CAPÍTULO 1

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Era una fría noche de invierno cuando Blaine Anderson salía de la oficina junto con un par de amigos. Esa noche no era tan común como las otras, era el cumpleaños de Stella, su novia. Sin embargo Blaine lo había olvidado por completo.

– Blaine, ¿Qué dices si vamos a comprar un pastel? Uno muy grande para que no se moleste–. Intentaba animarlo uno de sus amigos en el ascensor.

– No le gusta, tal vez algo más pequeño–. Respondió.
La cara de preocupación de Blaine les hacía sentir pena a sus amigos. Después de todo sólo era un cumpleaños, lástima que Stella no lo viera de esa forma.

– ¿Tienen suficiente gasolina? Será un viaje largo–. Preguntó el mismo chico.

– Yo los llevaría pero no sirve una de mis luces traseras, llamaré al taller–. Dijo otro de los chicos junto a Blaine. – Scott, acompáñalo por algo para Stella; y Blaine, suerte con ella.

–Espera Chase, ¿a dónde vas? – Preguntó Scott.

– Pasaré a visitar a la secretaria del piso 3 –. Dijo y salió del elevador acomodándose la corbata.

– Él debería saber que está casada–. Rió. Pero al no obtener respuesta del moreno prefirió callarse.

– ¿Para qué quieres tanta gasolina? - Preguntó Blaine dirigiéndose junto con Scott al estacionamiento.

– Por la hora ya deben estar cerradas todas las pastelerías cercanas, tendremos que buscar una en línea. Aguarda–. Dijo Scott mientras sacaba su móvil y pedía que buscara "Pastelerías"

– ¿De qué hablas? Hay una cerca que según sé cierra en... ¡15 minutos! –. Dijo mientras subía rápidamente a su auto. –¿Vienes o no?

Scott lo miró un tanto confundido hasta entender a cual se refería su amigo.

– Blaine, me encantaría pero no es buena idea–. Respondió dudoso sin subir al auto.

– ¿Seguro? Debo irme ahora–. Insistió el moreno.

– ¿De verdad quieres ir a la pastelería Hummel? – Preguntó Scott mientras Blaine asentía.

– Debes estar loco. Te echará más rápido de lo que puedes decir "magdalena."

– ¡Vamos!, no puede ser tan malo.

– No por nada le asocian con Scrooge, además nunca se le ha visto con amigos o familiares. Lo que es una pena–. Respondió Scott soltando un gran suspiro.

– ¿A qué te refieres?

– Es Joven. Y apuesto.

– ¡Tonterías, Scott! – Se burló Blaine.

– Cuando lo veas me entenderás. Y si de algo sirve, hay otra pastelería abierta toda la noche a 1 hora de aquí –. Dijo viendo en su móvil los resultados de su búsqueda reciente.

– Te veo mañana–. Se despidió Blaine, quién manejó a toda velocidad hasta la "Pastelería Hummel" .

Al llegar pudo notar todas las luces apagadas, sin embargo aún no cerraban, lo cual era un gran alivio. Salió del auto y se dispuso a entrar. "No puede ser un gruñón" se decía a si mismo empujando la puerta.

– ¡Ya está cerrado! – Dijo una voz del otro lado del oscuro mostrador.

– Pe..pero no estaba el cartel de cerrado y tampoco lo estaba la puerta–. Justificaba Blaine.

– Lo haría en unos minutos. Pero ya es tarde, debe irse–. Insistió una suave voz malhumorada.

– ¡Por favor!, sólo necesito una docena de Magda...

– ¡Fuera! – Grito el hombre mientras se dirigía hasta donde se encontraba el moreno.
Blaine al recordar lo que dijo Scott: "Te echará más rápido de lo que puedes decir "magdalena" no pudo evitar reírse, lo cual enfureció por completo al dueño.

– ¿Te crees gracioso? Puedes escuchar, ¿cierto? Dije "F-u-e-r-a"

– Lo siento, es sólo que olvidé el cumpleaños de mi novia y necesito llevar algo delicioso para que me perdone –. Decía Blaine, mientras miraba a la sombra frente a él con una mezcla de miedo y sinceridad.

– Qué terrible novio–. Respondió el hombre, mientras esbozaba una sonrisa. La cuál Blaine pudo ver gracias a la luz de un auto que pasó.

– ¿Podría ayudarme a no ser tan terrible? Pagaré el doble si lo desea–. Insistía Blaine, mientras más se tardara más furiosa se pondría la chica en su departamento.

– ¿Magdalenas, cierto? Acompáñeme–. Dijo el hombre mientras caminaba entre la oscuridad, la cuál logró esfumar un poco al prender un par de velas en el mostrador.

– ¿No sería más fácil si enciende la luz?

– ¡Magnifico! Nunca se me había ocurrido–. Respondió de espaldas al moreno, sarcástico.

Al girarse para mirar a su impuntual y nuevo cliente se formó un silencio un poco incómodo. Por un lado Blaine estaba encantado con los hermosos ojos azules del dueño, y por otro el ojiazul se sentía incómodo por la forma en la que Blaine lo miraba. Hubieran durado más tiempo en silencio pero el inoportuno sonido de lluvia sacó a ambos de sus pensamientos.

– Pronto saldrán del horno–. Habló finalmente el ojiazul.

– Creí que tendría hechas algunas–. Respondió Blaine aún sin poder dejar de mirar los ojos del otro. Scott tenía razón, Hummel era realmente apuesto.

– No eres de por aquí, ¿cierto? –Dijo el ojiazul mientras arrugaba la nariz.

– ¿Por qué lo dices?

– Todo lo que preparo se termina durante el día, lo cuál sabrías si fueras de aquí. Además, nadie viene retando a la suerte–. Dijo mientras se encogía de hombros.

– Me mudé el año pasado. Pero nunca había tenido necesidad de comprar repostería–. Aclaraba Blaine mientras tomaba asiento en uno de los bancos altos, cerca del mostrador.

– Querrás decir, no tener otra opción que venir aquí. ¿No? –. El ojiazul se dirigió a la parte trasera del lugar, probablemente sería dónde ocurría la "Magia".
Poco después volvió con dos charolas llenas de magdalenas sin decorar.

– Huele delicioso, ahora entiendo porqué se termina todo–. Dijo Blaine ignorando el movimiento en su estómago.

– ¿Tienes alguna idea de cómo quieres el diseño? – Preguntó el ojiazul mientras preparaba algunas duyas para comenzar su arte.

– Es algo tarde. ¿Puedo llevarlas sin decorar? – Preguntó Blaine, aún preocupado por la hora que era.

– No es lo común pero debes esperar a que enfríen un poco para ponerlas en una caja.

 
La lluvia seguía intensificándose mientras más tiempo pasaba, a pesar de que el auto de Blaine estaba afuera, no era nada seguro manejar en ese clima.

– La lluvia parece interminable–. Decía Blaine mientras ponía su cabeza sobre manos, cómo señal de aburrimiento y derrota–. ¿Te importaría si espero aquí?

– Mmm... sólo si puedo decorarlas.

– ¿Disculpa? – Blaine se perdía en sus pensamientos.

– Los pastelillos, ¿puedo decorarlos?

– Ah, seguro. Por cierto, soy Blaine. – Dijo mientras estiraba su mano como presentación.

Kurt.
 
 

Avance:

"– Escuché que todo ahí era bueno, ¿Pero quién quiere volver con Scrooge?

– No entiendo porque el apodo. Él es lindo hasta cierto punto–. Justificaba Blaine intentando no sonreír al decir lo último."

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