Capítulo 40

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Suaves golpes en la puerta hacen que salga de mis pensamientos y aturdimiento por lo que aclaro mi garganta y digo un suave "adelante". Claudia abre la puerta y asoma su melena castaña. Siempre hace eso como quien quiere tantear el camino.

—Pasa tonta

—¿Te encuentras bien?

—No.

—¿Quieres hablar?

Suspiro, la verdad es que sí, Claudia se ha ganado mi confianza a pesar de todo, le cuento mi caótica vida amorosa y ella de vez en cuando asiente, frunce el ceño y hasta da pequeños gritos de frustración.

—Y eso es lo que pasa— concluyo.

—Vaya chica. Si hasta puedes escribir un libro y en menos de lo que pienses será un best seller.

Pongo los ojos en blanco y a cambio ella da una risita.

—Bien, bien, entonces el señor Corrigan vino de intercesor de su hijo— asiento– ¿Será que él lo habrá enviado?

–No sé Clau, no sé. Esto es tan difícil.

–Yo les pago para trabajar, no para que estén cotorreando.— la voz de nuestro jefe hace que nos sobresaltemos.

Claudia aclara su garganta y responde.

—Si se-señor, ya volvemos a nuestras labores— titubea y sale no sin antes darme una mirada de compasión.

—Necesita algo jefe—sonó mas como una afirmación que como una pregunta.

—Si, que se concentre y cancele las citas que tengo para hoy.

Le miro como si le hubieran salido tres cabezas

—Pero si hoy...

—¿Es que no entendió? O tengo que hablarle en otro idioma.

Inútil hijo de nadie

—Si entendí, no soy una boba.

Vuelvo mi vista al computador y escucho como da un portazo al entrar a la oficina. Entierro mi cabeza en mis manos por pura frustración, mi día no puede ser mejor.

Media hora después he cancelado todo lo que el Adonis tenía pendiente para hoy, afortunadamente no ha llamado para cualquier cosa que se le pase por la mente y se lo agradezco, salgo con Claudia a almorzar, le cuento como fue mi día de clases y ella me da los detalles de cómo lleva todo lo de su boda. Me gusta verla feliz, me gusta que este emocionada y sobre todo que el amor le haya sonreído.

—¿Me estás escuchando?

—Perdona ¿Qué?

—Estas peor de lo que pensé mujer. Que ya se nos acabo la hora de almuerzo.

—No quiero volver a la oficina

—Puedes fingir que un carro casi te atropella y que te pusiste nerviosa y no puedes concentrarte en trabajar. O mejor aún, puedes decir que un extraterrestre te secuestro por unos segundos y te dijo que la compañía iba a ser incendiada y que por eso no puedes entrar, por miedo a morir quemada.

La miro con cara de incredulidad, esta es más loca de lo que imagine.

—¿Te das cuenta qué acabas de decirme la cosa más estúpida de todas Claudia?

—Tú que no sabes valorar el poder de mi imaginación.

Nos reímos juntas y así nos dirigimos a nuestros torturosos trabajos.

Cuando llego al apartamento me sorprendo ver a la españoleta de quinta sentada en el sofá viendo televisión, veo la hora y mi ceño se contrae, a esta hora ella esta en la mitad de su sueño.

—¿Hola?

—Te estaba esperando Colombianita– la noto nerviosa pero lo paso por alto.

—Debe ser importante para que estés desperdiciando tus valiosas horas de sueño.

Me lanza el cojín que tenía en sus manos pero no soy lo suficientemente ágil y me da en la cara.

—¡Maldita españoleta hija de tu madre! Te prefiero dormida que fastidiosa.

Se ríe triunfante y yo me acomodo a su lado.

—¿Qué quieres decirme?

La noto nerviosa de nuevo, se me hace raro ya que ella es todo seguridad.

—Pues verás, como sabéis yo no soy muy fan de la música esa tan espantoso que escucháis vosotros en Colombia.— entrecierro los ojos y sopeso sus palabras, sé que se refiere a mi música corta venas— y pues sé que eres una loca por la música de este de gafas.

—Andrés Cepeda—le digo

— Ese mismo, y pues el va a estar aquí en Madrid en unos quince días y yo...— se muerde el labio y retuerce sus manos.

—Y tú... ¿Qué?— la animo

—Ashh, pues que me he ganado dos boletas para su concierto privado—Suelta de pronto y yo quedo estupefacta.

—Tú... ¿Dos boletas? ¿Cuándo?—hablo interesada

Pone los ojos en blanco y se para a coger su bolso que está en la encimera de nuestra cocina. Cuando se acerca a mi me pasa una de las boletas VIP

—Para que vayas.

Yo sigo mirando la boleta como estúpida, y entonces todo pasa de repente. Me levanto y me le lanzo a la española a darle un montón de besos babosos mientras la escucho como lanza improperios contra mi persona, pero no me importa.

—Estas loca tía— me dice cuando me alejo de ella.

—A mala hora te vienes a dar cuenta.

Y así mi día fue de peor al mejor.

Te elegí para SIEMPREWhere stories live. Discover now