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Narra Progenito.

Miro fijamente a la madre de Ángel llorar junto a Isabel, no puedo creer que ya han pasado dos días y ella aún sigue llorando como si fuera el primer día.

Yo en lo personal, quiero que Ángel muera cuanto antes, estar aquí en el hospital es una pérdida de tiempo, ya no puedo seguir así.

—¿Estás bien? —me pregunta Isabel desde su asiento.

Asiento con la cabeza y me pongo de pie, camino de un lado a otro, hasta que algo en la puerta del hospital llama mi atención. Martha y Carlos se acercan a paso veloz, puedo notar preocupación y angustia en sus rostros.

—Me acabo de enterar de lo sucedido con Ángel, ¿Cómo esta él? —pregunta Martha acercándose a Isabel y a la madre de Ángel.

Carlos mantiene su distancia de mí, así que yo me acerco a él y lo observo fijamente.

—Ese milagro que no viene Isaac contigo, últimamente siempre anda pegado en ti, ¿Por qué hoy no? —le pregunto sonriendo.

Él se aleja de mí, veo que camina hasta Tony y lo saluda, respiro hondo y veo al doctor acercarse a la madre de Ángel.

Rápido me acerco un poco a ellos, para escuchar las malas noticias que tienen sobre Ángel.

—Señora Silva lamento informarle que Ángel está en un estado muy crítico, no hemos visto mejoría en él desde que fue ingresado —el doctor comenta angustiado.

Veo a la madre de Ángel comenzar a llorar, en estos momentos siento un poco de pena, luego recuerdo que el culpable de todo esto fue Omar y se me pasa.

—¡Mi hijo no puede morir! —grita la señora Silva fuertemente.

Martha e Isabel intentan tranquilizarla, pero ella está muy mal y se tira al suelo llorando. Intento aguantarme las ganas de reír, cuando veo que la enfermera Kinney se acerca con una inyección, tal vez sedarla sea la mejor opción.

—Es por su bien señora Silva —menciona la enfermera Kinney inyectándola en el brazo.

La madre de Ángel cierra los ojos lentamente, mientras unos enfermeros la colocan en una camilla.

—Entiendo por lo que están pasando todos, pero no deben dejarse vencer, Ángel puede salir adelante sintiendo su apoyo —la enfermera se aleja por el pasillo.

Camino y tomo asiento junto a Tony, el cual se encuentra hablando con Carlos sobre el accidente, me alegra saber que Tony le ha dicho que Omar lo lanzo al auto y no yo.

—Omar debe sentirse fatal, pobre de él —agrega Carlos angustiado.

Él se pone de pie y camina hasta Martha, a la cual le dice algo que no logro escuchar, los dos se alejan, puedo darme cuenta que van a la cafetería.

—¡Mira quién viene Daniel! —menciona Tony señalando la puerta principal del hospital.

Fijo mi mirada en ella y veo a Carmen, Beth, Omar y Pablo entrar acompañados por el sacerdote Ted e Isaac.

Un leve miedo recorre mi cuerpo, pero luego me tranquilizó, pues el sacerdote no puede intentar nada en mi contra en este lugar.

—¿Sabes dónde está Carlos? —me pregunta Isaac confundido.

Niego con la cabeza, luego él se aleja hasta Isabel, veo que hablan algunos segundos y ella señala la cafetería.

—Queremos ver a Ángel, ¿Podemos? —le pregunta Carmen a Isabel.

Ella nos observa a todos por algunos segundos, luego se pone de pie y se aleja.

—¿A dónde va Isabel? —Pablo nos observa intrigado.

—De seguro va a avisar que entraremos todos a ver a Ángel —susurra Beth emocionada.

—Ya verán que si nos darán permiso —dice Tony abrazando a Beth.

Los minutos pasan e Isabel regresa acompañada de la enfermera Kinney, quien nos indica que la sigamos.

Todos así lo hacemos, hasta que llegamos a la habitación de Ángel, Isabel abre la puerta y rápido podemos verlo recostado en la cama, aun con el gran tubo en la boca y un montón de cables más.

