7-K. La TARDIS Borg.

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–¡Mi pequeña! –se angustió el Doctor con las manos en la cabeza–. ¡¿Qué te han hecho?!

Los Borg habían conectado varios cables a la consola central. Limpiaron el lugar de muebles para poder fijar varios implantes en las paredes curvadas. Los Borg habían asimilado a la TARDIS. Pero Kasius solamente se fijó en una cosa al entrar en la reducida cabina azul:

–¡Es más grande por dentro!

La sorpresa del romulano no pudo durar. Unos cuantos Borg entraron desde las otras puertas, por donde se internaban otros tantos cables. Kasius se encargó de ellos con unos cuantos disparos energéticos. Con el último que destruyó, el romulano tuvo que cambiar la frecuencia del fásico para poder abatirlo.

Durante el corto tiroteo, el Doctor se acercó a la consola para examinar los daños sufridos. Esos malditos Borg fueron concienzudos. Además de conseguir abrir la puerta de la TARDIS, también pudieron acceder a las entrañas de la consola sin volverse locos, por culpa de la consiguiente sobrecarga de información espacio-temporal. Lograron unir el corazón de la TARDIS con la mente colmena de los Borg. Y todavía estaba conectado a la consciencia del enemigo, a pesar de que el Doctor había seccionado los cables de la entrada al hacer bajar la puerta de emergencia.

Al parecer, los Borg estaban intentando conectar su mente colmena con todas las salas de control que había dentro de la TARDIS, para tener un mayor control del vehículo espacio-temporal.

Al menos, los Borg no consiguieron dominar a la TARDIS. Todavía no.

–Doctor, apártese de la consola.

El Señor del Tiempo se volvió al oír la orden de Kasius. El militar romulano le apuntaba con su arma, dispuesto a abrir fuego al primer movimiento sospechoso que hiciese el Doctor.


En el exterior de la TARDIS, sobre la pasarela elevada, la Cazadora se arrodilló, derrotada, ante el cuerpo inconsciente de Karin Aoi.

Uno de esos malditos bichos se había agarrado a la cabeza de la chica, a la vez que enrollaba la cola alrededor del cuello de Karin. Tenía la cara cubierta por ese terrible ser. Y la Cazadora podía ver a través de su carne. El embrión ya había descendido por su esófago para nutrirse del calor de la anfitriona.

Matrix se acercó a la Cazadora abatida y declaró, posando con su arma:

–Yo puedo hacer que sea más fácil, más rápido.

Pero la Cazadora se negó. Dio a entender que Karin debía ser rematada por el Doctor con una frase compuesta por dos palabras, imitando la voz de la chica con la primera, y la de Matrix con la segunda:

–Doctor, volverá.

–De acuerdo –cedió Matrix–. Entonces nos quedaremos aquí y la vigilaremos. Pero si llega a despertar, dejaré que sea ella la que tome la decisión.

Justo en ese momento, el klingon superviviente rugió de dolor. Un brazo mecánico salió de la oscuridad y atravesó al desprevenido guerrero desde atrás, llegando a asomarse por delante, surgiendo de su vientre por un rosado y sangriento agujero. Luego, el brazo arrojó el klingon muerto al vacío, por encima de la barandilla.

La Cazadora se puso de pie ante la aparición de este nuevo enemigo. Matrix apuntó con su lanzallamas y el de Karin.

Ese Borg salió de la oscuridad. Parecía mentira que todavía estuviera con vida, porque presentaba una cabeza tan cableada, que se notaba que no había un cerebro ahí dentro. Y el horror que provocaba su impresionante presencia física, estaba amplificado con varias extensiones y mejoras artificiales fijadas en sus extremidades y torso.

Doctor Who. Crossover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora