Un día para el olvido.

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Ya con el hombre en mis manos lo llevé donde los demás y de un leve empujón, lo senté en una silla.

-¿Para que lo trajiste vivo?.

-Preguntó Esteban volteando la mirada desde la calle hacia mi, y luego hacia la calle y así varias veces.

-Lo traje porque lo usaremos para entrar a la base que nos falta, el nos ayudara si es que quiere seguir con vida.

Obviamente eso lo dije cambiando miradas con el hombre para asegurarme de que escuchara.

-¿Quieres seguir con vida maldito?

-Le preguntó Alejandro mientras yo me ponía en cuclillas y quedaba a la altura de el.

-¿como sabre que dicen la verdad?

-Eso no lo puedes saber, debes confiar. Solo vinimos por la chica que tienen de rehén aquí. Le respondí.

Cargamos nuestras armas y las pusimos listas en nuestras manos.

-shhhh, silencio, silencio. ¿escuchan?

-murmuró Héctor.

-son infectados, dijo Alejandro con un tono de seguridad.

Y así era. Los hombres que matamos en la habitación de atrás se habían infectado por las heridas de cuchillo, (cave recalcar que ninguna fue en la cabeza).

-¿que hacemos, los matamos?

-pregunto Héctor.

-No no, les respondí. Que nos sigan, y entren junto a nosotros, serán de ayuda aunque no lo parezca.

¿Vamos?, pregunte

-Vamos!!!, me respondieron los tres en coro.

Salimos de la clínica sin hacer mayor ruido pero a un paso veloz, firmes confiados, sabiendo exactamente lo que había que hacer, matarlos y recuperar a Paulina.

Llegamos a la entrada principal. Un gran portón corredizo con muchas puntas en su parte superior. Tenia una pequeña ventanilla por donde de podía mirar hacia fuera y a su vez hacia adentro. Nos formamos todos en una fila dándole la espalda al muro por la derecha del portón y encabezando la fila estaba el hombre al cual lo llevaba de las manos por detrás.

-ya llegamos, piensen bien lo que van a hacer, puede que las cosas no salgan bien. 

-Me dijo el anciano con una voz firme y confiada.

Bueno eso no es problema tuyo, diles que tuviste problemas en la clínica y quieres entrar a hablar con Alex. Solo eso. Arruinalo y te vuelo la cabeza. Le respondí y el asintió.

Y así fue, el anciano golpeó y por la ventanilla se asomó un tipo de unos 30 años, calvo y con muchas cicatrices en su cabeza, en una ceja y en su boca.

-Que quieres Mario!

-Pregunto el sujeto.

-ve...vengo a hablar con A...Alex. tuve un pequeño problema en la cocina.

-¿En la cocina? Que clase de enfermos son estos?

-Comento Esteban en voz baja.

-Hernán, que el viejo se Apure, los infectados ya vienen.

-Me dijo Alejandro al oído.

Mientras los dos hombres seguían hablando, le dí un pequeño golpe en el brazo al anciano que entendió el propósito.

-Sabes Mario que no puedes entrar así como así. ¿Que pasó allá?. Continuaba el hombre calvo.

-Debo decirselo yo en persona Mateo, abre el portón, apesta a infectados afuera.

A Nuestra ManeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora