Capítulo 43

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Siento que se me va pa. Siento que la estoy perdiendo —puedo escuchar su voz quebrada.

Si algo he visto en esa chica, es que es fuerte Tom, no pierdas la fe hijo.

Quiero abrir los ojos pero no puedo, siento un peso enorme en mi cuerpo ¿Por qué no puedo moverme?

—Si ella no despierta yo... Papá yo...

No termino de escuchar lo que dice. Ha vuelto la oscuridad.

Dile a la tía que sea fuerte, que la necesitamos junto a nosotros.

Intento moverme pero cada vez es más imposible.

Hey, bruja, tienes que ser fuerte. Tienes muchas cosas que hacer, juro que si no abres los malditos ojos no te dejo descansar en el más allá, y tomalo cómo una amenaza por que ciertamente lo es.

Juli, cállate. No ves....

El sueño vuelve a ganar la batalla.

Hijo, necesitas cambiarte y alimentarte.

¿Mamá? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no puedo abrir los ojos?

Pero ¿Si despierta y yo no estoy? Quiero estar aquí cuando ella despierte.

¿Qué haces hablandole a mamá?

Intento abrir los ojos pero se me hace imposible.

Tomás, necesitas estar bien por ella, hazme caso.

No

La oscuridad de aproxima ¡Mierda, no otra vez!

Todo es oscuro de nuevo.

¿Cómo te atreves? a volverme a hacer temblar con un te quiero
A robarle la tristeza a mi bolero
A lograr que me detenga que me quede ¿Recuerdas esa canción? La escuchabas cuando nos vimos por primera vez. Cuando creí que la escuchabas por mi.

Lo recuerdo, siempre lo recuerdo. Pero como siempre mis palabras no logran salir. Y la niebla toma el control de mi.

Sus brazos me rodean, su aliento cálido se une con el mio y nuestros ojos se desafían, él sonríe y yo lo imito.

Este es mi lugar favorito en la vida, estar en sus brazos.

—Tengo una sorpresa para ti— sonríe pícaro.

— A ver, sorprendeme.

Toma un pañuelo y venda mis ojos. Una vez hecho su trabajo, toma mi mano y me guía a Dios sabe donde. Mentiría si dijeras que no me siento ansiosa, este hombre no para de sorprenderme.

Camino lo que parecen kilómetros hasta que al fin a él le apetece parar.

—¿Ansiosa?

—Si

—¿Preparada?

—¡Maldita sea Tom! Quita esa jodida venda de mis ojos.

Lo escucho reírse a todo pulmón hasta que al fin decide deshacerse de la venda. Todo es oscuro. Abro y cierro los ojos de nuevo pero todo sigue igual. Un viento frío roza mí piel y esta se enchina

—¿Tomás? — llamo pero no hay respuesta

—Oyee, esto no es gracioso.— pero nuevamente no hay respuesta.

Siento miedo

¿Dónde estás cariño?

Tell me your secrets
and nurse me your questions
oh let's go back to the start
Running in circles
coming up tails
heads on a silence apart
Nobody said it was easy
it's such a shame for us to part

Escucho como Tomás canta suavemente. En otra ocasión su voz sería como canto angelical, hoy me fastidia.

Abro los ojos y todo me es desconocido, la luz es demasiado brillante para mi gusto y un pitido continuo me desespera.

¿Dónde mierdas estoy?

Nobody said it was easy
it's such a shame for...

Continúa cantando pero lo corto de inmediato, no soporto su voz

¿Puedes cerrar la maldita boca de una vez por todas?

Digo con los ojos cerrados y mi voz en un susurro. Mi garganta la siento seca y las ganas de orinar me superan

—¿Scarlett? ¿Estás despierta?

—Si—respondo cortante haciendo el intento de abrir los ojos pero las luces siguen siendo brillantes— Puedes apagar esa bendita luz– ordeno y oigo como se levanta de dónde quiera que él este.

—Listo—responde. Abro los ojos y siento un gran alivio.

—Gracias—intento levantarme, pero la punzada de dolor en mis costillas y en mi pie derecho hacen que haga un sonido de dolor y mi rostro se contraiga.

—Pero ¿Qué piensas hacer?— me obliga a acostarme de nuevo.

—¡Joder! Tomás, una chica también tiene sus malditas necesidades.—lo fulmino con la mirada pero el ni se inmuta.

—Pues yo te ayudo.

Toma mi cuerpo en sus fuertes brazos y me alza como si fuera una pluma, camina unos cuantos pasos y lo veo maniobrando para abrir la puerta de lo que supongo es el baño.

—¿Sabes? Puedes bajarme.

—No quiero—pongo los ojos en blanco hasta que por un milagro la puerta se abre y el entra conmigo.

Me pone con sumo cuidado en el suelo y se queda ahí parado como si esperase algo.

—¿Qué?—espeta al sentir mi mirada taladrandolo.

—Ne-ce-si-da-des—respondo como si fuera obvio.

—Adelante—señala el retrete.

—¿Te puedes salir? Por favor.

—No.

—¡Maldita sea Tomás!. Necesito privacidad. ¡Sal de inmediato!—esta vez es él quién me fulmina con la mirada.

—Bien, pero no voy a cerrar la puerta. Y no es discutible.

Da media vuelta y sale. Tal como dijo, no cerro la puerta.

Me acomodo en el retrete y vacío mi vejiga. Descanso.

Intento ponerme en pie pero todo empieza a moverse tan rápido y me veo obligada a sentarme de nuevo en el retrete. Las piernas me tiemblan y siento la bilis en la garganta, sin embargo me las arreglo para hablar

—Tomás— mi voz sigue siendo un susurro casi inaudible pero que logra captar la atención de él.

— ¡Scarlett! ¡Jesús!—sus brazos me envuelven.

De nuevo todo es oscuridad.


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