Capitulo 4

650 114 58
                                    

Cuenta la leyenda que cuando te pinchas con una rosa y sangras tres gotas de sangre hasta caer al suelo predice que el amor de tu vida está cerca.

Solo se rió por lo absurdo que sonaba eso; sacó un pañuelo de su bolsillo y limpió la sangre seca restante.

—Si te preocupa el que no haya venido antes es porque estaba en Nueva York; es un viaje algo tedioso para mí hacerlo, si pudiera me hubiera quedado contigo toda esta semana. Pero creo que ya sabes como son las familias que viven algo lejos de ti, suelen extrañarte.

—Sinceramente me preocupé, solo en lo más mínimo, por ti. Pensé que ya no querrías volver a verme, o que no te vería hasta el mes siguiente por lo de las rosas— jugó con sus dedos debajo de la mesa algo hostigado de tener que demostrar sentimientos hacia Way, aparte del numerito que montó; se sentía avergonzado.

—Eres tan lindo, intentas esconder tus sentimientos. Ya sé que te gusto, no tienes que preocuparte— Frank se sonrojó de sobremanera y negó con la cabeza mil veces, Gerard se carcajeó de su reacción y puso sus manos en las mejillas coloradas del florista.

—¡No soy lindo!— gritó de forma infantil, apartando su cara alejándose. Personas que pasaban por allí se quedaron mirando lo cerca que estaban Gerard Way el vándalo y Frank Iero el florista. Empezaron a cuchichiar entre ellos y eso enfureció levemente a Way. Suspiró y cerró la puerta con el cartel de cerrado y unas cortinas de color marrón caña por dentro de la tienda para que no se pudiera observar mucho de dentro.

—Este barrio es una mierda, hay tantos cotillas y cuchicheos que me enferma. La gente no tiene vida propia, de verdad— se podía ver el enfado que llevaba cargando, Frank suspiró y calmó sus emociones revoltosas para centrarse plenamente en solucionar los problemas con Gerard.

—No importa lo que digan, Gerard, solo son palabras. Sabemos que no es verdad. No le des la importancia que no merece— el contrario asintió, soltó un suspiro y sonrió de forma juguetona a Frank.

—¿No te parece mejor ir a mi casa? Hay mayor privacidad— se lamió los labios al ver lo incomodo que estaba el pequeño mientras proseguía—. Puedo enseñarte cosas que nunca has visto o sentido.

—Eres un descarado, eso lo primero; lo segundo ¿Qué te hace pensar que nunca hice nada de nada? Tal vez quedes en ridículo— sonrió internamente al ver la descomposición de la sonrisa marca Way.

—Se nota a leguas que eres virgen, cariño, pero si no lo fueras—cosa que dudo— nunca podría quedar en ridículo. Soy lo mejor que puede pasar a la hora del sexo.

—¿Cómo hemos terminado hablando de relaciones sexuales? Cosa que no vamos a tener tú y yo nunca, quédatelo grabado en ese cerebro perverso— se alejó del escritorio y contó las margaritas del estante segundo en el pasillo uno, verificando que tuvieran agua.

—¿Por qué? — preguntó de repente al lado de Frank.

—¿El qué? — se dio la vuelta con el ceño fruncido y dio un paso a tras dándose cuenta de la poca distancia entre ellos.

—¿Por qué no tendrías sexo conmigo? ¿Soy feo? ¿No eres gay? No, tienes pinta de serlo, la verdad. Pero igual ¿Por qué? — eso lo conmocionó un poco, pero acabó respondiéndole

—Porque eres Gerard Way, ¿para qué tener sexo con un florista si tienes a media Nueva Jersey a tus pies? Y otra media parte que te tiraste. No quiero ser uno más, tampoco soy el típico chico de una noche. De verdad creo en esa persona ideal, y no te veo como una. Las noches de pasión duran eso, una noche, lo que yo quiero dura para siempre. No eres capaz de amarme, no creo siquiera que puedas amar, tal vez me equivoque, pero no quiero ser ''una noche en la cama de Way''— miró hacia abajo, moviendo sus pies de forma nerviosa.

—Tal vez tengas razón, solo puedo ser el chico de una noche. Pero sé amar— hizo que Frank levantara su mirada hacia él—, y he amado muy fuerte. Me hubiera gustado que me conocieras de otra forma. Que fueras tú a quien amé en vez de una persona que ni me veía como una. A veces me arrepiento de romper tu cristal, también de pisarte tus flores, arruinarte el local. Hacerte sufrir de muchas maneras. Pero otras agradezco haber sido tan capullo contigo, porque si no hubieras sido tú, hubiera sido otro, pero te quiero a ti. No como una persona para una noche, tampoco sé si para toda la vida. Pero te quiero ahora. ¿Te vale para querer ser algo conmigo?

—¿No vas muy rápido? No creo que sepas suficiente de mí ¿Y si no te gusta lo que ves? — se mordió el labio por toda la situación. Se sentía aturdido en cierto modo.

—Créeme, me gusta lo que veo, y me gusta mucho. Esto— señaló el pecho de Frank con su dedo índice en la parte del corazón, que comenzaba a latir demasiado rápido— realmente me encanta.

Tomando sus mofletes rojos entre sus palmas, le acercó a sí para darle un beso muy suave, como nunca se los dio a nadie.


Fuckin Gerard. [Frerard]Where stories live. Discover now