Parte X

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Parte 10:
Vida y muerte

Mi corazón latía mientras mi estómago parecía tener una montaña rusa dentro. No sabía que pensar o hacer.

Voltee a ver a mi buena amiga y al ver la seriedad en su mirada, al ver en dirección al aparato analógico que estaba hasta el final de la habitación, fue que con seguridad caminé hasta el celular para tomarlo entre mis manos y abrirlo. Observe los dos mensajes que aparecían en la cuadrada pantalla, uno era sobre una llamada perdida hacía unos minutos y el otro un mensaje de hace no más de tres minutos —justo lo que había tarde en reaccionar.

Había creído por más de un mes que lo había perdido. Que nunca más escucharía ese sonar.

Aún en el fondo lo creía, pero allí estaba la señal que tanto había deseado.

No tuve tiempo de preguntarme cómo es que todo eso estaba sucediendo porque de un momento a otro ya me encontraba en los mensajes en busca de la prueba; de que en verdad era él.

Observe cuatro mensajes en la pantalla, los tres primeros eran míos:

—«¿Estás?» —aquello se lo había mandado anoche, cuando volví a caer en la negación—. «Hoy, no hubo mucho que hacer después de todo». —El mensaje era de una hora después— «Buenos días, Tony». —Fue lo último que mande esa noche habiendo sentido que estaba perdiendo la cabeza, de nuevo, al mandarle un mensaje a alguien que no estaba allí.

Todas las noches era lo mismo, yo tratando de convencerme que solo lo hacía para mantener su memoria viva —tratando de ocultar la esperanza que vivía dentro de mí: tratando de engañarme a mí mismo.

Observe el último mensaje que no era más que una palabra entre signos interrogativos.

Mis manos temblaban y mis ojos se volvieron acuosos, no sabía que hacer.

—«¿Capipaleta?»

Era lo único que se leía en el último mensaje, era lo único que mi corazón necesitaba para latir con rapidez pero no era suficiente para mi conciencia. Podía ser cualquiera, cualquiera que hubiera leído aquellos mensajes: podía ser cualquier persona; aún así, era el apodo que Tony me había dado hacía años atrás y solo él lo utilizaba y eso me daba una absurda esperanza.

—¿Steve? —la suave y femenina voz de Natasha me trajo de vuelta a mí realidad.

No era solo yo en aquella habitación, no estaba yo solo entre cuatro paredes —en la oscuridad—: pensado en que pude haber hecho diferente, no estaba yo solo como para poder mostrar cuanto todo aquello me afectaba.

—¿Estás bien? —preguntó a lo cual yo asentí al cerrar los ojos.

Solté un suave suspiro tratando de alejar aquellos sentimientos y recomponerme.

Cerré el celular haciendo mi mano puño a la vez, apretando el plástico entre mis dedos, y me giré a ver a mis dos colegas que me veían con atención.

—Estoy bien —dije serio tratando de sonar lo más convincente posible.

—¿Quién era? —Volteé a ver a Clint  ante la pregunta y por inercia apreté el celular analógico aún más.

Clint había sido de los más cercanos a saber que tenía contacto con el exterior aquella vez que llegó y Tony me llamo, pero yo le inventé una excusa en aquel momento. No había duda que el espía ya había deducido, para ese momento, que aquella vez —sí es que la recordaba—; había sido en verdad una llamada y no una alarma.

—Nadie. —declaré firme: erigiéndome en mi lugar tratando de mostrar aquella cara imperturbable de un personaje abandonado.

—No parece que haya sido na...

La Llamada | StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora