XIX

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Un suspiro ensoñador salió de sus labios al ver un vestidito blanco.
—¿Serás una niña mi amor? Porque esto te quedaría realmente hermoso para la boda —pronunció emocionada mirándolo.
Lo estaba por comprar, pero luego negó la idea. Si el bebé no era niña, no tendría a quien regalárselo.
Suspiró y siguió observando la ropa, sabía que Noah no quería que saliera sola de la casa a tan pocas semanas de dar a luz, pero ya no aguantaba un minuto más encerrada.

-o-o-o-o-

Llegó a su casa y agradeció que ella no estuviera allí, no quería verla aun, necesitaba pensar.
Se dirigió al vestíbulo y se sentó frente a su escritorio, mirando la gaveta donde guardaba aquel documento.
No quería creer que ella lo había engañado, no quería hacerlo.
Ella era todo lo que tenía, y... Pensar que todo había sido una mentira dolía demasiado.
Cerró los ojos y tomó una profunda respiración. Si en esos papeles no hallaba nada que dijera que Nina le había mentido, se irían los dos, lejos.
Le pediría disculpas por haber desconfiado de ella por segunda vez, y luego se irían a criar a su bebé muy lejos de todos, donde nadie siguiera hablando mal de su futura mujer.
Buscó el testamento que los señores Cocks le habían dejado, jamás lo había leído, no le interesaba.
Comenzó a releer rápidamente lo que decía y corrió las páginas hasta él final.
Llegó hasta la parte de la claúsura y su pecho dolió horriblemente.
Matt tenía razón, no le había mentido, todo era cierto. Solo lo había usado... solo los estaba usando, a él y a su hijo.
Lo dejó sobre el escritorio y se sintió tan humillado, tan estúpido... deshecho por completo en su interior.
Y lo que más le dolía, era que le había creído, era que realmente se había enamorado de ella.
—Mi amor ya llegué ¿Dónde estás? —preguntó la castaña caminando por el pasillo—, ¿Estás en tu oficina bebé?
La puerta estaba entre abierta, por lo que ingresó, encontrando al moreno sentado, no lucía bien.
Estaba pálido, mirando hacia la nada.
—Noah ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? —le preguntó caminando hacia él, preocupada—, ¿Quieres que llame a un médico? Te dije que estabas trabajando muchas horas seguidas.
Miró su abultado vientre, solo un mes faltaba para que naciera su hijo, solo eso.
Y no aguantaría un segundo más de su engaño, de su falsedad.
Negó con la cabeza y se levantó de su asiento, alejándose de ella.
—Ya no hace falta que continúes con esto.
—¿De qué hablas? —le preguntó confundida.
—De todos modos yo te lo habría dado todo —pronunció en un tono lastimero—, jamás me interesó el dinero de los señores Cocks.
Abrió sus ojos aturdida al ver lo que había sobre el escritorio.
—No, Noah, no es lo que-
—Creí que realmente me querías Nina, quise engañarme a mi mismo creyéndolo, y quizás fue porque necesitaba a hacerlo para poder amarte. Me ilusioné como un estúpido al creer que formaría una vida contigo.
Una risa amarga, rota, se escapó de sus labios.
—Una familia con nuestro hijo.
—Noah no-
—No quiero escucharte, ¿Lo querías todo? te lo daré, hasta el último centavo de su fortuna, sus empresas, sus tierras, todo, yo no quiero nada, espero ahora consigas tu felicidad.
Comenzó a llorar al ver que el abandonaba la oficina.
—Escucháme por favor —le pidió siguiéndolo por detrás.
Él no dijo nada, se fue a la habitación y tomó una maleta.
—No, no puedes irte.
La abrió y comenzó a guardar su ropa rápidamente, arrojándola en su interior.
—No puedes dejarme, yo te necesito.
—¡Ya deja de fingir! —le gritó asustándola, era la primera vez que lo hacía—, ya no necesitas seguir con eso, ya has ganado, y para facilitarte la vida —pronunció cerrando la maleta—, no hará falta que cuides del bebé, me lo llevaré cuando nazca, así podrás disfrutar de toda la mierda por la que tanto has mentido y engañado, no dejaré que pudras a mi hijo de la misma manera en que tú lo estás. Qué seas feliz Nina Cocks —le dijo pasando por su lado.
Comenzó a llorar con amargura, cubriéndose el rostro con ambas manos, ya no quería ese dinero, ni las joyas, ni los autos, ni la vida lujosa con la que tanto había soñado, solo quería que Noah volviera, que estuviera con ella, que la abrazara, la besara y le dijera que la amaba.
Escuchó el portazo anunciando que él se había ido, solo aumentando aun más en ella la angustia.
Sintió a su hijo moverse dentro de su vientre y su dolor fue aún más grande, no quería perderlo a él también.
—Lo siento —pronunció tocando su vientre—, lo siento tanto, te tocó una estúpida de madre, lo siento bebé.

-o-o-o-o-

—Gracias —pronunció con una débil sonrisa antes de dirigirse al ascensor.
Había alquilado un pequeño departamento en un edificio cerca de la empresa, de ese modo tendría más cerca el trabajo.
Abrió la puerta y lo observó, lo único que tenía era un sofá de un modelo bastante viejo y empolvado, color azul.
Dejó su maleta, y sintió que lo último de su fuerza de voluntad se quebraba en ese momento.
Dejó la maleta en el suelo y sus ojos se humedecieron rápidamente.
Su vida era mentira, una completa farsa, nada era cierto, nada.
Jamás tendría una familia, jamás nadie lo amaría, todos siempre lo quisieron por algo, incluso los señores Cocks.
Se se sentó en el sofá, y sin quererlo, comenzó a sollozar, sintiéndose deshecho.
La amaba realmente, se había enamorado de ella, y por un momento, creyó que ella también de él, que también lo amaba.
Le había creído, sus palabras habían sonado tan ciertas, sus ojos no reflejaban mentira, pero todo había sido un engañado desde el comienzo.
Y una pequeña esperanza brilló una vez más, su hijo. Ese bebé era su única y verdadera familia.
Sangre suya, lo único que realmente tendría suyo, el único amor verdadero que conocería.
Respiró profundo varias veces y logró tranquilizarse, mientras lo tuviera a él seguiría adelante.
Buscó el baño y se lavó el rostro, pero al mirarse en el reflejo, la inseguridad lo carcomió por dentro una vez más.
Lo pensó por un momento, analizando las fechas.
¿Y si ese bebé ni siquiera era suyo? Si le había mentido con todo ¿Por qué habría sido honesta al decirle que no lo había engañado?
Sus manos temblaron y negó con la cabeza, no, eso jamás se lo perdonaría.

-o-o-o-o-

—Atiéndeme por favor —suplicó en un tono quebrado, con el celular contra su oído.
Había estado todo el día intentando hablar con él, pero no había logrado que le atendiera, al contrario, lo había apagado.
Buscó el número de su madre y la llamó.
—¿M-Mamá?
"—Nina ¿Qué pasa? Es la una de la madrugada."
—N-Noah se fue, me dejó mamá, él se fue —le dijo comenzando a llorar.
"—¡¿Qué?! ¿Cómo que se fue? ¡Eres una estúpida Nina! ¡¿Es que acaso no puedes hacer algo bien?!
Se cubrió el rostro y arrojó el celular a alguna parte de la habitación.
¿Por qué había pensando que llamar a su madre serviría? No lo sabía, solo quería que alguien la contuviera.
Llamar a Tiana no era una opción, ella ya tenía sus problemas.
Se acostó en la cama y acarició suavemente su vientre.
No quería perder a su hijo, solo quería hablar con Noah, explicarle todo, decirle la verdad.

...

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