Volteo a ver a Omar, el tan sólo se mantiene preocupado al ver lo que le hizo a Ángel. Todos entramos a la habitación y rodeamos a Ángel, Carmen le empieza a decir cosas en el oído.

—Por favor Ángel, tienes que ponerte bien, recuerda que se te acumulan las tareas —le susurra Carmen al oído.

Desvío mi mirada hacia otro lugar, ya que siento un poco de gracia al verlos haciendo eso.

—Siento haberte hecho esto Ángel, no fue mi intención —agrega Omar agachando la mirada.

La puerta se abre y por ella entra Isaac, Carlos y el sacerdote Ted, quien trae un pequeño libro y un frasco de agua bendita. Oh no, de seguro quiere ponerme en evidencia, tengo que salir de la habitación cuanto antes, toco la manija de la puerta, siento que me toman del brazo y un ardor hace presencia.

—Todos nos acompañarán en un emotivo discurso para su amigo Ángel Silva —menciona el sacerdote junto a mí.

Regreso mi mirada hacia Ángel, quien ya parece más muerto que vivo en esa cama. El sacerdote comienza a decir algunas palabras para Ángel, luego abre el frasco y se dispone a lanzar agua.

—Tengo que ir al baño —añado y camino a la puerta.

—No, espera ya va a terminar esto —comenta Isaac tomándome del brazo.

El sacerdote comienza a lanzar agua bendita por toda la habitación, siento ardor en mis brazos, mi rostro y mi espalda.

Tan sólo me volteo hacia otro lado para que nadie se dé cuenta de lo mucho que estoy sufriendo estando aquí.

—Disfruta todo esto Daniel —susurra Carlos junto a mí.

El sacerdote Ted, Carlos, Isaac y todos los demás salen de la habitación, yo incluido.

Respiro hondo y veo como se alejan de la habitación, yo les indico que iré al baño, pero no voy, sino entro a la habitación de Ángel nuevamente.

—Ay Ángel, no sabes las ganas que he tenido de terminar con tu vida —le comento, mientras me acerco a él.

Ángel como era de esperarse no me responde, no hace nada, así que pienso que está de acuerdo conmigo en lo que voy hacer.

—Fuiste un gran amigo de Daniel, pero ya no sirves para nada —le digo quitando el tubo de su boca.

Miro todos mis alrededores para asegurarme de que no hay cámaras que capten este increíble momento, por suerte no las hay.

Tomo una almohada del sofá junto a su cama y lo coloco en su rostro, presiono poco a poco la almohada en su cara. El no hace nada, creo que moriría sin miedo, eso no me gusta para nada, no, no.

Presiono con más fuerza y veo que abre los ojos, el me mira fijamente, mientras su vida se acaba.

—Adiós Ángel, disfruta mucho tu muerte.

Él mantiene sus ojos abiertos sin poder hacer nada, luego el típico pillido que hace una máquina de hospital cuando alguien muere comienza a escucharse.

Pongo la almohada en el sofá rápidamente, coloco el tubo en su boca de nuevo y cierro sus ojos que se han quedado abiertos. Salgo de la habitación sin que nadie me vea, corro al baño y disimulo salir, al ver que Carlos camina por allí.

—Fuiste al baño, primera vez que no mientes Progenito —comenta Carlos sonriendo.

Le regreso la sonrisa y camino hasta la sala de espera donde se encuentran todos, en ese mismo momento el doctor se acerca a dar las malas noticias.

—¿Familiares del paciente Ángel Silva? —pregunta el doctor mirando todo a su alrededor.

Martha e Isabel se ponen de pie y se acercan a él, yo camino cerca para escuchar la increíble noticia.

—Lamento informales que Ángel Silva acaba de fallecer —añade el doctor angustiado.

Martha e Isabel se quedan sorprendidas, pero era algo que ellas sabían que iba a pasar.

No mires bajo tu cama 3 - Posesión.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