Capítulo Veintisiete

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Rocco

Con los músculos duros y la mirada letal, observaba a mi mujer quien se encontraba amenazando a mis hermanos. La mirada verde de Katherina me observó con incredulidad, no parecía creer lo que se encontraba frente a sus ojos, ella no solamente se encontraba apuntando a mis hermanos, mi mujer no confiaba en lo que sus ojos le mostraban en aquellos momentos. Sea lo que sea que estuviese pasando en su cabeza, Katherina estaba segura que nosotros éramos el enemigo. No se sentía segura en el club.

—Solamente es superficial, la bala salió— escuché decir a Cam. La sangre mojaba la blanca camisa bajo la chaqueta del club mientras éste sostenía su hombro.

—Hay qu...— alguien habló y el sonido del disparo se escuchó por todo el lugar.

Observé como el brazo de Katherina temblaba debido a la falta de entrenamiento en disparar un arma. Si no tenía control de aquella pistola, alguien iba a salir putamente herido o muerto en el peor de los casos.

—¡Cállense!— su voz fue rota, perdida. —No den un paso— gruñó entre dientes mientras observaba a cada uno de los hermanos presentes antes de volver a mirarme.

—Se volvió loca— espetó otro hermano, haciendo que el gruñido retumbara en mi pecho, si ella no le perforaba una pierna, me iba a encargar de ello personalmente.

—¡Cierren la puta boca!— gruñí. —Si alguien se le acerca le volaré los putos sesos.

Todos guardaron silencio cuando ahora mi mujer se concentraba en mí. Por las pelotas de Hades, ahora me estaba apuntando. Sus ojos no tenían duda, Katherina iba a dispararme si tenía que hacerlo.

—¿Por qué te pareces a Rocco?— escuchar el aturdimiento en sus palabras, ver la confusión en sus ojos casi me hizo enviar todo al demonio e ir hasta donde se encontraba el hijo de puta de Leon.

Sabía que podía desarmarla, a cada hermano presente le sería fácil hacerlo, ella estaba insegura, confundida y nunca había usado un arma, desarmarla sería fácil, pero eso la podía poner en un peor estado.

—¡Contesta!— sacudió la mano donde sostenía el arma, justamente hacia mí. Había visto a la muerte mucho más de una vez, tener a mi mujer dispuesta a perforar cualquier parte de mi cuerpo solamente aumentaba los deseos de acabar con quienes la habían conducido hasta ese estado.

—Kath, baja esa arma— habló Ginna quien se encontraba a mi lado.

Mi mirada oscura se deslizó por su cuerpo cuando Katherina retrocedió y su mano libre cayó sobre su vientre como si intentara protegerlo, aquel maldito estado histeria no era bueno para ella y mucho menos para un bebé, cuando levanté la mirada nuevamente, sus ojos esmeraldas se abrieron grandemente mientras observó a Ginna.

—No, no eres mi hermana— su susurro fue lo suficientemente alto como para que lo escuchara. —¡Ginna nunca me traicionaría!

—Katherina— llamé, mi voz sonando mucho más peligrosa de lo que debería y nuevamente ella retrocedía. —Baja el arma. Te lastimarás, vas a lastimar al beb...— no me moví, el sonido de un tercer disparo se escuchó y sentí como todos contenían la respiración a la bala golpear demasiado cerca de donde me encontraba.

Mierda, mi mujer acaba de dispararme.

Katherina no me reconocía, esos hijos de puta estaban en su cabeza. Jugaban con su mente.

—Es mi bebé— aunque su voz sonaba entre cortada, como si estuviese empañada por las lágrimas, sus ojos eran duros y brillantes con determinación. —Y de Rocco, no lo menciones.

Blood and Ties (D.W #2)Where stories live. Discover now