...Capítulo 3...

4.1K 276 32
                                    

Los personajes que aparecen aquí son obra de la gran Naoko Takeuchi, la historia es creación de mi loca imaginación.

Prohibido copiar, transcribir, alterar, almacenar o publicar esta historia en cualquier plataforma o grupo, sin mi autorización previa y por escrito.

.

......

.

¿Qué estaba ocurriendo?

Serena se preguntaba con aprensión, qué quería decir Darien con "la boda puede comenzar" y por qué todos la estaban mirando a ella... y por último, dónde demontre estaba Minako, pues no podía verla por ningún lado.

Darien no le dio tiempo a hacer ninguna pregunta, la tomó del brazo con bastante rudeza y comenzó a caminar hacia la puerta de salida. Ella, aun confundida, intentó seguirle el paso para no caer.

―¿Que pasa milord... a dónde vamos? ―preguntó confundida. Él no contesto y siguió caminado sin siquiera mirarla, hasta que finalmente llegaron a la pequeña capilla ―¿Qué hacemos aquí? ―volvió a preguntar. No comprendía lo que estaba ocurriendo y volvió a recorrer con la mirada el lugar, pensando que en aquel momento se toparía con Minako, pero no, su hermana no estaba por ningún lado.

―Ya que no está su hermana aquí... usted tomará su lugar ―dijo finalmente Darien con la voz fría y severa, sin siquiera voltear a mirarla.

Serena sintió que el piso temblaba bajo sus pies, sin entender qué pretendía Darien con eso. Asustada, buscó a su padre con la mirada quien, a juzgar por su mirada, se encontraba en un gran debate.

―Lord Chiba, deténgase ―pidió Kenji.

―No se atreva a interponerse en mi camino, y esto va para todos: el que se atreva a hablar de lo que ha pasado aquí, se enfrentará a mi ira ―gritó, antes de dar la vuelta y detenerse frente al cura.

Ella entendía la amenaza perfectamente. No quería que nadie supiera que se había casado con la hermana equivocada, lo que evitaría la humillación al hecho de que Minako lo dejara plantado a unas horas de sus nupcias.

A Serena no le quedó de otra que aceptar, ante la mirada amenazadora de Darien, la de impotencia de su padre y la de dolor de su madre. Sabía que él lo hacía por venganza, aunque no sabía de qué clase.

Tal vez solo quería casarse con ella para después repudiarla y dejarla en casa a cargo de su padre, pues había escuchado que muchos hombres se casaban y abandonaban a sus mujeres, o quizás para humillarla mientras estuviera a su lado. No lo sabía, pero la perspectiva era desoladora.

Mientras el cura hablaba de las responsabilidades de una dama para con su consorte, Serena no pudo evitar dejar su mente volar, intentando por un segundo escapar de lo que estaba ocurriendo. Por un momento imagino que el hombre junto a ella en el altar era otro; un guapo rubio, de bellos ojos del color de los olivos, que siempre la miraban con esa extraña superioridad que embargaba todo su ser.

Sus ojos se humedecieron ligeramente cuando regreso a la realidad, cuando vio a Darien a su lado y se recordó que aquel hombre, el que había robado su corazón hacía ya algunos años, jamás seria suyo.

.

.

.

El banquete de bodas pasó como en una nebulosa. Había sido algo breve y muy deprimente, con sonrisas falsas y forzadas, acompañadas de miradas de reproche y compasión. Serena se encontraba sentada, casi completamente ajena a lo que ocurría, cuando de pronto, no estaba muy segura de cómo o por qué, se encontraba en medio del salón, bailando frente a Darien, la suave melodía que tocaba la banda.

Sublime castigoWhere stories live. Discover now