08. Compromiso.

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El arrepentimiento y la tristeza son emociones que el alfa Jung Hoseok no soporta.

Se ha acostumbrado a todo ello, igualmente, porque es él quien está en el cuarto de Taehyung (que parecía más bien una habitación de hospital a esas alturas) cada instante, vigilando que no le pasara nada o limpiando sus lágrimas cada escasos minutos. Se acostumbra a estar entre pañuelos y miradas tristes y corazones rotos a pesar de que él era todo palabras suaves y sonrisas y felicidad.

En el tiempo que cuida a Taehyung se da cuenta de muchas pequeñas cosas que le hacen sentirse miserable y culpar a terceros cuando no debería, pero él está ahí, postrado en la cama con su vida pendiendo de un mísero hilo rojo que está medio roto; y Hoseok no puede evitar arrepentirse de cosas que él mismo había hecho antes y recién se daba cuenta de que le habían dañado a él, a Taehyung, a alguien que no tiene la culpa de nada.

Tiene su pizca de gracia, en realidad, la manera en la que uno no aprecia todo lo que tiene hasta que está a segundos de perderlo. Pero la culpa no es de Hoseok. Quién hubiera pensado que alguna vez podría perder el Sol y la Luna al mismo tiempo. Nunca se le habría venido siquiera el fugaz pensamiento de poder llegar a perder a Taehyung. Y eso sí que no tiene gracia porque es justo ese día en el que se da cuenta de lo frágil que puede llegar a ser el ser humano y la facilidad en la que se te escapa lo más hermoso de la vida por las puntas de los dedos y no tienes siquiera la posibilidad de acariciarlo para traerlo de vuelta. Te es arrebatado y no hay nada que puedas hacer para recuperarlo.

Ese día, Taehyung tiene un peculiar dolor en el pecho que es mucho más persistente que el de otros días y no puede dejar de soltar punzantes gemidos de dolor que hacen que el corazón de Hoseok se rompa.

—Hobi —susurra cuando vuelve a recuperar el aliento—, ¿crees que Jimin me echará de menos?

El nombrado, que está sentado en una silla al lado de la cama, con la mano de Taehyung entre las suyas propias, le mira con las cejas fruncidas y una mueca de triste cansancio. El chico no tenía la culpa de nada porque no puede hacer nada respecto a los lazos, pero a Hoseok le hierve la sangre cada vez que abre la boca y todo lo que puede decir es sobre Jimin, que encima se ha ido a no sé qué sitio secreto para pensar.

A la mierda Park Jimin, como Jung Hoseok le volviera a ver, no saldría con vida.

—Estoy seguro de que no puede sacarte de su cabeza —le miente con cuidado sólo para poder volver a verle sonreír porque, joder, ¿y si era esa la última vez que Taehyung podría sonreír?

—Ojalá viniera a verme —pide en un muy bajo murmullo, cerrando los ojos con calma, sus labios completamente secos cuando pasa su lengua por ellos en busca de confort—, ahora mismo. Le echo de menos —y Hoseok lo sabía de sobra, porque no había segundo en el que no se lo recordara—, mucho. Pero lo que más echo de menos es la marca, ¿sabes? Nuestro lazo hacía que me sintiera protegido de cierto modo porque me recordaba que le pertenezco a alguien. Y es tan aterrador estar tan solo.

Y lo es, Hoseok comprende mejor que nadie lo que duele estar solo porque él había estado completamente solo toda su vida, desde que tiene memoria. Taehyung no podía hablarle a él de soledad y de estar mal con uno mismo, no a él; a él le hubieron abandonado de pequeño en la calle sin mediar palabra alguna. Eso es estar solo. No tener a dónde ir, dormir en la calle hasta que alguien te recoja y te dé un lugar donde estar y comida y, Dios, ser tratado justo como un perro sucio. Pero Hoseok también sabía que cuando uno rompe un lazo siente todo ello de la misma manera, quizás peor, incluso, porque Taehyung no está solo pero sí que siente que lo está. Y Hoseok simplemente había estado solo y lo sentía pero estaba acostumbrado.

Para el momento en el que Taehyung ha dejado de hablar, Hoseok le levanta sin necesidad de mucha fuerza de la cama hasta que está sentado sólo para abrazarle porque Taehyung está llorando mucho y muy fuerte y Hoseok siente que se le va a acabar el aliento de un momento a otro entre lágrimas. Pero sus manos viajan sin pensarlo siquiera a su cabello sólo para acariciarle y tranquilizarlo un poco, y parece surtir efecto porque Taehyung parece dejar de temblar en su pecho.

—Si de verdad me estás diciendo que echas de menos el sentirte marcado —dice paulatinamente, y ni siquiera está pensando lo que está soltando por la boca—, si de verdad es así... Puedo arreglar eso. En este mismo instante.

El abrazo de Hoseok se hace cada vez más vago y Taehyung se escapa de éste con suma facilidad sólo para mirarle a los ojos, estupefacto porque, sinceramente, a Taehyung nunca se le habría cruzado por la cabeza el que Hoseok, su Hobi, creara un lazo con él. Podría haber sido egoísta, haberlo pensado, habérselo pedido antes, incluso, ¿pero quién es Taehyung para quitarle a Hoseok la libertad de esa cruel manera?

Taehyung duda antes de hablar.

—Quiero dejar de sentirme tan mal —reconoce con mirada triste e incapaz de seguir mirando a Hoseok a los ojos—, tan solo, tan desolado y asqueroso —y el contrario aprieta los párpados con fuerza, no puede soportar ver cómo, en su estado, dice tal cosa—. Así que, si me prometes que eso me hará volver a sonreír, aunque tengas que perder tu libertad por alguien como yo... Hazlo. Crea el compromiso. Márcame.

Y Hoseok sólo necesita respirar hondo para mentalizarse y poder abrir los ojos de nuevo. Aún tiene a Taehyung cerca, entre sus brazos, así que no le cuesta nada poner una mano en un lado de su cuello mientras se inclina en la parte contraria y respira justo ahí su aroma. Se relame los labios e intenta convencerse de que lo que está haciendo no es una completa locura y no está perdiendo la cabeza según pasan los segundos y respira el triste perfume de Taehyung. 

No sabe muy bien cómo hacer aquello, había de reconocerlo, así que antes de nada deja un leve beso en la zona para indicarle a Taehyung que iba a hacer aquello, que eso estaba ocurriendo de verdad. Cuando hinca los dientes en la zona, Taehyung se encuentra a sí mismo cerrando con fuerza los párpados ante el dolor. Por unos segundos no ocurre nada y el cuello comienza a quemarle, pero de repente hay un pequeño chispazo azul que les une y Hoseok no puede separarse de él por un largo rato. Una vez es capaz de alejarse escasos centímetros, observa los ojos entreabiertos de Taehyung y su boca abierta, en busca de aire. Susurra algo que Hoseok no es capaz de oír del todo bien y, justo después, se desmaya en sus brazos.

Hoseok diría que entra en estado de shock al principio, pero está tan ido por la fuerza inicial del lazo que no puede alterarse cuando Taehyung se desmaya. Cuando entra en razón, minutos después, se levanta de la cama con cuidado y abriga al chico antes de salir a tomar un respiro lejos de esa habitación. Tiene la cabeza en las nubes pero el sonido de la puerta principal le saca de su ensoñación sólo para fruncir el ceño cuando ve a Jimin entrar junto con Jungkook.

—No te lo vas a creer —comienza a decir Jimin, entusiasmado, con estrellas en los ojos; Jungkook parece más bien asustado mientras se esconde tras su espalda—, pero tenemos que contarte algo. Algo importante, casi mágico.

Justo antes de que continúe hablando, Hoseok le hace una señal con la mano para que pare el carro y Jimin no tiene más remedio que hacerle caso porque, definitivamente, no es normal que Hoseok esté tan callado y serio. Cuando el silencio ha tranquilizado a los tres chicos, Hoseok no sabe de dónde saca el coraje para decir lo que dice, pero sólo enunciarlo en voz alta le desgarra las cuerdas vocales y le rompe el corazón.

—He marcado a Taehyung.

Jungkook abre los ojos de sobremanera, asombrado. Jimin deja de respirar por un momento. Pero, si se supone que aquello era una buena noticia, que aquello iba a salvarle la vida a Taehyung, ¿por qué Hoseok se estaba sintiendo tan mal?

© kanekiishappy.

El mito de las sirenas ➳ JiKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora