Capítulo Tres - Los Cuatro Consejos

29.9K 3.3K 3K
                                    

3. Los Cuatro Consejos.

El día siguiente, Draco se encontraba en los pasillos, caminando en medio de Crabbe y Goyle, cuando vio a Potter. Notó las orejas ardiendo y la boca se le secó.

Se veía tan bien en aquellos momentos... El pelinegro se estaba riendo de algo con Weasley y Granger (algo se revolvió en su estómago) despreocupadamente. Sus ojos verdes como esmeraldas tenían un brillo radiante, lleno de vida. Sus finos y sensuales labios formaban una sonrisa resplandeciente que dejaban soltar una risa suave y sincera.

Llevaba la túnica medio desabrochada y el león de Griffindor estaba a la vista. La mochila colgaba de un hombro, y en el otro se encontraba la mano del zanahoria, que se apoyaba para aguantar la risa.

Draco apretó los puños.

—Pues sí, como ves —empezó a decir Draco a Goyle cuando vio que el trío iba a pasar por su lado. Se pasó una mano por el cabello para asegurarse de que estaba en su sitio—. Mi padre ya ha comprado nuestra segunda mansión en España. Consta de cuatro baños, cinco habitaciones, tres piscinas a cada lado de la mansión...

Potter pasó por su lado casi sin mirarlo. Por el contrario, en cuanto Weasley le escuchó decir eso, se paró en seco y se volvió hacia él.

— Presumiendo de casa, ¿eh? —comentó con voz fría.

Draco se preguntó por qué narices tenía que comentar algo ese estúpido zanahoria.

—Al menos, mejor que la tuya seguro que es. Ni siquiera podrías pagar el cubo de basura con todos vuestros ahorros juntos —replicó Draco lanzándole una mirada mortal.

—Ah, ¿era en esa basura donde te bañabas desnudo de pequeño? —inquirió, haciendo alusión al día anterior. Potter soltó una carcajada y Hermione comenzó a reír sin ocultarlo.

Draco apretó los labios sin saber qué demonios decir.

—Como no nos dejes en paz, Malfoy, te dejo colgando de tus calzoncillos del pico de la torre más alta de Hogwarts, ¿entendido? —le amenazó Potter sacando la varita y apuntándole sin ningún atisbo de duda.

Draco frunció el ceño y no dijo nada. Los tres dieron media vuelta y se fueron de allí.

—Eso no se hace, Draco —comentó Pansy Parkinson apoyada en la pared de piedra de brazos cruzados—. A nadie le gusta que alguien presuma de lo rico que es.

A Draco se le desfiguró la cara.

—¿Ah, no?—balbuceó.

—No. Creo que te odia un poquito más —ella puso los ojos en blanco—. Anda, ven conmigo —le agarró de la muñeca y se apresuró a guiarle por los pasillos hasta la sala común de Slytherin.

Cuando entraron, se sentaron en uno de los sofás verdes en frente de la chimenea.

—Aquí podremos hablar tranquilamente —dijo Pansy, agarrando un cojín y pasando el brazo alrededor de él.

—Dime qué puedo hacer, Pansy. Siento que ahora mismo la he cagado bastante.

—No lo dudes.

— ¡Es que no he necesitado seducir a nadie en toda mi vida! Además, como todos os quedáis tan impresionados cuando digo las riquezas de mi familia, pensé que con Potter sería igual.

—Mira que eres tonto —Draco le fulminó con la mirada—. A ver, es que los enemigos no son iguales que los amigos. ¿A ti acaso te gustaría oír las riquezas de los Weasley?

—Pero ellos no...

—Imagínate que tienen más dinero que tú. Es difícil, pero con un poco de imaginación...

A Por Él || Drarry || TERMINADA y EDITADAWhere stories live. Discover now