XXII

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Se había quedado dormida en su cama, con el bebé a su lado, abrazándolo protectoramente con su brazo.
Tomó una manta y se acercó a ellos, cubriéndolos con cuidado.
Nina abrió los ojos y abrazó al niño.
—Tranquila, no venía por él, solo estoy tapándolos.
Tocó con su mano libre los finos cabellos negros de la cabecita de su hijo.
—Se parece a ti.
—Bueno, es mi hijo después de todo ¿No? a menos que me hayas engañado con eso también.
Sus ojos se cubrieron de lágrimas, sabía que lo merecía, pero no por eso dolía menos.
—Puedes realizarle un análisis de ADN, verás que es tu hijo.
—Sí, lo haré.
—E-Está bien.
Se sentó en la cama y ella tomó al bebé en brazos, acunándolo.
—¿Quieres cargarlo?
—¿No tienes miedo que me lo lleve ahora?
—Quiero creer que tú no me harías algo así —le dijo sollozando.
—¿Por que no? ¿Por qué no haría algo así después de todo lo que tú me hiciste?
—Por que tú no eres malo... No eres como yo.
No dijo nada, solo se inclinó hacia adelante, extendiendo sus brazos para tomar al bebé.
Nina se lo pasó con cuidado.
Lo observó en silencio, era una niño muy tranquilo, solo lloraba cuando se ensuciaba, ya que por hambre no lo hacía, ella parecía saber cuando él tenia hambre siempre.
Acarició su cabeza, sintiendo los suaves cabellos negros y lacios que la cubrían.
Sí, su mismo color. Sabía que era suyo, que ella no había estado con nadie más. Pero el dolor en su pecho, el sentirse traicionado, no era menor.
La escuchó quejarse y levantó la vista para verla, ella estaba llorando.
Se secó las lágrimas de las mejillas y rápidamente se fue al baño.
No quería que la viera llorar, se sentó delante de la puerta, trabandola con su cuerpo y hundió su rostro entre sus rodillas, llorando.
Él no era el único que deseaba tener una familia, ella también... ella tampoco había tenido una.
Ella tampoco sabía lo que era el amor de verdad hasta que lo había conocido a él.
Y sabía que el amor de madre también existía, porque lo sentía por su hijo.
Quería ser mejor que lo su progenitora había sido, pero ya había empezado muy mal.
Escuchó al pequeño llorar y supo que tenía hambre.
Se puso de pie rápidamente y se lavó la cara antes de salir.
—D-Dámelo por favor.
Él no dijo nada, simplemente se lo pasó.
Se sentó con cuidado en la cama y se abrió la camisa.
Acercó su pecho a la boquita de su hijo e inmediatamente dejó de llorar para comenzar a alimentarse.
Sonrió y acarició su cabecita, luego una de sus mejillas.
—Eres un glotón bebé.
—Debemos elegirle un nombre.
—Sí, lo sé.
—¿Has pensando en alguno?
—Tú te crees tener más derecho que yo sobre él, es por eso que... Prefiero dejar que tú se lo elijas.
—De acuerdo, se llamará Stephan en ese caso.
Sonrió mirando a su pequeño hijo, era un gran nombre.
—Me parece bien.
—¿Estás mal camada ya?
—Quiero que me escuches —le dijo mirándolo a los ojos—, si quieres creerlo o no, ya es tu problema, pero te contaré la verdad, y por favor, escuchame, no actúes de forma irracional.
Asintió con la cabeza, luciendo muy serio, jamás lo había visto de ese modo.
—No sé quien te dijo aquello, pero es verdad que había leído el testamento, es verdad que sabía lo de tu hijo, y es verdad que en un comienzo me acerqué a ti solo buscando quedar embarazada, pero.
Su voz se quebró y tomó una profunda respiración para continuar, aunque sabía que era en vano, de todos modos lloraría.
—Cuando quedé embarazada ya no lo estaba buscando, puedes preguntárselo incluso a Tiana, aunque de seguro tampoco confías en ella, y lo entiendo... Yo también me enamoré de ti Noah —le dijo comenzando a sollozar—, yo de en serio te amo, y no por el motivo incorrecto.
—¿Y cuál seria el motivo correcto?
—Tú, simplemente tú, me enamoré del hombre que eres, como me tratas, por lo que sientes por mi... te amo por lo que eres Noah, no por lo que tienes.
—Yo ya no tengo nada ¿Aun sigues amándome?
Negó con la cabeza, secándose las lágrimas.
—Eso es tuyo, siempre lo fue, ya te lo dije, yo no quiero nada, ni un centavo, dónalo a una caridad, déjalo para Stephan, haz lo que quieras con ese dinero, porque yo no lo quiero. Lo único que quiero es que tú estás a mi lado, es tener una familia contigo y nuestro hijo.
—No lo sé Nina.
Miró hacia abajo, observando al pequeño dormir.
—Al menos déjame tener a mi hijo conmigo, solo eso te pido, no lo alejes de mi, por favor.
—Debo pensarlo.
Comenzó a llorar, negando con la cabeza.
—No, no debes pensarlo, debes sentir que es lo mejor para él... Soy su madre, él me necesita a mi también, no solo a ti.

-o-o-o-o-

Los observó dormir a ambos, ella una vez más se había quedado dormida en su antigua habitación, quizás allí lo hacía desde que se había ido.
Cerró los ojos, ya no sabía que estaba mal o no. Seguía sintiéndose herido, lastimado, pero... Algo muy dentro suyo le gritaba que ella estaba siendo sincera al decirle que quería al bebé.
Y su hijo era muy pequeño, no podía separarlo de su madre, era indiscutible que solo dejaba de llorar cuando estaba en sus brazos.
Quizás por el hecho de que ella fuera su fuente de alimento, aunque dudaba mucho que esa fuera la verdadera razón.
La escuchó quejarse y luego sollozar.
Se acercó a Nina y tocó suavemente su hombro para despertarla.
Abrió sus ojos y al verlo miró hacia su lado, asegurándose de tener aun al bebé junto a ella.
—¿Te encuentras bien?
Asintió, mientras besaba la frente de su hijo.
—S-Solo tuve una pesadilla.
—¿Quieres hablar de eso?
—Soñe que despertaba y Stephan ya no estaba aquí... T-Te lo habias llevado —le contó en un hilo de voz.
—No voy a hacerlo.
Lo miró, ¿Cómo saber si decía la verdad? Su mirada solo expresaba enojo.
—Gracias.
—Lo hago por él, no me lo agradezcas.

...

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