Capitulo 22: ¿Enemigo o aliado?

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Washington, Estados Unidos.

Narra Hank:

—Tengo algo que proponerles—dijo la voz del hombre haciendo una pausa al ver nuestros rostros llenos de intriga y precaución—. Como su colega seguro les ha dicho, vengo en parte de los Defensores: mi nombre es Angelo, hijo de Hermes. Luego de haber tenido que soportar la amenaza de Zeus en nuestras cabezas, y discutir acerca de nuestro plan de acción con el resto de los Dioses y sus hijos, hemos decidido que debemos tomar una pausa con nuestra Batalla y enfocarnos ahora en nuestro enemigo más visible: Zeus. Vine aquí cordialmente a ofrecerles un acuerdo de paz, alianza, tratado, como quieran llamarlo. El objetivo es que dejemos de matarnos.

Guau, esa no me la esperaba. Las miradas de mis compañeros denotaban interés por el tema.

—¿Cómo sabemos que no es una trampa?—preguntó Ares, desconfiado como sólo él podría serlo.

—El hecho de que yo esté aquí solo y sin ninguna compañía es una muestra de buena fé por parte de los Defensores. Si fuera una trampa, me estarían sacrificando. Cosa que no tendría sentido —comentó.

Los Dioses comenzaron a intercambiar miradas: ¿Desconcierto?, ¿aceptación? No lograba reconocer que significaban.

—Feier, llévate a Angelo afuera. Tenemos que discutirlo—respondió mi padre.

El Elegido de Dionisio cumplió con la orden de su líder y llevó al Defensor afuera.

Si de mi dependiera, aceptaría la propuesta de Angelo. Se asemeja a lo que estábamos hablando antes de que él aparezca.

—¿Qué dicen? ¿Confiamos en el chico? Será difícil pelear junto a quien antes queríamos matar, ¿no creen?—preguntó Hera. Hay que tener en cuenta todas las posibilidades.

—Si, no lo dudo. Pero, ¿qué otra opción tenemos? Al fin y al cabo, si decidimos estar en contra de los Elegidos tendremos dos enemigos: Zeus y ellos. De esta forma, nuestro único problema sería vencer al Rey de los Dioses—agregó Hefesto. Otro buen punto.

—Cada segundo que perdemos, Zeus se hace más fuerte para atacarnos. No es hora de perder el tiempo. Tomemos una decisión, y que sea rápido—interrumpió Petra.

—Hijo, ¿tú que dices? Conoces a los Defensores más que nosotros—dijo Ares dirigiéndome la palabra. No esperaba que me diera tanta responsabilidad en el asunto.

—Dudo que esto sea una trampa. Más que nada por como se presentó. Está completamente vulnerable. Además, sería arriesgado por parte de los Defensores desplegar todas sus fuerzas en una trampa que no sabían como podía terminar. Confío en que dice la verdad—contesté mostrando firmeza y seguridad en mis palabras. Los demás Elegidos asintieron en señal que estaban de acuerdo.

—Ya planearon una trampa cuando mataron a mi hijo Owen. Son capaces de cualquier cosa —volvió a arremeter Hera.

—Tu hijo iba a morir de todos modos. Su estupidez lo llevó a esa muerte segura. Le advertí que su plan no funcionaría, pero hizo oídos sordos. Ahí tienes las consecuencias—respondí demostrando superioridad. Hera se sorprendió ante mis palabras, al igual que el resto que estaba en la sala. La Diosa del Matrimonio no dijo una palabra más y se hizo un silencio profundo.

—Aceptaremos su pedido de paz, o al menos haremos parecer eso en un principio. Le propondré una reunión con su líder, Atenea: mi eterna enemiga —decidió Ares. Sabia elección, padre. Aunque no sé como podrás dialogar con Atenea después de todas las batallas en las que se enfrentaron—. Kumiko, dile a Feier que ya puede venir con Angelo.

Kumiko se levantó con rapidez de su asiento, una incómoda caja de madera, y buscó a su compañero Feier. Creo que aún tiene el tabique roto, ese golpe le debió doler. Por lo que dicen las malas lenguas, Kumiko es realmente feroz.

Solo unos segundos más tarde, los tres estaban de vuelta.

—¿Qué decidieron, Ares?—preguntó Angelo. La tranquilidad del Elegido era admirable, pero nada que yo no pudiera hacer.

—Aceptaremos su propuesta. Me encantaría poder dialogar con tu líder personalmente—respondió mi padre.

—Hablaré con Atenea, ahora ya...

Angelo dejó de hablar. El suelo comenzó a temblar y parecía que todo estaba por venirse abajo. 

En un abrir y cerrar de ojos, el Elegido desapareció de nuestra vista.

Comenzamos a correr hacia la salida, protegidos por todos los escudos que podrías imaginarte.

¿Qué está pasando?

Defensores, espero que no nos hayan traicionado. Habrá sido la peor decisión de sus vidas.

La última decisión, porque no los dejaremos vivos ni un segundo más.

La última decisión, porque no los dejaremos vivos ni un segundo más

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Elegidos: Batalla por la humanidadWhere stories live. Discover now