☆ final ☆

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En el apartamento número 12:

Harper lee la nota descuidada y rota que acaba de pasar por debajo de su puerta, está en completo shock.

– Camión de mudanza, camión de mudanza, camión de mudanza —Repite a la nada, intentando encontrarle un sentido a aquella palabra.

Ella nunca quiso que las cosas terminaran así, realmente ella le quería, le quería demasiado; ese era el problema. Harper nunca había querido a alguien de esa forma y menos a alguien como Jules. El amor vino de una forma completamente diferente, el amor no era un chico de carrera universitaria y lenguaje moderado, es más, el amor era un chico que trabajaba en un camión de helados los fin de semana y en una floristería los lunes, miércoles y viernes. Jules era todo lo contrario a lo que ella quería pero eso no era el mayor problema. El mayor problema era el miedo, le daba miedo estropearlo todo, que él le hiciera mucho daño. Tenía miedo al amor y se dejó llevar por él, dejando a Jules solo. Dejando a Jules tan desesperado que había sido capaz de buscar otro apartamento para mudarse.

Harper escuchó por largos minutos como el camión llegaba, y como Jules comenzaba a llevar todo lo que tenía a éste. Ella no hizo nada, simplemente se quedó escuchando y pensando en que era una maldita cobarde.

En el apartamento número catorce:

Jules bajaba millones de cajas hacia el camión de mudanzas, después de largos minutos y miradas hacia el apartamento número doce se había dado cuenta de que probablemente había confundido los sentimientos de Harper. Ella era una chica completamente lista, con un trabajo que no necesitaba y una carrera universitaria en proceso, era una chica irónica y fácil de meterse en tus huesos. Y bueno, Jules era Jules. Su apartamento se encontraba totalmente vacío, excepto por una caja pequeña llena de fotos. Notaba como su corazón estaba que salía de su pecho y una angustia le llenó.

– No quiero que las cosas terminen así, pequeña Harper —Susurró mirando a la puerta de la mencionada.

Bajó con gran parsimonia aquella caja, esperando que en algún momento Harper se tirara a sus brazos pero se rió de sus pensamientos. Harper no era de esas chicas que se tiraban a los brazos de un hombre, era una cabezota. Cuando Jules escuchó como el camión cerraba sus puertas no se sintió como debería.

– ¡Pensé que en nuestra despedida estarías desnudo!

Ahora sí, Jules sentía que podría caerse al suelo. Ahí estaba Harper, en el balcón, gritándole con una sonrisa y las mejillas sonrojadas —como si estuviera avergonzada de haber tardado tanto en despedirse—

– ¿Vas a echar de menos mi culo desnudo, Harper?

– No te imaginas cuanto.

El corazón de Jules iba completamente deprisa, estaba debajo del balcón mirando hacia su vecina.

– Cuando me imaginaba una escena así, pensé que el chico me recitaría Romeo y Julieta, no que hablaríamos sobre su culo desnudo.

"Si profano con mi indigna mano este sagrado santuario, pecado de amor será. Mis labios, peregrinos ruborizados..." —Comienza a recitar Jules.

– "Quisieran hacer penitencia con un dulce beso" —Termina Harper, totalmente boquiabierta— ¿Desde cuándo tú tienes una mínima idea de literatura?

– Tengo mis secretos, Harper —La sonrisa del vecino desaparece y comienza a decir la pregunta que le ronda desde que la vio en aquel balcón— ¿Qué significa esto?

– Significa que estoy dispuesta a arriesgarme Jules.

FIN

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⏰ Última actualización: Jan 18, 2020 ⏰

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¡hey, chico desnudo! » dos                    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora