el cazador, cazado.

26 3 0
                                    

No me hagas perder mas mi tiempo chico, dinos donde están!!.

-Está bien, esta bien...nos quedamos entre dos lugares; el primero está en la esquina entre la calle marina que llega a la playa y entre la calle cóndores, donde hay una clínica veterinaria y al frente hay una vulcanización donde arreglan autos y ahí tienen a la chica. Aunque no se que quieren hacer con ella, solo seguimos ordenes de Alex.

-No le creo nada Hernán!!.

-Me decía Alejandro loco de ira, yo también compartía su dolor pero teniamos que ser fuerte si no queríamos otra muerte más, no podía pensar como el y solo matarlo.

Tranquilo Alejandro. Iremos a revisar esos dos lugares solo para mirar. Tu te quedaras aquí amarrado hasta que volvamos, si dices la verdad, te soltaremos y podras irte, pero, si estas mintiendonos, te mataremos...está claro?.

-Si si, está claro.

-Okey...Alejandro, tu vendrás conmigo, iremos solo los dos. Tu Esteban lo vigilarás, si mueve un solo dedo le vuelas la cabeza de un tiro.

-Cuenta con eso...

-Contestó Esteban mientras cargaba su escopeta con nuevos cartuchos y miraba al muchacho con una sonrisa amenazante.

Nos subimos a la camioneta de Esteban que era la mas silenciosa de todas y partimos a la dirección dada por este chico quien teníamos de rehén. Nos estacionamos dos calles mas atrás y seguimos a pie, vigilando, siempre alerta, con nuestras armas cargadas por si nos cruzabamos con alguno de ellos. Estábamos cerca, en la calle de en frente, específicamente en un restaurant de alimentos del mar, entre pescados y mariscos. Nos posicionamos en el segundo piso cerca de una pared agujereada por tiros de bala.
Nos quedamos varios minutos acostados en el piso observando las dos bases enemigas, mirando los movimientos de los guardias, el tipo de armas que tenían y cada cuanto tiempo hacían relevos de guardias.

Ya oscurecia, al transcurrir varias horas, Alejandro propuso que volvieramos.

Al regresar a lo que quedaba de casa, fuí directamente a recoger una pala y comencé a cavar una gran tumba para enterrar a mi amor que ahora ya no estaba mas conmigo, su tumba elegí situarla bajo un gran árbol de nueces donde siempre nos sentabamos a converzar, a planear nuestro futuro o solo reir de estupideces. Los demás solo me miraban a lo lejos, yo sentía su pena por mi, lo veía en sus ojos.

Al terminar fui a buscarla, le quité sus zapatillas rojas con flores y sus lentes, la cubrí con las sabanas de nuestra cama y la cargue hasta su tumba.

Comencé por cubrirla de tierra mientras por mi mente pasaba la idea de que todo era una pesadilla y que en cualquier momento despertaría.

Habia terminado. Me lave las manos en un tarro con agua que teniamos para lavar la ropa y fui a ver a mi pequeño hijo. Ahí estaba, durmiendo en los brazos de Maria quien no dejaba de lamentarse por mi. Mientras miraba a mi hijo y le acariciaba su cabecita, Maria me hablaba, me decía que nos fueramos, que no hiciera nada estúpido pero yo no lograba aceptar sus palabras no quería escucharlas ni menos responderle. Me despedí de ella, de mi hijo y salí a cargar la camioneta para terminar con esto de una vez por todas. Me acerque a Esteban quien cuidaba a nuestro rehén, también me siguió Alejandro y Hector.

-Hernán, te estuve viendo cavar, lo siento mucho de verdad, juro con mi vida que cuidaré al pequeño.

-Muchas gracias Esteban, eres un gran amigo. Con Ale te tenemos noticias.
El chico no mentía, los lugares que nos dijo son reales.

-¿Entonces me liberarán?...dije la verdad!!

-Te creo...

-Dijo Alejandro mientras sacaba su revolver de la parte de atrás de su pantalón y la posaba sobre la cabeza de este joven.

A Nuestra ManeraWhere stories live. Discover now