XI

395 52 36
                                    


Cerré la puerta de mi apartamento, soltando un suspiro de alivio al estar de nuevo bajo el mismo techo, entre las mismas paredes que de alguna forma me daban una tranquilidad y seguridad.

Dejé la pequeña maleta que había llevado a la boda con algunas pertenecías mías, y caminé hacia la cocina deseando un vaso de agua que calmara la sed que tenía.

Tenía una ligera capa de sudor que me hacía sentir pegajoso a causa del calor que estaba haciendo. La sola idea de tener que salir a correr un poco por el parque se me hacía jodidamente asquerosa, terrible, de lo peor, pero debía hacer un poco de ejercicio.

―Será mejor que me cambie―  Dije rindiéndome, dejando el vaso en el mesón de la cocina, para luego salir con pasos rápidos a mi habitación.
  

Un, dos, tres, un, dos, tres. ¡Oh mierda! una vez más... Un, dos, tres, un dos, tres. ¡A la mierda esto! me rindo.
  

Paré apoyando mis manos en mis rodillas, agachando mi cabeza mientras sentía que los malditos pulmones se me iban a salir del pecho. Odiaba hacer deporte, odiaba todo lo que tuviera que ver con cansancio físico, con correr y saltar, dinámicas estúpidas que detestaba hacer. Sí tan sólo tuviera alguien con el que tener sexo, me ahorraría todo esto. El sexo quema más calorías que cualquier cosa, el sexo es el mejor deporte del mundo, ¿no?
  

Limpié un poco el sudor de mi rostro, y caminé con pasos lentos y cansados hasta una banca, dejando caer pesadamente mi cuerpo. Los músculos me resentían ante los cinco minutos de trote que di, mi corazón aún latía agitado en mi pecho, y podía sentir cómo el calor en mi cuerpo parecía aumentar al estar en reposo, haciendo que el sudor se acumulara mucho más y gotas rodaran por mi rostro y cuello. Oh Dios, Oh Dios, necesito un baño con urgencia.

Tomé la botella de agua que había traído conmigo, y tomé hasta que sentí que me ahogaría si no me separaba a respirar tranquilamente. Miré el parque ante mí, observé las personas que parecían disfrutar de la tarde soleada.

Llevé una vez más mi mano a mi rostro, y limpié un poco la humedad que cubría mi piel. Gruñí en protesta, parándome, decidido a volver a mi apartamento y tomar un baño.

―¿Ri?―Me giré con los ojos abiertos, alarmados y sorprendidos al escuchar esa voz. Mis ojos se encontraron con los de JiYong e inevitablemente agaché mi cabeza al darme cuenta que era él, que en verdad él estaba parado frente a mí, y yo, ¡oh Dios, estaba hecho un desastre! ―Hola.―

―Hola― Respondí acomodando un mechón de pelo travieso, atreviéndome a mirarlo por unos segundos.

―Tú, hmm. No sabía que hacías deporte― Dijo sonriendo un poco. Negué rápidamente con la cabeza, sintiendo mis mejillas acalorarse más de lo que estaban a causa del calor que tenía.

―No me gusta hacer deporte… Recomendaciones médicas― Dije mordiendo con fuerza mi labio, mirando en dirección al edifico, justo donde tenía que irme.

―¿Recomendaciones médicas? ¿Algo grave?― Preguntó un poco sorprendido, y a la vez preocupado.

―Oh, no, no. Nada grave…― Respondí en un susurro, frunciendo el ceño. Nada grave por el momento.

―Hmm. Ok, tú, hmm, te dejo para que sigas corriendo y eso― Dijo dando un paso hacia atrás.

―Ehm, no― Dije haciendo un movimiento de mano―  Es suficiente por hoy, estoy todo sudado y ugh.― Dije haciendo una mueca. Ji me miró y rio, negando con su cabeza.

―Entonces no te molesta si nos vamos juntos. Al final, también volvía al apartamento.

Asiento sin saber qué más decir, y ambos nos encaminamos hacia el edifico.

Chico Malo // NyongtoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora