Capítulo 23: "La esperanza".

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Matt bajó volando las escaleras y abrió la puerta de la casa a tiempo de ver alejarse el coche de Holly.

Rápidamente recogió las llaves del suyo, dispuesto a perseguirla. Le llevaba una buena ventaja, pero su coche era mucho más potente.

Sin embargo, antes de que pudiera sentarse al volante, dudó y de detuvo en seco. Sus palabras finales seguían resonando en su cabeza, acallado su reproche de que le había estado mintiendo sobre su hija. Phoebe si era niña, Andrew si era niño.

Se sentó en unos de los sofás y hundió la cabeza entre las manos. ¿Qué diablos había hecho? ¿Todo había sido para nada? Miró a su alrededor, contemplado los frutos de su éxito. La casa que había levantado como un monumento a su éxito y a su poder, al igual que había hecho Ryan Mackenzie. Nada de eso podía corregir errores del pasado. Nada de eso podría devolverle la vida de su padre y de su hija. Ninguna cantidad de dinero podría llenar el vacío que ahora existía entre él y la mujer que amaba, la mujer que había perdido y que había vuelto a recuperar para volverla a perder. Y, sí, finalmente podía reconocer a sí mismo que la amaba, que probablemente nunca había dejado de amarla.

Era mortificante reconocerlo, pero Holly tenía razón en muchas cosas. Cuanto más se había empeñado en destrozar a Mackenzie, más se había vuelto como él. ¿A dónde había ido a parar su ternura, su compasión? ¿O el sentido del honor que su padre había procurado imbuir a su familia?

Había perdido todo aquello por culpa de una inmensa necesidad de venganza que había terminado volviéndose en su contra. Ryan Mackenzie había jurado ciertamente un papel en la muerte de su padre, pero la reacción de éste en sus particulares circunstancias había sido responsabilidad suya. Había reaccionado con impulsividad, como correspondía a un hombre de su carácter. Si se hubiera tomado su tiempo en asesorarse con un abogado, habría descubierto que tenía derecho a una compensación, en lugar de dejarse arrastrar por el pánico y obedecer a impulsos que había terminado por acarrearle la muerte.

Finalmente, Matt estaba empezando a ver a su padre como el hombre que había sido, sin la influencia de Mackenzie.

El pasado era justamente eso, pasado. Había llegado el momento de asumir las propias responsabilidades. De buscar otra solución que no fuera una venganza, que hasta el momento no lo estaba llevando a ningún lado y solo estaba perdiendo a la mujer de su vida y a su nuevo bebé.

Tenía que haber una solución porque esa vez sería para siempre. Un futuro sin Holly resultaba absolutamente inconcebible.

Se levanto y abrió su laptop. Buscó la información sobre el crédito de MacCom y, durante un buen rato, sus dedos volaron sobre las teclas mientras daba órdenes necesarias. Así estuvo hasta que el sol se hundió bajo el horizonte. Finalmente sonrió, tenía un plan. Primero, quería ver la tumba donde reposaba su hija, necesitaba cerrar aquella puerta al pasado antes de seguir adelante.

Marcó el número de Holly en su celular. Tardó en contestar, y cuando lo hizo fue una voz ronca, llorosa. El corazón se le encogió, consciente de que él había sido el culpable de que estuviera llorando. Aspiró profundamente.

-¿Holly?

La oyó suspirar al otro lado de la línea.

-¿Qué quieres, Matt? Si no es estás preparado para darle una nueva oportunidad a MacCom, ya puedes colgar. Hasta que lo hagas, no pienso hablar contigo. ¿Está claro?

-Claro como el cristal. Pero antes de que acceda a prorrogar el plazo de la hipoeca, necesito dos cosas de ti.

-¿Entonces nos vas a conceder un nuevo plazo?

Dulce Venganza ©Where stories live. Discover now