando mi blusa como si me importara y encojo mis hombros ligeramente, enfatizo el movimiento alzando las manos.

Tomo asiento en mi lugar, la osa mayor sigue viendo hacia mí, esto no terminara pronto.

— Será un placer pasar un reporte exhaustivo de su comportamiento en clase, Green... — sentencia divertida.

¡¿Me está amenazando?! Claro que lo está haciendo, si no fuese el sargento de una banda de doscientos traseros flácidos todo sería más fácil. Esto implicara una sanción, estoy segura de ello. Dejo pasar el comentario de largo, una discusión con la panza vacía no es tolerable para mí. Saco el iPhone, tecleo en mis recordatorios: La bruja me debe una.

La osa mayor explica algunos temas y escribe diez ejercicios en la pizarra que debemos resolver. Acostumbro ser la primera en terminar en todas las clases, la de mejores respuestas y exámenes limpios, especialmente en la de sexología. Carajo, es una lástima que no tengamos esa asignatura, estoy segura que estaría en el cuadro de honor. El que sea Isa Green no significa que deba tener malas calificaciones, por el contrario.

Un movimiento interrumpe mis pensamientos, un chico que no había visto antes -no es que preste mucha atención a todo el mundo pero un ejemplar es imposible de ignorar- el chico nuevo se acerca a la bruja y le entrega su libreta. Observo como la mustia revisa todo satisfactoriamente. Levanta la vista y me descubre viendo la escena, una sonrisa le inunda el rostro. Joder.

— Al parecer al fin llego alguien mejor que tú, Green. — Sus palabras salen como susurro serpiente: toxicas y llenas de veneno.

La ira me invade, escucho mi voz interna gritar desesperadamente banda, sargento, Guillen, castigo, recordándome que no debo hacerlo. ¡A la mierda todo!

Me levanto bruscamente, aviento mi cuaderno con los ejercicios terminados en el escritorio y me detengo unos segundos a examinar al espécimen invasor.

Joder, es un mango. Facciones toscas, barba de un par de días, labios gruesos, ojos cafés... La imagen de una deliciosa taza de café caliente invade mi mente. Jodidas hormonas.

— Ya lo veremos — respondo y cruzo la puerta sin decir más.

Camino hacia mi casillero, tecleo otro recordatorio en el trayecto La bruja lleva dos.

Los Green somos muy conocidos en Florida, principalmente por mi padre, pero uno de los rasgos que nos han dado tanta fama ha sido precisamente el espíritu de competencia tan inigualable que nos caracteriza, no importa quien seas y lo que hagas, si eres un Green tienes que ser el mejor. No hay algo negociable en esto, es parte de nuestro ADN.

La osa mayor ha iniciado una guerra que no ganará. 

La chica de mis sueñosWhere stories live. Discover now