51. Narrado

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Justin había visto la publicación que daba finalmente con el paradero de su esposa.

Había pasado un año y medio desde su separación, donde él nunca supo ni una sola cosa sobre Jade. Se sentía deprimido, la había buscado y llamado tanto, que nunca la encontró.

Así que en cuanto pudo, pidió un viaje en jet privado directo a Atlanta. En cuestión de cuatro horas estaría ahí.

¿Cómo la encontraría?

Esa era la pregunta que estaba carcomiendo la mente de Justin.

—Jade... Jade... Jade...—susurraba el canadiense mientras hacía un sonido repetitivo con la punta de su dedo índice sobre una mesa.

Una vez en Atlanta, Justin no sabía por donde partir. Se sentía abrumado, cansado y a la vez frustrado.

Hasta que recordó a su amiga, Clare, quién rentaba varios apartamentos de un mismo edificio.

Justin se metió a Instagram rápidamente, y comenzó a buscar en sus conversaciones de Direct la dirección.

justinbieber: ¿Y dónde queda eso? Podríamos hacer unas mini vacaciones para desconectarnos de todo.

jxde.vxlentine: Queda en la avenida 53, en Atlanta, Georgia. El edificio Wallaby. Ella renta el 118, 119, 140, 184, 1906 y el 2008.

Cerró la aplicación rápidamente, buscó por Google maps que tan lejos quedaba el edificio Wallaby. Sabía perfectamente en que departamento estaba, el 2008, era igual a su cumpleaños. El veinte de agosto.

Fue lo más rápido que pudo en un Uber.

Al llegar, había un edificio de ocho pisos, según lo que sus ojos mieles contaron. Entró a la recepción, atrás del mostrador se encontraba un hombre corpulento, de unos sesenta años, pelo canoso y bigote. Éste lo miró atento.

—¿Cómo lo puedo ayudar, jovencito?—preguntó con cortesía y a la vez felicidad.

Justin carraspeó.

—La señorita Jade Valentine vive en el apartamento 2008, ¿cierto?

El caballero asintió.

—Si, y su...—el señor iba a seguir hablando pero él no interrumpió.

—Amiga, Clare.

El señor rió y negó.

—Me refería a su...—bajó la mirada ante la desesperante pose de aburrimiento de Justin.—Suba, por favor.

Justin corrió hasta las escaleras y subió hasta el piso dos. Comenzó a buscar desesperado el número cero ocho. Hasta que lo encontró. Corrió aún más hasta él. Tocó la puerta, escuchaba como se acercaban. Su corazon latía desesperado.

Hasta que ella, Jade, abrió la puerta.

La respiración de ambos se cortó en cuanto se miraron.

—Jade.

—Justin.

Ambos susurraron, uno seguido del otro.

—Papi.

Justin bajó un poco la mirada, un pequeño de ojos mieles y cabello castaño le extendía los brazos. Jade lo miró sorprendida, era su primera palabra.

—Jesse...—murmuró mientras lo miraba. El pequeño no paraba de removerse y salir de entre los brazos de su madre para entrar en los de su padre.

Justin se acercó y lo cogió. Lágrimas comenzaron a asomarse violentamente por sus ojos. El pequeño Jesse se tranquilizó al sentir el olor de su padre por primera vez.

—Papi.—repitió mientras se acomodaba en su pecho.

Jade se apartó de la puerta y le hizo un gesto para que pasara. Todavía estaba shockeada.

Por otro lado, Justin solo se limitaba a darle besos a su hijo. Acariciaba su suave mejilla y su pequeña espalda. Jesse rodeó el cuello de su padre con sus brazos mientras Justin se adentraba en el departamento, se sentó en el sofá que encontró al caminar unos pocos pasos.

Jade cerró la puerta y se apoyó en ella, tratando de analizar lo que estaba ocurriendo. Cerró los ojos y suspiró. Se preparó mentalmente para lo que seguía. Se dirigió a donde Justin estaba con Jesse en brazos.

Ella se apoyó en una pequeña mesa que había. Él no se atrevía a mirarla, solo quería admirar a su hija.

—¿Por qué lo ocultaste?—preguntó dolido mientras le colocaba un chupete a su hijo para que durmiera.

—Nos separamos.—comenzó a decir la pelinegra, suspiró nuevamente.

—Esa no es una razón válida como para ocultarle a su hijo a una persona, ¿no crees?—espetó molesto. Jade comenzó a llorar involuntariamente.

—Sólo te casaste conmigo por dinero, además me engañaste con Sofia.—sollozó. Justin admiró como su hijo iba cerrando sus ojos miel poco a poco.

—Sé lo que hice, Jade. Pero no sabes cuánto me arrepentí luego, me enamoré de ti. Pensaba que nunca te tendrías que enterar de aquella manera. Yo mismo te quería contar. Pero lo que tú ocultaste fue mucho peor.—Jesse cayó rendido en los brazos de su padre.

—¿Crees que no lo tengo claro?—susurró débilmente.

—¿Entonces por qué lo hiciste?

Jade negó mientras​ bajaba la cabeza.

—Creo que es hora de que te vayas.—sentenció.

—No me iré.—habló secamente el rubio.—Ya he estado mucho tiempo sin mi hijo como para que me lo quites nuevamente.

—No te quiero aquí, Justin.—Jade comenzaba a desesperarse. La presencia de su esposo la ponía completamente loca.

—¿Sabías que es de mala educación echar a alguien de su casa?—ella se cruzó de brazos. Justin la miró.—Te vez exhausta.

Jade asintió.

—Es porque lo estoy.—respondió.

—Me iré con Jesse a un hotel. Quiero pasar los siguientes días con él, así aprovechas para dormir y descansar.—sentenció el rubio.

—Pero...

—Pero nada. Es mi turno.

Jade apretó los labios y asintió.

—Prepararé su bolso.

Jade se adentró en las habitaciones mientras no esperaba respuesta alguna de él.

Luego de unos veinte minutos, regresó con un bolso verde de Winnie The Pooh. Se lo entregó, Justin lo cogió feliz y lo dejó a su costado.

—Gracias.—murmuró.

—Adentro viene un sobre grande con su fórmula. También está su horario. Cuídalo mucho, por favor.

Justin asintió mientras se acercaba a la puerta

—Adiós, Jade.

La susodicha le dió un beso en la mejilla a su pequeño hijo.

—Adiós, pequeño. Ve con Papi.

Y sin más, Justin se fue con un completamente dormido Jesse en sus brazos.

«No lo puedo creer, soy padre.»

Instagram; Justin BieberWhere stories live. Discover now