PRÓLOGO

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—He pecado padre...

El padre Anderson advirtió una voz conocida. Aterrado examinó a través del confesionario afianzando su temor. Apretó los ojos y respiró profundo hasta convencerse de que ya no podría apaciguar el latir de su corazón. Desató con cuidado el nudo en su garganta...

—no esperaba verte Noa. —anunció con voz trémula, —No después de lo que hablamos.

—He hallado a Robi —interrumpió Noa —Está muerto y aunque le parezca extraño yo no le he matado. De hecho yo estuviese muerto de no haber sido por este maldito pacto. Pero sospecho que eso ya lo sabes... Antágoras...

—no lo comprendes Noa; mi intención nunca ha sido hacerte daño.

—ya es tarde para eso.

Una infernal sonrisa se apoderó del Padre Anderson, y con una voz grave dijo:

—entonces muere y lárgate de una vez al infierno.

—Ante usted he confesado más de 30 asesinatos —prosiguió Noa quien parecía no inmutarse, —nunca hubiese imaginado que una de mis victimas guardaría un vínculo especial con usted. Su alma me será aún más útil que mil almas en su contra.

Con fuerza sobrehumana, el padre Anderson, poseído por Antágoras destrozó el confesionario. Desgarró su sotana, su apariencia cambiaba, su cuerpo se retorcía, le salían decenas de apéndices y su piel se tornó escamosa hasta convertirse en una horrenda bestia. Lentamente se acercó a Noa y le susurró;

—y que harás con un alma que vale por mil, ante las diez mil que tengo contenidas... 


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Almas, La venganza de Noa (COMPLETA)Where stories live. Discover now