Capítulo 7: Tentación.

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Dios, ese momento con Raven... ¿En qué estaba pensando? ¿En qué momento se le olvidó todo y decidió entrar en el tonteo? Joder, había estado muy cerca de ella y su olor la había impregnado por completo, y es que olía exactamente igual que antes. ¿Cuántas veces había hundido su nariz entre mechones de su pelo? Era su puto olor favorito en el mundo. ¿Y sus labios? ¿Cómo podía alguien salir a la calle con esa boca? ¿Estaba permitido?

Lo que te dije, quieres besarla.

Joder, no. ¡No! No debía pensar en besarla. Amigas, y solo amigas.

Y luego ambas caeréis. ¿Cuántas veces has pensado en cómo sería si siguieras con Raven? La respuesta está más cerca de lo que piensas.

Se pasó la mano por la cara, intentando controlar esos estúpidos pensamientos, y cuando abrió la puerta, no esperó encontrarse a Avery, porque no habían quedado ni nada. La chica sonrió abiertamente y se acercó para besarla en los labios dulcemente.

—Ave... ¿Qué haces aquí?

—Había pensado en pasarme, quizás cenar juntas... —sonrió y deslizó sus manos por su cuello, acercándose a su boca. Se dejó besar de nuevo, pero esta vez correspondió el gesto, apretando su mano en su cintura cuando la rubia intensificó el beso, poniéndola un poco nerviosa, porque Raven estaba allí.

—Tengo... Tengo visita —murmuró.

Giró su cabeza para ver a la latina asomada a la puerta. No pudo distinguir el gesto de su rostro, pero Raven acabó sonriendo hacia donde se encontraban las dos, y ella se separó algo incómoda de Avery, que miraba la escena confundida.

—Hola, soy Raven —saludó la mujer, acercándose a la rubia mientas extendía su brazo para estrechar su mano.

—Avery —respondió, y sus ojos grises la enfocaron, buscando una explicación, y tuvo que golpearse la cara mentalmente, porque, claro, Raven, una mujer que no era ella, acababa de salir de su habitación.

—Es una amiga —dijo rápidamente—. Bueno, fue mi profesora mientras estudiaba en la universidad —sonrió a Raven, que hacía lo mismo—. Ahora es mi alumna, ¿no es gracioso? —rio forzadamente, y se rascó la nuca, mirando hacia otro lado. Joder, ¿por qué toda la situación que estaba viviendo le resultaba tan desagradable?

Obviamente no iba a decirle a Avery que la mujer que acababa de salir de su habitación era una de esas chicas por las que tuvo sentimientos, como hablaron recientemente, o que estuviese justo en esa ciudad fuese el motivo por el cual llegó tarde el viernes pasado. Joder, y es que no tendría por qué esconderlo, pero... ¿por qué algo de ella le gritaba que mejor no fuese sincera con lo que tuvo con Raven?

Avery sospecharía, porque tiene una ligera idea de cómo eres y no quieres cagarla con ella. A pesar de que todo el mundo sabe que la vas a cagar en un solo segundo.

—Habrás tenido que tener mucha paciencia para soportarla de alumna —rio la más pequeña y, con esa frase en broma, pudo respirar tranquila por unos segundos.

—Mucha paciencia. No te haces una idea —ambas se miraron otra vez, y sintió un escalofrío porque ambas sabían exactamente a lo que se refería: el buscarla continuamente, el insistir, sus jodidas piernas y los besos que la hicieron adicta a ella hasta enamorarla.

El sexo. El jodido sexo, que no se te olvide.

—En fin —cortó la rubia sus pensamientos—, si os estáis poniendo al día, puedo irme.

—No, quédate, Avery —dijo Raven con tono cálido y amable—. No te vayas por mí.

—No te preocupes, puedo ver a Alex en otro momento —la rubia la volvió a besar y se echó hacia atrás con una sonrisa, saliendo del piso. Miró a Raven, frotando sus labios entre sí antes de excusarse unos segundos para ir detrás de Avery, parándola antes de que entrase en el ascensor.

Nuestro momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora