Donde Harry tiene un hijo llamado Luka, y un esposo llamado Louis. A su hijo no le agrada la pareja de su papá, mucho menos cuando se entera de que está embarazado.
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Flashback.
Harry ya se encontraba en casa, había tenido un largo día en la oficina y ahora se encontraba preparando el almuerzo que Luka llevaría a la escuela el día siguiente. Bostezó y su pequeño niño de siete años le abrazó las piernas.
— Papi, ya tengo sueño.
Lo escuchó decir y luego tirar de sus jeans. Volteó a verlo; agachando la cabeza para poder encontrarse con sus ojitos adormilados.
— Lávate los dientes y métete a la cama, cuando termine aquí voy a leerte un cuento.
— Me sigue doliendo la muela — confesó. — Siento como si me clavaran algo.
Harry dejó lo que estaba haciendo y lo cargó para después sentarlo sobre la barra de la diminuta cocina de aquel apartamento. Lo examinó y le besó la frente. Tomó los medicamentos de la gaveta y Luka hizo una mueca; tenían un terrible sabor y apenas tocaban su lengua quería vomitar.
Le tocó la frente y su hijo se recargó en su hombro, tenía mucho sueño, pero también su muela dolía bastante y ahora estaba ardiendo en fiebre.
— Ay, mi cielo, ven aquí — lo tomó en sus brazos y lo llevó hasta la bañera en el cuarto de baño.
Le quitó la pijama de dinosaurios y abrió el grifo, el agua estaba helada pero eso ayudaría a bajar su temperatura corporal. Luka chilló en cuanto su pequeño cuerpo tocó el líquido frío. Se le erizó la piel y Harry comenzó a preocuparse bastante.
— Papi, no te asustes — escuchó a Luka diciéndole. — Voy a estar bien.
Harry ni se había dado cuenta de que su nariz se había puesto roja y sus ojos llorosos; y no, no tenía un resfriado, quería llorar. Asintió y le besó la carita mojada a Luka. Se puso de pie y fue a buscar el teléfono inalámbrico que tenía en la mesa de la sala.
Marcó el número del hospital que tenía pegado en una nota del refrigerador. Regresó con Luka y lo observó enjuagarse el cabello.
— Hospital General de Manchester, buenas noches, ¿en qué puedo ayudarlo?
— Hola, eh... — se rascó la nuca y le pasó a Luka uno de sus barcos de juguete para que se entretuviera. — ¿Habrá servicio dental a ésta hora? Mi hijo tiene una infección en la muela y necesito que lo atiendan.
— Un segundo, por favor — murmuró la secretaria en la línea y Harry se sentó en el azulejo. — El dentista de guardia se va a las nueve, señor. Lamento que tendrá que esperar hasta mañana.