Este no eres tú

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Bonnie se hallaba con su querido maestro, con quien compartía su amistad por más de dos años. Ambos se encontraban en el parque donde ya acostumbraban a quedarse, pero no estaban tocando sus guitarras, sino que estaban sentados en la hierba, justo debajo del árbol que siempre les daba sombra. Su cabeza se encontraba en el pecho del menor en edad, sintiendo sus manos pasar por sus cabellos en un acto de cariño, algo que ya se le había hecho costumbre. Entonces sintió que hundía su nariz en estos, algo que le dio cosquillas, pero se estremeció al sentir un pequeño beso en su nuca. 

Bon le estaba besando lentamente el cuello, haciendo que se sintiera, no incómodo, pero nervioso, pues no había experimentado algo así nunca, y menos de su parte. Las manos del moreno pasaban por su abdomen, encima de su camisa, hasta su pecho, acariciando ciertas partes sensibles para él. 

— A-Ah...— un pequeño jadeo salió de su boca al sentir aquellas suaves caricias— B-Bon, ¿qué estás haciendo?— preguntó inseguro, y le dio un escalofrío cuando el peliturquesa pasó su lengua por su hombro recién descubierto. Su cuerpo temblaba.

— Te doy amor...— susurró en su oído, mordiendo su lóbulo derecho—. Mi lindo conejito...

No supo en qué momento se encontraba tumbado en el suelo, con su maestro encima de él. Tenía sus manos encima de su cabeza, retenidas por las manos del contrario. Se sentía algo asustado, Bon no solía ser así, pero otra pequeña parte de su cabeza le decía que desde ese ángulo se veía realmente sexy.

Espera, ¿qué? ¿Desde cuándo pensaba así de su amigo? Al parecer desde ese momento.

No podía pensar en ese instante, y menos cuando el moreno plantó un apasionado beso en sus labios. Estaba en shock, no sabía qué hacer, pero se sentía realmente bien aquel candente beso, y, sin escuchar a su cabeza, le siguió con un poco de torpeza. Su corazón latía frenético, y obscenos soniditos salían de su garganta. Sentía su rostro arder, y las manos de su maestro le quemaban la piel, cómo si éstas estuvieran hechas de fuego y su piel fuera frágil cristal derritiéndose. Sus ojos apenas se podían abrir de esa nueva experiencia que creía estar experimentando: el placer.

Le había levantado su camisa, dejando expuesto su torso blanco cual manto de nieve recién caída. Vio cómo Bon se mordía el labio inferior, lo que le dio un vuelco al corazón y una descarga eléctrica en cierta parte de su anatomía. Otro gemido deleitó los oídos del más alto, haciendo que soltara una risa grave, pero muy sensual, por haber pasado su lengua caliente por su pezón derecho.

— Veo que te gusta, conejito...— susurró al ver el rostro de su amado totalmente rojo de vergüenza.

— Mgh... B-Bon, y-ya, para... p-por favor...— pidió intentando deshacerse de su agarre para poder taparse por lo menos, pero el contrario era más fuerte.

Ignoró su comentario, volviendo a jugar con su pecho. En ese momento Bonnie ya no podía controlar sus gemidos, y sentía una pequeña incomodidad en su parte baja. ¿Cómo era posible que aquellas atrevidas y obscenas caricias le produjeran tantas emociones a la vez? El peliturquesa lo notó y puso su rodilla en aquel lugar, haciendo que jadease más el pelimorado, sobre todo su nombre.

No podía ver bien a causa de las pequeñas lágrimas que se posaban en sus cristalizados ojos. No creía posible lo que le estaba haciendo el peliturquesa, la persona en la que más confiaba, en la que más aprecio poseía. Creía conocer a Bon, pero jamás había visto ese lado de él, nunca.

Entonces el moreno se volvió a acercar a su oído, susurrando en este. Cerró los ojos con fuerza.

—  Bonnie... Despierta...— su voz había cambiado, se parecía más a la de...

— ¿F-Fox?— tartamudeó, mientras volvía a abrir los ojos.

— ¡Despierta, enano!

~...Mientras, en el mundo real...~

— ¿Qué le pasa al rarito?— preguntaba un pelirrojo mientras picaba la mejilla roja de su amigo pelimorado, quien dormía en su pupitre como de costumbre con sus gafas, pero esta vez era raro, pues balbuceaba cosas sin sentido, sus ojos estaban muy cerrados y tenía las piernas cruzadas y ligeramente apretadas.

— No sé, pero está rojo como un tomate— dijo preocupaba la rubia, dando leves empujones en el hombro del dormido—. ¿Bonnie?

— Mgh... N-No, Boh~— suspiraba entrecortado enroscándose en su sitio—. N-No me... Ah~...

Todos sus amigos se sonrojaron, pues ya tenían una idea de lo que podría estar soñando el menor, y no es que fuera malo, pero les sorprendía que fuera capaz de tener ese tipo de sueños.

— Ay dios...— la única chica se tapó la cara sonrojada hasta las orejas.

— Se acabó, voy a despertarlo— Fox tomó de los hombros al menor y lo empezó a sacudir—. Bonnie, despierta.

— Mm... Boh~...

— ¡Despierta, enano!— repitió antes de ver que empezaba a abrir sus ojos acuosos.

— ¿Q-Qué?— despertaba aturdido el de ojos rubí, mirando a su alrededor— ¿Dónde... Dónde estoy?

— En la escuela, idiota— le respondió el pelirrojo cruzándose de brazos—, así que mejor deja esos sueños raros para tu casa.

Bonnie se sonrojó al recordar su sueño con el moreno, ¡¿un sueño?! Pues lo había sentido muy real, tocó todas las partes que había tocado el peliturquesa, y no había nada raro, salvo por el hecho de notar un pequeño bulto en sus pantalones, lo que le hizo enrojecer.

— Y por cierto— habló el castaño que se había mantenido en silencio—. Has tenido suerte de que la profesora no te haya oído— le miró incómodo—. Para tener la voz suave se te oía mucho...

Para ese momento, Bonnie tenía la cara como un tomate. Era la última vez que miraba esas páginas raras de internet tratando de buscar animes gratis.

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Se acabó ;D

One-Shots BxB (SFW)Where stories live. Discover now