Marcela García es una joven de 26 años de origen Mexicano, la cual decide trasladarse a la ciudad de París, para cumplir un sueño y una meta que siempre ha tenido, estudiar en una prestigiosa escuela de diseño de modas.
La vida le pondrá...
Habían pasado tres meses, tiempo en el que me sentía mucho mejor. Todo estaba yendo muy bien en lo que respecta a mi nueva vida. Mark no había vuelto a mencionar o hablar sobre verme nuevamente mucho menos preguntarme en cuanto a lo que había pasado. Me sentía mejor aunque sabía que algo ocurría con él, la manera en cómo me hablaba era un poco nostálgica, llegando a creer que posiblemente estuviera enojado por mi decisión de quedarme en Florencia. Mark me había propuesto mudarme a Milán, a una casa suya y que podría trabajar de lo que yo quisiera e incluso estudiar.
Decliné su propuesta, realmente no quería ser una molestia para él, después de lo que había pasado entre nosotros, ya no me sentía con él libre derecho de pedirle favores. No le dije acerca de mis sentimientos, pidiendo respetara mi opinión, cosa que hizo aún cuando no estaba de acuerdo.
No me deshice de las cartas que me había entregado, sin comprender el porqué. Era tonto seguir conservándolas y seguir como una ilusa, esperando a que todo esto fuera un sueño. En el fondo sabía que esté sería el único recuerdo que tendría de él y qué querría conservar... ****************************************** Esta mañana me he levantado temprano, debíamos decorar la cafetería porque habría una pequeña celebración en el pueblo.
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****************** El tiempo se había pasado y la puesta del sol se hizo presente, deteniéndome un momento a contemplarla antes de seguir limpiando las mesas. Regresé a mi puesto de trabajo, la cafetería se encontraba un poco llena, de turista y locales que celebraban esta pequeña fiesta tradicional. Comencé a cobrar a quienes poco a poco se marchan y a levantar pedidos quienes estaban en la barra.
•Compañera: Marcela, oye, podrías darme una mano afuera?. Es que me siento un poco cansada-. •Yo: ¡Pero estoy cobrando. Sabes que no puedo moverme de aquí!-. •Conpañera: ¡Por favor!.-Me suplica.-ademas esta panza no me ayuda mucho. Yo cobraré, no te preocupes. ¡Anda, prometo ayudarte después!-. •Yo: ¡Muy bien!. Solo porque quiero ser la tía consentidora.-nos sonreímos-.
Tomo la libreta, mi bandeja y la carta, dirigiéndome a una mesa donde se encuentra una pareja que pide les deje la carta antes de ordenar. Voy a otra mesa donde un hombre mayor pide un café. Me dirijo a la última antes de llevar los pedidos, donde se encuentra una figura masculina que me da la espalda, tomando el menú listo para ofrecérselo. Lo entregó, sin mirarle el rostro pero soy interpelada por un cliente que se despide de mi.
Antes de ver fijamente a quien se encuentra en la mesa, soy nuevamente interpelada por mi amigo Bartolomeo quien me pide ayudarle con algunas cosas. Sin dudar acepto, regresando a tomar ciertas órdenes de adentro y limpiar. **************************** Eran las 8 y el lugar ya no estaba tan lleno. Al voltear a ver hacia las mesas de afuera, reconozco al mismo hombre. Sentando en el mismo lugar y con la misma gabardina. Me encamino hacia él y preguntar si necesita algo más o si todo está en orden.
Estoy por acercarme pero alguien me interrumpe, haciéndome desviar mi mirada hacia la persona. Al poco tiempo miro nuevamente pero no hay nadie, cosa que no me hace sentir mal. Puede que haya estado esperando a alguien y lastimosamente no llegó. *******************************************
