El día después de su llegada, encontró a la aldea en un estado de caos total. Por un momento, incluso se sintió como si la guerra hubiera hecho de Wamotara uno de sus bastiones, hasta que se dio cuenta que, en realidad, todo era parte de las celebraciones. Pasó todo el día en su casa, disfrutando del sentimiento puro y franco de volver a casa e inquietarse por su futuro, cuando escuchó voces afuera. Saliendo a investigar, se dio cuenta que había hombres y mujeres en las calles, riendo y hablando. El grito ¡la guerra ha terminado! Se repetía una y otra y otra vez. Se coló de nuevo al interior, justo a tiempo para evitar ser visto; definitivamente no quería ser el centro de atención.
En la tarde, su madre tuvo que obligarlo a salir de casa. De alguna manera, los aldeanos habían improvisado una fiesta, casi tan grande como la aldea, no sólo para celebrar el final de la guerra, sino también su buena fortuna de haber escapado de sus garras ilesos. Yuuri habría estado más que bien ante el prospecto de pasar la tarde en su habitación, leyendo, pero Hiroko no lo quiso escuchar. Él debía, según ella, seguir adelante, y ¿qué mejor manera de hacer eso que agradecerles a los dioses por haber regresado vivo? Ella tenía razón, claro; Yuuri estaba siendo gruñón sin razón aparente, así que, haciendo su mejor cara, se vistió un kimono decente y siguió a su hermana y padres. Viktor y Phichit fueron con él, claro, los dos estaban emocionados por esta pequeña celebración. El peli plateado, a quien tuvieron que ayudarle a ponerse ropa más formal, había estado divirtiéndose por horas, y obviamente estaba ebrio. Mari le había dado una jarra con sake y Viktor aún seguía alegre.
El desfile era muy similar al de ese día en que sacaban la estatua de su deidad local y la llevaban a recorrer las calles. Ésta también había sido removida de su lugar en esta ocasión, estaba siendo llevada por algunos hombres en su palanquín de oro y las personas le lanzaban flores y granos de arroz, agradeciéndole a él y a sus familiares por su protección durante todos estos años.
Una vez más, Viktor llamaba la atención de los presentes a donde fuese. Los colores sobrios de sus ropajes le hacían más ver más pálido, como fantasmal en el crepúsculo. Tanto hombres como mujeres le hablaban o sólo lo miraban pasar. Si bien habían visto a algunos extranjeros, ninguno era un visitante tan llamativo como el omega, y éste amaba la atención pues parecía que su ego sólo crecía al verse descubierto como el centro de las miradas. Viktor sonreía, se reía juguetonamente y hacían chistes que carecían de gracia al ser traducidos al tamayán. Incluso sus mejillas estaban sonrosadas por la emoción y el alcohol.
Yuuri le estaba tremendamente agradecido, pues si todos estaban con el otro significaba que lo dejarían en paz.
Estaba a punto de escabullirse entre las sombras, con la firme intención de entrar a hurtadillas, cuando alguien le tomó del hombro y sorprendido, se dio la vuelta porque nadie podría ser lo suficientemente astuto (o estúpido) para detenerlo de esa manera. La sorpresa fue aún mayor al encontrarse cara a cara con la mujer que estaba evitando a toda costa.
Okukawa Minako, su maestra de artes marciales, estaba de pie allí, con los dedos crispados en la tela de su manga y el ceño fruncido, que lo hizo retroceder unos pasos. Minako-sensei era la propietaria del único dojo en Wamotara, un gran lugar situado al otro lado de la aldea. Ella era una muy respetada ciudadana y bastante querida por su carácter alegre y su personalidad divertida. Sin embargo, pocos sabían que detrás de esa máscara, se ocultaba un verdadero Oni salido del averno. Era exigente, implacable y firme. Yuuri le tuvo miedo desde los siete años, cuando puso un pie por primera vez en su dojo. Minako-sensei era más dura con él, pues sabía que era un chico tímido y fácil de molestar que odiaba la violencia. Sin embargo, no podía dudar que ella había sido una parte importante de su vida, casi como una segunda madre y podría decir, sólo con verla, que estaba enojada.
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Seventh Heaven (el león y el águila) [Traducción] [Omegaverse]
FanfictionLa guerra ha terminado y Katsuki Yuuri sólo quiere ir a casa y olvidarse de todo, pero sus hazañas le trajeron la atención no deseada del emperador de su nación. Como un agradecimiento por su coraje, le es dado un bárbaro Omega. A pesar de que trata...