Columpio

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Eran tan solo las 5 de la mañana cuando ocurrió aquel inesperado encuentro. El pelimorado caminaba con la mirada baja, siendo mojado por las tenues y cristalinas lágrimas del cielo. Iba a paso lento, no tenía rumbo fijo. No podía pensar en otra cosa que no fuera su maestro, aquel chico de cabellos turquesas, lindos ojos esmeraldas y bronceada piel que poco a poco estaba tomando control de todo su cuerpo, especialmente, su corazón. Cada vez que se imaginaba al menor en edad dedicarle una de esas deslumbrantes sonrisas encantadoras, sólo para él, cuando se sonrojaba hasta el punto de llegar a sus orejas cada vez que se acercaba tanto a él para tocar sus narices... cada una de esas risillas nerviosas que soltaba con tanta regularidad que le sacaba de alguna forma una boba sonrisa y un ligero sonrojo en sus mejillas... justo como en ese momento... eran unas de las pocas cosas que hacía el peliazul ganando y conquistando indirectamente el corazón del pelimorado.

Tras unos instantes se dio cuenta de que estaba parado en medio de la acera por la que paseaba, con una mano en su pecho y la otra en su mejilla izquierda, notando la elevada temperatura de esta. No evitó reírse ligeramente por tal situación. Realmente parecía un niño pequeño que apenas conocía estos pequeños sentimientos que al paso del tiempo iban en aumento. Siguió caminando hasta llegó al parque en donde empezó aquella linda amistad con su querido maestro. Sin pensarlo dos veces se adentró en aquel bello aunque pequeño espacio lleno de árboles, flores y mucho aire fresco. Se dirigió hacia lo que era el parque infantil, en donde los niños jugaban y se divertían mientras sus padres los vigilaban desde los bancos de alrededor. Se acercó hacia uno de los columpios. Cuando era más pequeño le encantaban los columpios. Desde que se metían con él, se convirtieron en su principal lugar de desahogo. Se sentó en uno de los columpios, dándose un poco de impulso con los pies, pero son despegarlos del suelo. Su melena morada tapaba su rostro si lo veías de perfil, evitando poder ver una pequeña sonrisa plasmada en su rostro, pues por su mente se había pasado una imagen de él junto al chico de turquesas cabellos, dándole impulso en el columpio, haciendo que llegara muy alto, ambos riendo muy felices. Tan absorto estaba en sus lindos pensamientos que no se percato de que alguien estaba situado justo detrás de él.

- ¡Hola, Bonnie!- el sujeto tomó las cadenas del columpio entre sus morenas manos, se puso de puntillas y se colocó sobre la cabeza del contrario, notando cómo éste se sobresaltaba y miraba hacia arriba encontrándose con sus verdes ojos.

- ¿M-Maestro?- el tono carmesí atacó a sus pálidas mejillas, sus ojos empezaron a brillar con gran intensidad y no evitó agrandar esa hermosa sonrisa en su rostro, notando cómo se le alegraba el alma y el corazón de tan solo ver a aquel chico que lo veía de igual forma- ¿Qué haces aquí? Jeje, son las 5:30 de la mañana- rió burlón, listo para cualquier estúpida excusa, tal como le gustaba escuchar proveniente del menor en edad.

- Pues justo eso te iba a preguntar eso a ti- rió igualmente el peliazul-. Te había visto aquí tan solo... que creía que necesitarías compañía... - le revolvió sus cabellos, ganándose un puchero del contrario, sonrojándose notoriamente-... Y... ¿Me dirás por qué estás aquí?

Un suspiro salió de los rosados labios del más bajo. ¿Le diría que no pudo dormir en toda la noche por su culpa? ¿Que no podía dormir por estar pensando única y exclusivamente en él? Definitivamente... no.

- Es solo... que no podía conciliar el sueño...- se dio un leve empujón en el columpio con los pies aún pegados en el suelo.

- Vaya... no pensé que te pasara lo mismo a ti como a mí...- rió despacio el peliazul, posicionando su cabeza encima de los largos y sedosos cabellos morados ajenos, notando cómo le habían algo de cosquillas en su cuello, además de bajar sus manos de las cadenas del columpio para llevarlas hacia le pecho del pelimorado, por encima de los hombros, con una mano encima de la otra-... Yo tampoco podía dormir...

Bonnie no podía estar más rojo. Bon estaba muy cerca de él, y eso lo ponía nervioso. Ahora entendía cómo se sentía el peliazul cada vez que él inundaba su espacio personal. Un momento... ¿Acaso Bon... sentía lo mismo hacia Bonnie que lo que Bonnie sentía hacia Bon? No sabría decir realmente, por lo que sólo se quedó callado, llevando sus frías y pálidas manitas hacia las cálidas y morenas manos del peliazul. Este notó la baja temperatura de las manos ajenas, por lo que las atrapó entre las suyas, intentando transmitirle un poco de su calor corporal, haciendo que ambos se sonrojaran.

Estuvieron así unos cuantos minutos, pero ninguno tenía intención de moverse siquiera de su posición. Las gotas cristalinas caían ya con menos frecuencia sobre los ya mojados cabellos de ambos jóvenes. Bonnie había echado un poco su cabeza hacia atrás, de forma que quedara encajada sobre el pecho firme del otro, aún con sus manos envueltas en aquellas un poco más grandes que las suyas. Bon por su parte había enterrado su nariz en los suaves y delicados mechones violetas de su "amigo", aspirando lentamente ese dulce aroma que lo volvía cada vez más adicto. Le daba minúsculos besos sobre su cuero cabelludo, sin que el pelimorado lo notara, pero el sonrojo no desaparecía de sus mejillas morenas. Bonnie volvió a mover sus pies en el suelo de forma que se balanceara suavemente, llevando consigo al peliazul, quien acababa de tener una idea. Apartó lentamente sus manos de entre las ajenas, las colocó sobre la espalda del de ojos rojos y empezó a empujar.

- ¿B-Bon?- el pelimorado lo miraba de reojo, mientras rápidamente se agarraba a las cadenas del columpio, evitando perder el equilibrio y caerse en un descuido.

- Tú solo agárrate fuerte- le sonrió con confianza y le guiñó un ojo, haciendo que se sonrojara un poco y volteara la vista del todo al frente.

Comenzó a empujar el columpio. Bonnie elevaba los pies para que no rozaran con el suelo, a parte de que también daba unos pequeños impulsos de vez en cuando. Notó cómo poco a poco se elevaba cada vez más, que no evitó ensanchar su sonrisa y soltar pequeñas carcajadas.

- ¡Jajaja, más alto, maestro, más alto!- realmente parecía un niño pequeño que disfrutaba de aquellos pequeños momentos que mucha gente no sabía apreciar, y notaba al igual la risa de su "amigo" a sus espaldas, algo que le alegraba de verdad al corazón.

Cuando Bon notó que Bonnie ya llegaba lo suficientemente alto, cuando se acercó hacia él, en un rápido movimiento tomó las cadenas con sus manos, elevó su pie derecho hacia el asiento de este, a un lado de donde estaba sentado el pelimorado y se acabó de subir con el otro pie, quedando de pie atrás del de piel nívea, sobresaltándolo al notar sus piernas a sus espaldas. Elevó su mirada hacia arriba, encontrándose con la mirada esmeralda de su contrario, quien le regalaba una brillante sonrisa acompañada de una risueña risilla, la cual fue contagiada hacia el pelimorado, ambos con las mejillas algo rojas. Así estuvieron por unos veinte minutos, entre risas y tímidas miradas entre ellos, solos en su mundillo... sin importar qué horas eran, sin importar la lluvia que caía sobre ambos... sólo estaban ellos.

One-Shots BxB (SFW)Where stories live. Discover now