Capitulo I

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Seis años después

- ¡Ma! ¡Despierta! - gritó mi pequeña monstro.

- ¡Ya voy!- grité de regreso.

Me giré para acomodar mi cabeza sobre el pecho de mi esposo, él me abrazo dándome un beso en la frente.

- ¿Habrá un día donde se levante después de las ocho? – pregunté adormilada.

- Lo dudo, amor – respondió burlón.

- ¡Ma! ¡Desayuno! – gritó Anne, entrando a la habitación y brincando a la cama.

Anne se metió entre nosotros y ambos la recibimos con dos sonoros besos, cada quien en una mejilla.

- ¡Iuugg! ¡Babas! – rio Anne, con una mueca de asco fingida. Se giró hacia mi esposo y le sonrió.- ¡Pa! ¡Desayuno!

- ¿Qué quieres de desayunar, princesa?

- ¡panqueques! – gritó emocionada.

- Bien, hagamos panqueques- Maiser la cogió por la cintura y la alzo para ponérsela en un hombro, me dio un rápido beso en los labios antes de salir de la habitación con una Anne muy risueña.

Sonreí como una tonta, Maiser era el mejor esposo, padre y amigo del mundo. Trate de volver a dormir pero me era imposible con el ruido de las cazuelas y las carcajadas de mi pequeña monstro. Así que me di una rápida ducha, me vestí con un pants, una playera polo blanca y mis amados converse.

Cuando llegue a la cocina, Anne le lanzaba harina para panqueques a Maiser en la cara.

- ¡Anne!

- Papá empezó – delató apuntando con el ceño fruncido a Maiser.

- ¡Maiser! – lo reprendí, él volteo a ver a Anne y le saco la lengua, lo que provoco otra carcajada de Anne.

- Traicionera- le susurro a Anne, tomo un puño de harina mientras caminaba con una sonrisa traviesa hacia mí.

- Oh, que ni siquiera se te ocurra – dije al descubrir lo que planeaba hacer.

- Pero amor, estas muy limpia, pensé que nos ducharíamos juntos- corrí en dirección contraria de Maiser pero era imposible, mis piernas eran cortas y lentas mientras que él era todo músculos y rapidez, me alzó con una mano en mi cintura y con la otra me tiró la harina en mi pelo aun húmedo.

- Oh esposito mío, acabas de declarar la guerra- fui hacia la barra de la cocina y tome entre mis manos una mezcla algo extraña y trate de aventársela en la cara pero el muy listo de mi esposo se movió y cayó sobre su pantalones de franela que usaba como pijama.

Después de un ir y venir de masa para panqueques y la mezcla extraña que resultó ser una especie de caramelo, estábamos los tres cubiertos de comida, por lo que se declaró un empate y todos nos pusimos a limpiar la cocina.

- Llevare a Anne a tomar un baño - le dije a mi sucio Maiser mientras Anne subía las escaleras.

- Claro, te esperare en el cuarto para que me des un baño a mí también.

- Creo que estas muy grandecito como para que todavía te bañen.

- Si, sé que estoy muy grandecito pero si me bañó yo solo, que tendría eso de divertido- me sonrió con picardía, no me pasó desapercibido el énfasis que hizo cuando dijo "grandecito". Dios, mi esposo era un pervertido.

Me gire para dirigirme al cuarto de Anne que estaba a dos cuartos del de nosotros y me dispuse a bañarla. Una vez limpia, se fue al cuarto de juegos y se puso a jugar con su castillo para muñecas, un obsequio de los padres de Maiser.

- En un segundo vuelvo, cariño. Juega con cuidado – le dije.

- Sip mami.

Fui a encontrarme con Maiser, cuando entre en la habitación las cortinas estaban cerradas y olía a incienso, el cuarto estaba en penumbras, aunque fácilmente se podía percibir las cosas por la luz que se filtraba del corredor. Entre a nuestro baño y Maiser estaba inclinado prendiendo unas velas, me quede un rato observándolo hasta que el volteo y me atrapo en el acto.

- ¿Disfrutando la vista? – me sonroje, aunque era algo estúpido porque era mi esposo y los sonrojos ya no entraban en nuestra relación, pero de momento sentí un deja vu y volví a ese día en el patio trasero de la casa de los Sousa.

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- Hija, puedes llevarle el celular a Maiser, lo olvido en el comedor y le han estado hablando desde hace rato, puede que sea importante.

- Claro Sra. Sousa- tomé el celular que justo en ese momento comenzó a sonar.

Salí por la puerta de la cocina y me quede en shock, Maiser estaba sin camisa lavando el taxi, no sé cuánto tiempo estuve viéndolo pero todo él era... impresionante, me reprendí mentalmente por estar pensando de esta manera de mi mejor amigo.

- ¿Disfrutando de la vista, preciosa? – me sonrojé, ¡atrapada!

- No seas estúpido, solo vine a traerte tu teléfono, un tal Alfonso Pereira, te está buscando.

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- Hey Jessy, regresa- me hablaba en alguna parte Maiser.

- Lo siento, me fui- sonreí en disculpa.

- Tan típico en ti, Sra. Jessica Sousa.- me besó castamente en los labios, después me giro para que viera el jacuzzi con espuma que había preparado. – sorpresa – susurró en mi oído provocando un escalofrió por todo el cuerpo.

- Es perfecto, gracias.

- Tú eres perfecta, mi linda Jessy.

Me mordisqueo el lóbulo de la oreja, después fue dejando pequeños besos a lo largo de mi cuello, me incline dándole un mejor acceso, mordió mi hombro y yo gemí en respuesta, me gire para atrapar sus labios con los míos, lo que comenzó como un beso lento se volvió en un beso desesperado, cargado de deseo. Abrí mi boca, dándole la bienvenida a su lengua, Maiser me acerco más hacia él, tire de su pelo y el movió sus manos hasta ahuecar mi trasero, nos separamos agitados, comenzamos a desvestirnos con la ayuda del otro y en un segundo retomamos en el jacuzzi lo que habíamos dejado pendiente.

Corazón de PólvoraWhere stories live. Discover now