Sugar Daddy.

Toda historia tiene un principio.

Acepto.
Prometo no estar con alguien más mientras esté contigo.
Era el pensamiento que se repetía aquél hombre ya al estar interesado en su primer hombre.
D, él no le gustaba su nombre por lo que prefería que lo llamen así en público; y en la privacidad, en ese espacio quería que lo llamasen "Daddy".
Samuel pasó un labio contra el otro para humedecer, estaba nervioso, pero sabía que si firmaba muchas cosas mejorarían pese a que eso significaba renunciar a contarle a sus familiares los cuáles le dieron la espalda.
Samuel tomó finalmente en bolígrafo y con decisión firmó.
D sonrió.
Tomó aquél documento el cuál Samuel podría cancelar cuándo él quisiera, pero también debía de guardar silencio ya que no todos lo comprenderían y de paso Daddy no quería que se enteren.
Samuel tomó su única posesión su  diario.
-Ven, vamos.
Daddy seguiría primero para ir a aquél carro el cual indicaría el camino a casa, esa que no tenía Samuel.
El camino fue silencioso.
Samuel no hablaría.
Llegaron.
Daddy le leyó esa parte en la que decía: Cada vez que quiera estar contigo no te opondrás, sin importar la hora día, lugar.
Sin embargo Daddy no sé aprovecharía de aquél momento en el que Samuel se mostraba incomprendido.
Será otro día.
Todo a su tiempo, pensaba Daddy Al enseñarle en cuarto, el inmenso cuarto que Samuel compartiría con él.
Samuel se dejó caer en la vista tras el espejo que mostraba su cara distante de aquél presente.