Capítulo 3 - Malas Costumbres

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Con 24 años de edad el prominente piloto de la fuerza aérea Cesar Ortiz contrajo matrimonio con María Robles. Durante 3 años pasaron una vida feliz y recibieron con grata emoción la noticia de un embarazo. Dos meses después Cesar fue destituido deshonrosamente por haber servido irregularmente como piloto a un presunto Narcotraficante.

Con ayuda de sus superiores, Cesar y su esposa huyeron hacia un pueblo fronterizo hasta encontrar un modo de evadir a la justicia.

Tras todo esto Cesar gastó lo poco que llevaba consigo embriagándose cada noche. Todo su dinero estaba bloqueado en sus cuentas bancarias. La borrachera le servía de excusa para golpear a su esposa. A siete meses de su embarazo llegaría el último día en que levantaría su mano contra ella. La contienda fue tan fuerte que por primera vez los vecinos se atrevieron a intervenir. La encontraron inconsciente y la llevaron al hospital. Tras horas en el quirófano María falleció y el bebé que de milagro sobrevivió, se debatía ahora entre la vida y la muerte.

Cesar consiguió mentir sobre lo sucedido. Los vecinos le temían, nadie se quiso involucrar, además María nunca hizo amistades en aquel lugar, solo era una extraña. Meses después Cesar regresó a la ciudad con su hijo en brazos. Cesar había conseguido ingresar a la policía como cabo con la ayuda del Capitán Vinicio, ya que Cesar era perfecto para sus ambiciosos negocios.

La esposa de Cesar nunca tuvo seguimiento médico durante su embarazo, así que fue toda una sorpresa para Cesar conocer el sexo de su hijo. "Es un varón", aclamaba orgulloso, le invadía tal felicidad, como si la muerte de su esposa le resultara indiferente, como si fuese este el inicio de una nueva vida. Lo bautizó con el nombre de "Robi Ortiz Robles".

Robi tuvo una niñez muy agitada. Siempre aprovechaba cualquier pretexto para iniciar una pelea. Su padre siempre lo animaba a no perder ante nadie y le enseñaba técnicas de defensa de las que aprendió en la academia.

A los 17 años Robi debió valerse por sí solo. Su padre se había marchado por un tiempo, pero no tardó en iniciar su entrenamiento para policía. Durante dos años en la academia se ganó el respeto de sus superiores. Era siempre el primero en todo, todos confiaban en sus destacadas habilidades, por lo que al salir fue asignado de inmediato a importantes tareas.

Durante tres años sirvió febrilmente en peligrosos escenarios, en una ocasión fue herido de gravedad por lo que duró dos semanas en coma.

Al recuperarse se encontró con la grata sorpresa de que su padre había regresado. Fue entonces cuando conoció a la nueva mujer de su padre, Ana.

Luego de casi perder la vida, Robi pasó a realizar servicios más sencillos. Su nueva labor consistía en patrullar la Zona Colonial. Un sujeto violento, amante de las peleas, las persecuciones y ahora no era más que la niñera de unos turistas. Su ánimo varió un poco cuando asignaron a Ana como su compañera. Su marido le consiguió ciertos privilegios por lo que Ana no tuvo que pasar por la academia.

A pesar de no vivir juntos, Robi pudo darse cuenta de los maltratos de su padre hacia Ana. Robi y Ana pronto descubrirían su nuevo pasatiempo, golpear mendigos; pero no sería esta la única actividad que disfrutarían juntos.

Una noche Ana solicitó doblar el turno, había discutido con su marido y como otras veces no quería regresar a casa. Su solicitud fue denegada, así que tras meditarlo fue a tocar a la puerta de Robi.

-Vamos Robi, salgamos a golpear algún infeliz, lo necesito.

Robi estaba cansado, la invitó a tomarse un par de cervezas con la esperanza de que desistiera,

-Olvídalo y entra -le dijo, -si lo deseas dejaré que me golpees a mí, -bromeó.

Estuvieron charlando largo rato. Ana era muy orgullosa, difícilmente lloraba. No era de muy buena bebida, así que pronto comenzó a sentir los efectos del alcohol. Se puso de pié con torpeza y cerro sus pequeños puños tomando pose de pelea y murmuró,

-Vamos levántate, déjame darte ese golpe que prometiste.

Robi sonrió y se puso de pié. El era mucho más alto que ella, y algo musculoso. Se levantó la camiseta para descubrir su abdomen,

-vamos, justo aquí, golpea.

Tras varios puñetazos Ana Terminó recostada sobre Robi. Su cabeza coincidía con su pecho, y sus pequeñas manos cuidadosamente palpaban el abdomen que hace poco golpeaba. El la tomó por las muñecas intentando alejar aquella tentación, ella alzó su mirada y por un instante el aire se tornó más denso. Recordaron cada roce, cada mirada, cada detalle que presagiaba lo que estaba por suceder.

El siguiente día fue el más callado y silencioso para ellos, luego de eso daría inicio la mas enfermiza, sexual y eufórica relación que jamás hubiesen imaginado.

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Almas, La venganza de Noa (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora