41. Fuerzas.

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-Narra Isabel-

Me desperté y luego de cambiarme y desayunar subí a realizarme el primer control y luego a tener la charla con el nutricionista.

Mientras el nutricionista hablaba mis lágrimas caían. Mi mente estaba negada a recibir toda aquella información. Debía hacer las seis comidas diarias y comer variado. Comer, tan solo la acción de hacerlo me daba asco.

El doctor Rosetti me explicaba las miles de razones que había cuando me armo el plan de alimentación pero yo no escuchaba ninguna.

Doctor: Isabel escúchame. En el parte médico que me pasaron figura como que tu peso es de 45 kilos. Para tu altura es un peso muy bajo. Debes comer.
Isabel: ¡No quiero! -dije llorando-
Doctor: Isa por favor, este tratamiento depende de ti. Debes comer y hacer todo lo que te piden. Queremos tu bien tan solo.
Isabel: ¿Mi bien? ¿Una persona que no me conoce quiere mi bien? ¡Es absurdo!
Doctor: eres una joven hermosa con un futuro por delante, no podemos permitir que esto te quite todo eso.
Isabel: Usted no entiende absolutamente nada. -respondí con bronca-
Doctor: Entiendo perfectamente tu situación. Dime algo... ¿Qué es lo que quieres en este momento?
Isabel: salir de aquí. Estar con mi familia.
Doctor: si quieres eso sigue el tratamiento al pie de la letra y verás que en poco tiempo estarás con ellos como tú quieres.

No dije nada y una vez que terminó la consulta subí a mi habitación. Camila estaba allí esperándome con una sonrisa.

Camila: ¿Qué pasó Isa? -preguntó una vez que me vio llorando-
Isabel: nada Cami. -sequé mis lágrimas- no quiero hablar de eso. Quiero estar sola.
Camila: hay alguien que te está esperando en el patio.
Isabel: ¿A mi?
Camila: Si.
Isabel: ¿Quién? -pregunté emocionada-
Camila: me pidió que no te diga. Es una sorpresa así que ve y averigualo tú.

Con ansias lave mi cara y acomode mi cabello. Luego de ello baje los pisos que me separaban del patio. Al llegar no vi a nadie. No entendía nada ¿Acaso era una maldita broma? ¿Un juego?

Suspiré y cuando quise irme sentí dos manos cubrir mis ojos. Mi corazón galopaba con fuerza.

Isabel: ¿Quién eres? -pregunté con interés y demasiadas ansias-

El desconocido murmuró "alguien que te quiere mucho" era la voz de un hombre. Podía distinguirla.

Isabel: ¿José Manuel? -volví a preguntar demasiado ansiosa-

Aquel desconocido quito sus manos de mis ojos y me di vuelta. Era Él. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Lo abrace fuertemente
y Él hizo lo mismo.

José Manuel: hola bonita.
Isabel: te extrañe tanto. -dije con mi voz quebrada-
José Manuel: y yo a ti pero aquí estoy.
Isabel: me quiero ir contigo. -dije tratando de que me entienda a pesar del llanto-
José Manuel: no puedes mi vida. Te tienes que quedar aquí y cumplir con el tratamiento.
Isabel: no puedo sola.
José Manuel: no estás sola. Yo estoy con vos.

Nos alejamos y Él secó mis lágrimas con las yemas de sus dedos. Disfrute de sus mimos. José Manuel no dejaba de darme aliento y fuerzas para seguir. Necesitaba de Él, sin duda a su lado me sentía en paz.

Me salvaste. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora