Capítulo 11

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―Ya es tarde, ¿has comido algo? ―Pregunto

Me sentí avergonzada, Julian se había levantado del sillón y yo aun seguía con los ojos cerrados, de inmediato mis mejillas cambiaron de color y mi cara mostraba desilusión. ¿Por qué?

―No, aun no ―Dije abriendo los ojos y agachando la mirada.

―¿Te parece si salimos o ya ha sido mucha calle por el día de hoy? ―Dijo tomando mi mentón para que yo pudiera mirarlo de frente.

―Como tú quieras ―Dije con media sonrisa.

―Saldremos ―Dicho esto el busco las llaves del coche.

―Espera, solo deja arreglarme un poco ―Camine hacia mi habitación pero él me detuvo.

―Luces bien ―Acomodó mi cabello ―Ahora luces perfecta.

Odiaba que él me mirara con tanta ternura porque yo no podía corresponderle de la misma manera.

Odiaba que él me mirara con tanta ternura porque yo no podía corresponderle de la misma manera

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Escuche como el despertador sonaba. Lo había programado para bajar a la playa y contemplar el amanecer.

Quería evitar que Julian se pusiera como loco al descubrir que no estaba en casa, tal como había hecho el día anterior; así que deje una nota en su buro.

Desactive la alarma de la casa con sumo cuidado para evitar que Julian la escuchara. Una vez fuera pude notar como el cielo aun estaba obscuro, aun no pasaban de las 5:30 de la mañana. Camine hasta la roca que quedaba de frente a casa y me senté.

Las olas apenas llegaban a mis pies, el agua estaba muy fría pero me relajaba. Minutos después giré mi cabeza al sentir que alguien me miraba. Julian venia caminando en dirección a mí.

―Vi tu nota ―Dijo sonriendo ―Gracias por dejarla, de otra manera no se que habría imaginado esta vez.

―Seguramente habrías imaginado que había tomado tu descabellada idea de irme a Nueva York.

―Si, de hecho. ―Se sentó a mi lado. ―Me sorprende que hayas venido a esta roca. Imagine que estarías caminando por toda la orilla.

―En realidad quiero contemplar el amanecer ―Le dije mientras lo miraba.

―Ya veo ―Fijo su mirada en mi.

Sentí como la mano de Julian cubría la mía lentamente. Para asegurarme de que no fuera producto de mi imaginación mire hacia abajo y encontré que efectivamente su mano estaba sobre la mía. Ni siquiera supe porque pero levante mi vista y él me miraba fijamente como esperando que yo quitara mi mano y me alejara de él. Pero no lo hice. En lugar de eso me quede quieta, mirando las olas.

―Es hermoso, ¿no crees? ―Entrelazo sus dedos con los míos.

―Si, lo es. ―Dije en apenas un susurro.

―Oriana ―Se puso de pie y me miró fijamente.

―¿Qué pasa Julian? ―Sentí como mi corazón se aceleraba impacientemente.

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