Capítulo 29: Como la primera vez... O mejor.

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Había quedado con Raven en la zona de subida y bajada de viajeros, donde acordaron que aparcaría el coche: era una tontería pagar el parking para dos segundos. Estaba loca por verla y caminó más rápido que de normal para llegar cuanto antes, arrastrando la maleta tras ella. Paró en seco cuando la vio sentada sobre el capó del coche. ¿Qué..?

La recorrió completamente con la mirada e intentó buscar aire en algún recoveco de su interior, porque se iba a morir. Estaba tan increíble como siempre y le gustó el nuevo accesorio que llevaba: unas gafas. Sonrió cuando estuvo frente a ella, contemplando sus ojos a través de aquel cristal.

—Estás preciosa —le dijo, llevando la mano a su mejilla—. ¿Qué digo? Estás increíblemente sexy, tienes un rollito profesora que... ¡Madre santa!

—Gracias —dijo, ladeando la cabeza y atrapó sus labios despacio.

Cogió aire entreabrió los labios para profundizar el beso, deslizando la mano por su mejilla hasta su pelo. Pelo que dejó de sentir entre sus dedos muy rápido, y abrió los ojos confundida. Y es que el abrigo había producido un efecto óptico sobre sus mechones, porque parecía que eran igual de largos que siempre, pero no... Se había cortado el pelo por los hombros.

—¿Qué te parece? ¿Cambio demasiado drástico?

—Eh... eh... —lamió sus labios y volvió a tocar su pelo, lo llevaba liso y... Dios... Le quedaba increíble.

—Me lo tomaré como que te parece bien —sonrió y no pudo evitar besarla de nuevo.

Separó los labios e introdujo la lengua en su boca, buscando la suya con ganas. Primero, la había echado de menos a toda ella; segundo, había echado de menos su boca y la calidez de su cuerpo. Sujetó varios mechones en un puño y le encantó la sensación de tenerlo así en su mano. Además, estaba hiper suave. Notó cómo suspiraba contra sus labios y la pegó contra el coche un poco más.

—Joder, cómo te he echado de menos, Raven —no dejó que dijese nada y la besó de nuevo.

Sintió sus manos acariciándole la espalda antes de pasar a su pelo también, besándola con las mismas ganas y solo bastó un "vamos a casa" de su parte para que pusiesen rumbo a su piso.

Sus bocas estaban unidas desde el momento en el que cruzaron la puerta de la entrada, y no tardó demasiado en enredar sus dedos en el pelo de su nuca, apretándolos con fuerza entre sus mechones cortos. Tiró de ellos para echar su cabeza hacia atrás y abrió los ojos para verla mirándola a través de esas gafas que le quedaban tan sexys. Lamió sus labios cuando vio cómo separaba los suyos, que estaban hinchados y algo enrojecidos por los besos, la volvió a besar, soltando un gruñido por el camino, mientras avanzaban hacia su habitación.

Empezó a desabrochar botón a botón el abrigo que llevaba, mientras Raven ya la había dejado tan solo en camiseta, no perdía el tiempo. Gimió en su boca cuando mordió su labio y tiró de él levemente antes de introducirle la lengua en la boca otra vez.

—Dios, mami —murmuró antes de quitarle la camiseta que llevaba, mirándola hipnotizada por su nuevo look despeinado.

Llevó una mano hasta su mejilla y bajó la mirada a su boca para poder atraparla con mayor facilidad. Dos semanas era demasiado tiempo sin besar a Raven Reyes, y había echado de menos hasta aquellos suspiros apenas audibles que soltaba cuando cambiaban de postura y cogían aire. Bajó las manos por su espalda, agarró su culo y terminó de deslizar sus dedos hasta sus muslos para cargarla hacia la cama, con demasiada facilidad y totalmente coordinadas.

Avanzó intentando que no le temblasen las rodillas por la excitación que le producía tener aquellas piernas rodeando su cintura y su boca devorando la suya de aquella forma tan pasional, tan caliente. La tumbó en la cama con cuidado y se sonrieron sin decir una palabra cuando la latina se deshizo lentamente de su camiseta, dejando que ella se dedicase luego a quitarle la suya y dejó sus gafas en la mesita de noche con cuidado. Se tumbó completamente sobre ella, arqueándose para sentirla por todos lados, y acarició su nariz esbozando media sonrisa al sentir cómo Raven colocaba ambas manos en su culo cuando comenzó a mover las caderas contra ella. La sensación de tener colocados los pantalones, en su caso unos vaqueros, era molesta y al mismo tiempo agradable, quizás porque se trataba de Raven.

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